Capítulo XI

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No sé cómo llegué al cuarto, pero cuándo desperté estaba en la cama de Frederick. Bueno si sabía.

Bajé y vi a muchas personas platicando con Frederick.

-¡Amor!.- Me vió y me fue a dar un beso.

-¿Q-Qué, es todo esto?

-¿Ellos? Ah, son las personas que te van a ayudar a estar divina hoy.

Me reí por la palabra "divina".

-Está bien, confiaré en ustedes.

-Así que usted es Hannah. Mucho gusto, James nos ha hablado mucho, pero mucho de usted.- Dijo una señorita.

-Yo diría que demasiado.- Agregó un chico.

-Ejem. Bueno, corran.

Me bañé rápido y desayuné. Me empezaron a peinar, después me maquillaron.

-¡Tarán! Mira tu vestido.- Dijo Frederick mostrándome un vestido que claramente no era mío.

Te compró uno, Hannah.

-Ese no es mi vestido.- Dije confundida.

-Ahora lo es. ¿No te gusta?

-Claro que sí. Es hermoso, ¿Lo compraste tú?

-Pues claro, de lo mejor.

-Nunca lo había visto así de enamorado.- Dijo alguien.

-Concuerdo.- Dijo otro chico.

-Bueno, ya. Sigan en lo suyo. Aquí dejo el vestido. Adiós, yo también me tengo que alistar.- Dijo Frederick avergonzado.

Me terminaron de arreglar y me vestí. El vestido era hermoso. Era un azul, no muy claro, pero no muy oscuro. Era perfecto. Tenía pedrería y me encantaba. Se podía ver una parte de la pierna, estaba abierto de ese lado. Y tenía la espalda destapada. Estaba hermoso.

-¿Ya estás....?.- Se quedó embobado.

-¿Lista? Yap. Pero no me mires así que me da vergüenza.

-Es que.... Te ves tan...tan...Hermosa.

Ya lo creo.

Me sonrojé mucho.

-¿Te imaginas el día de nuestra boda? Con tu vestido blanco, y tú velo. Hermosa te verás.

Muy pronto ¿no? Que más da. Cásate de una vez.

-Frederick, vas muy rápido.

-Para nada. Yo haría todo contigo. Sea ahora, después o en tres años.

-B-Bueno, vámonos que se nos va a hacer tarde.

-Sí, tienes razón.

Me agarró de la mano y me ayudó a bajar las escaleras. 

-Por Dios. Es una belleza.- Dijo una chica.

-Estoy contigo.- Dijo un chico.

A éste último Frederick lo fulminó y yo sólo le dí un beso en la mejilla que lo relajó.

Llegamos a la preparatoria y ahí estaban todos. Mi mamá, mis hermanos, mi mejor amiga e incluso mi papá.

Estaba muy feliz, que incluso no me  acordaba el pleito que tuve con mis hermanos.

Max sólo me abrazó y me dijo que lo sentía, que podía volver a casa cuando quisiera.

-Hermanita, estoy muy orgulloso de ti. Todos lo estamos.- Dijo Lucas.

-Gracias.

-¡Hijita! Pensé que estabas muy preocupada por el vestido, lo ví en tu habitación y me preocupe. Pero me dijo Frederick que no pasaba nada. Es un buen chico, cuídalo.

Todos lo sabemos, al parecer Max no.

-Sí, mamá.

Mis hermanos y mi novio se pusieron a hablar y yo estaba con mis papás....Siempre había querido esto. Ver la familia completa, aunque no hubiera una gran felicidad todavía, estaba contenta de tener a mis padres.

-Hija, tenemos que contarte algo tu papá y yo.

-¿Qué pasa?

-Hija...He decidido darle una oportunidad a tu padre. Ahora somos felices, espero tu también lo seas.

-¿Eso es cierto?

Ellos asintieron. Yo iba a llorar, de felicidad y de emoción.

-Gracias, los quiero mucho.- Los abracé a ambos y me abrazaron.

-Nos alegra que estés feliz.- Dijo papá.

Nos quedamos un rato así y me separé.

Fui a hablar con Jasmine y me fui a mi lugar.

Llegó la hora de nombrar a los estudiantes y yo estaba nerviosa.

Llegó mi turno y parecía que un equipo de volleyball acababa de sumar un punto. Todos gritaron, no sabía que le caía bien a tanta gente.

-Estoy muy contenta de graduarme, espero que a todos los que salgan de aquí les vaya muy bien en sus vidas.- Dije frente al micrófono.

Todos volvieron a aplaudir. Me entregaron mi certificado y nos tomaron una foto con el director.

Me avisaron que había una fiesta y yo accedí. Le pregunté a mis hermanos y a Frederick si querían ir, ninguno aceptó. Lucas tenía flojera. Max no quería. Frederick estaría ocupado. Y mis papás...Ni hablar.

-¿Me van a dejar sola?

-Lo sentimos pero no podemos.- Dijo Max.

-Oki James. Oki Lucas. Oki Max.

-Perdóname, si quieres yo te llevo y paso por ti.- Dijo Frederick.

-Sí, gracias.

Nos despedimos y me llevó a la fiesta. Nos dimos unos cuántos besos antes y me bajé de su coche. Me despedí de él con una señal. Él me dijo que me cuidara y se fue.

Estaba tan bien, el problema era que estaba sola. Eran compañeros, pero casi no hablaba con ellos.

-¿Hannah? ¿Qué haces aquí?

¿Y ésta qué?

-¿Bella? Hola, estoy en la fiesta de graduación. ¿Y tú?

No me da buenas vibras.

-Ah, felicidades, yo estoy aquí porque me invitó un amigo.

Me sigues callendo mal.

-Ah, claro.

-Vente, vamos a divertirnos.

Hannah, no. Hannah, no. Hannah...

Dudé un momento, pero al final accedí.

Pasamos un rato bailando. Me dejó sola con un grupo de chicos, y dijo que ya volvía.

-Hola guapa, ¿tienes novio?

Sí, y la verdad no creo que quieras meterte con él.

-Sí.

-¿Y dónde está?¿No lo veo?

-No te importa.

-Oh, claro que me importa, ¿Por qué el novio de una chica tan hermosa, la había dejado aquí? Sola, con muchos chicos al rededor.

Cómo jodes.

-Porque me tiene confianza.

-Mmm. ¿Quieres un poco?

-No.

-Vamos, no seas amargada.

-Si tomo una, ¿Te callas?

No te la tomes...

-Probablemente.

Me tomé una cerveza y no me gustó. Sabía raro, pero se calló y me miró fijamente.

Me empecé a sentir mareada y después....Negro...


Cuando se Marchiten las Flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora