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ADDS DEJÓ SALIR UN SUSPIRO MIENTRAS INCLINABA SU CABEZA HACIA ATRÁS CON MOLESTIA Y RESIGNACIÓN. Su cuerpo completo hormigueaba, pidiendo más, pero ya tenía claro que aquello no podría suceder.
Barry por su parte dejó escapar una risita, la cual vibró sobre la piel en la zona del cuello de Adds, debido a que su esposo tenía su rostro allí escondido.
El velocista estaba frustrado también, eso era algo que no tenía problemas en demostrar, y es que el último tiempo apenas y podía tener un momento a solas con su esposa. Ni siquiera por las noches podían estar tranquilos porque siempre había una alerta que los hacía ponerse de pies y correr al peligro.
Pero a pesar de todo, intentaba tomárselo más a la ligera.
—Esto ya no es divertido, Bartholomew —murmuró ella.
—Lo siento, Amor —le sonrió de lado.
Adds formó un puchero en sus labios, mientras golpeaba el suelo con sus pies, haciendo una clase de pataleta.
Barry tomó con las palmas de sus manos pas mejillas de Adds y se inclinó hacia ella, buscando cercanía, la cual una vez obtuvo utilizó para presionar sus labios contra los de ella, besándola suavemente.
—Vamos a encontrar un tiempo.
—Llevas diciendo eso una semana —se quejó sobre sus labios—. Aún no lo encontramos.
—¡Chicos! ¡Esto es serio! ¡Al cortex ahora! —la voz de Harry volvió a resonar por los altavoces de los laboratorios.
—Mmm... podríamos encerrarnos en la bóveda —le sonrió—. Allí nadie nos verá.
—Mmm, un momento arriesgado —Adds rió sobre sus labios—. Me gusta eso.
—Sé que lo hace —asintió.
Adds lo atrajo a ella una vez más y probó sus labios con lentitud, deleitándose con cada roce de sus labios y de sus lenguas junto a aquel cálido toque sobre una de sus mejillas y su cintura.
—Preciosa, sabes que me encantaría seguir besándote, pero...
—Debemos volver al cortex —asintió con resignación—. Lo sé.
