Llegué a la casa que compartía con mis compañeros de manda pasada la media noche. Estaba muy fatigada, no solo por la caminata, si no emocionalmente. Una extraña sensación se había apoderado de mi. Era como si lo único que pudiera pensar era en el momento en que tuviera a Marcus suplicando como mi madre lo había hecho, como seguramente mi padre lo hizo, como yo lo hice mientras estuve encerrada. Suplicando por una poca de compasión que ellos no habían tenido con nadie.
La habitación estaba oscura, pero no necesité luz para ver a Samara durmiendo en una cama, mientras la otra estaba vacía. Me acosté sin molestarme en avisarle a nadie que había llegado; normalmente no avisaba a nadie de nada, salía y regresaba cuando quería, o simplemente no regresaba. En la manada nadie me molestaba, la única que lo hacía era Cassie, pero ella también era a la única que no atacaría.
Finalmente me dormí, y esa noche no soñé.
***
Cuando desperté, Sam no estaba en su cama. Me talle lo ojos con pereza y cuando por fin pude ver claramente vi la intensa luz que entraba por la ventana. No había cosa que me hiriera tan profundamente como levantarme temprano por culpa de esa asquerosa bola de fuego gigante, pero ese día no me importo levantarme antes. Me vestí rápidamente y me dirigí a la cocina donde supuse que estarían todos.
Alrededor de la mesa estaban: Cassie y Alexis, Samara, Adán y Rubén. Ya lo sé, no éramos una manada numerosa. Pero era lo mejor que cualquiera de nosotros había tenido nunca.
-Buenos días Leo, acaso es hoy el apocalipsis y nadie me dijo? - Dijo Adán al verme parada en la entrada de la cocina.
-Muy gracioso- Le contesté al tiempo que pasaba junto a él y le pegaba en la cabeza. El sarcasmo de Adán era lo que lo salvaba de mi odio.
Me senté en el desayunador entre él y Samara. Todos me miraban con curiosidad, no era normal que bajara a desayunar con ellos, pero nada los prepararía para lo que tenía que decirles.
-¿Quieres que te sirva?-Me preguntó Cassie
-No- contesté secamente.
Y solo los miré mientras ellos terminaban su comida, algo rojiza y gelatinosa, seguramente la había hecho Sam, ella era la única que se atrevía a usar la estufa y por eso mismo nadie nunca le reclamaba.
Sam era rubia, de ojos azules y realmente hermosa. Creo que cualquier humano podría irse por eso y coquetearle si la viera en bar, pero no tienen idea de que ella es en extremo fuerte y que si intentas pasarte de listo con ella puedes quedar permanentemente lisiado. Yo misma le guardo un sano respeto. Aunque algunas veces me saca de mis casillas, no es su culpa, pero tiene el defecto de hacer demasiadas preguntas, preguntas que no me apetece contestar.
-Entonces a que debemos tu repentino interés por compartir tiempo con nosotros?- Preguntó Alexs cuando hubo terminado.
Lo miré a los ojos y supe que él no confiaba en mí. Pero no era de mi interés agradarle, él era el alfa, además de ser la pareja de Cassie. Fuera de eso no me interesaba su opinión de mí.
-Tengo buenas noticias- Contesté mientras veía a cada uno.-Anoche lo encontré- Anuncié después de una pausa.
-¿A quién?- Dijo confundida Cassie
-¿A quién hemos buscado por tantos años?- Pregunté con una sonrisa
-Leo, mierda, habla claro- Dijo Antonio con los dientes apretados.
-¿No se lo imaginan?
-Leo...-Me reprendió Cassie
-A Daniel.
Todos enmudecieron por unos segundos.
-No juegues con esas cosas Eleonor- Dijo Adán finalmente. Y yo solo pude darle mi infinito enojo con la mirada. Odiaba que me llamaran Eleonor,de hecho solo Cassie y él conocían mi verdadero nombre. Pero ahora era historia; y yo nunca jugaba con esas cosas.
-Leo, ¿estás segura?-Interrumpió Sam
-Lo vi. Anoche.
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Oscuridad
FantasiEsta es una historia sobre hombres lobo Pero esta no es la típica historia de un hombre lobo que se enamora de una débil humana mientras intenta protegerla de los de su especie, incluyendo su propia manada. No, esta es una historia de una chica que...