EPÍLOGO

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Cameron

Cuatro años después

Observo el cabello revuelto de mi esposa que se esparce por su rostro y almohada, sus labios entreabiertos y su rostro que muestra relajación.

Sonrió y beso su frente, me levanto de la cama para poder tomar una ducha.

Después de vestirme salgo del closet al tiempo que la puerta de la habitación se abre, unos pequeños susurros se escuchan y luego de eso observo a mis pequeños.

—¿Dónde está papá? —cuestiona Bastián al ver que no estoy en la cama.

—No sé, mamá esta dormida. —le susurra Yana.

—¿Que hacen despiertos? —les pregunto y ellos abren los ojos sobre saltados, río sin evitarlo y ellos tambien me acompañan.

—¡Papi! —alardea Yana cuando me mira.

—Buenos días princesa. —respondo mientras beso su mejilla, por su parte ella me abraza.

—¿No quieres un abrazo? —le pregunto a mi hijo el cual nos mira atentamente.

—Pues sí. —afirma y corre hacia nosotros.

—¿Tienen hambre? —ambos asienten mientras salimos de la habitación. —¿Que quieren comer?

—¿Puedes hacer glafes? —los ojos color miel de Yana me miran atento a una respuesta, al ver que no respondo hace un puchero y tambien entorna sus ojitos de forma dulce.

—Bien haré Waffles. —respondo ambos chocan puños y sonrió divertido.

—¡Sí! —alardean juntos.

Una vez en al cocina los bajo y ellos toman asiento en las sillas de la isla, mientras preparo el desayuno me dedico hablar con ellos.

Se podria decir que Yadenia es una copia exacta de su madre, su cabello es negro pero crespo, es morena y sus ojos de color miel, es demasiado tierna y no es para menos mi forma de consentirla.

Alejandra me regaña pero le hago caso omiso, ¿quién puede resistirse a ella?, nisiquiera ella es capaz más de una vez ha tenido que comprarle algo que quiere solo por ella hacerle un puchero, aveces entiende que no en todo se puede consentirla a pesar de la corta edad que tiene, lo mejor de todo es que no llora cuando eso acurre.

Por otro lado Bastián tiene tambien el cabello negro y lizo, sus ojos son grises con algunas motas de color miel, él es más calmado aunque por momentos pero lo es, mi mujer también lo consciente aunque yo lo haga más.

Bastián es más de su madre, le encanta pasar tiempo con ella mientras hablan de los diversos libros que a ambos le gustan, me encanta verlos hablar es algo que no me cansaré de hacer.

Yana le encanta hacer de las suyas conmigo, me pinta las uñas, me maquilla, aveces hasta decide escoger mi ropa, o mientras piensa coloca una de sus manos en su barbilla y la otra en su cintura.

Es todo un caso.

—Buenos días. —me giró al escuchar la voz de mí esposa.

—¡Mami! —gritan ambos en su dirección al ver que tienen la intención de ir hasta donde ella, les hace seña y ellos esperan intranquilos.

—Hola, mis amores. —sonríe complacida mientra besa la mejilla de cada uno.

—Falta el beso de papá. —Yana me señala y sonrió.

Ella niega riendo mientras se acerca a mí, se inclina con la intención de besar mi mejilla, por lo que la tomo de la nuca y beso sus labios, jadea por lo bajo y sonrió divertido.

Después De Aquel Beso¹ [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora