O33 ▬▬▬▬ ༘◜➷｡ | capítulo treinta y tres... ⚡️🔥 ❪ sorpresa en un flash ❫
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LA IDEA QUE MARLIZE DEVOE PROPUSO PARA DETENER A SU ESPOSO ERA RIDÍCULAMENTE PELIGROSA, como también era ridículamente ingeniosa. Y a pesar de que parecía una locura ceder a ese plan, seguía tratándose del único que disponían, más aún cuando el tiempo que tenían disponible era hasta que la red de impregnación de los satélites se completara a su 100%.
Adds no podía creer que estaba a punto de permitir que su esposo se metiera a solas en la mente de Clifford DeVoe. Pero confiaba en él. Ella sabía que si había alguien capacitado para cumplir con esa misión y trabajo era su esposo.
Marlize DeVoe por su parte, aseguraba que aún quedaba algo de bien escondido en lo más profundo de la mente de su esposo, y una parte de Adds esperaba que fuera cierto, porque a pesar de que la mujer y el hombre habían traído solo mal a sus vidas, ella sabía lo que se sentía esperar encontrar un mínimo de bien en alguien que parece estar simplemente perdido y sumido en si mismo.
Aún así, parecía ser aún más una locura el que fuera Cecile la indicada y capacitada para transferir la consciencia de Barry a la mente de DeVoe, esto debido a sus poderes telepáticos. Era arriesgado, tanto para Barry como para Cecile, pero aún más para la mujer teniendo en cuenta que estaba a nada de dar a luz.
—¿Está todo listo? —cuestionó Adds.
La rubia se encontraba caminando en dirección al centro del laboratorio de velocidad con su esposo a su lado, casi sin despegarse de él.
Sabía que existía la probabilidad de que Barry muriera allí dentro, y aún así se había visto incapaz de confesarle la verdad.
—Eso creo —mencionó Caitlin.
—Señor Allen, a la silla —indicó Marlize—. Señora Horton, a la camilla.
—¿Quiere ponerlo en esa cosa? —cuestionó Joe, señalando a la silla de DeVoe mientras ayudaba a su pareja a subirse a la camilla.
—Es la única forma de establecer un vínculo transcraneal entre la Señora Horton y el Señor Allen.
—Joe, estaré bien —le prometió Barry, ya sentado en la silla.
La mirada del velocista se dirigió a su esposa, y al verla hecha un completo manojo de nervios que claramente no lograba ocultar, le tomó de la mano mientras le daba una pequeña sonrisa casi sin ánimos.
