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Humillar en público

Giyuu estaba claramente enojado ni siquiera su difunta compañera Shinobu lo hacía enojar así con sus comentarios "por eso todos te odian Tomioka-san" y bla, bla, bla.

Se paró un instante y solo respiró para calmarsr necesitaba que relajarse para ver a los chicos, no podía dejar que supieran que su relación con Sanemi se acabó y que ese idiota no entendía nada y que lo molestaba.

Por precaución miro detrás suyo y no vio al albino, tenía la ligera esperanza de que se había cansado y se fue a su casa pero sabía mejor que nadie que Sanemi Shinazugawa jamás se rendía con algo.

Giyuu:"mejor camino más rápido" -penso nervioso.

Empezó a caminar a paso rápido para poder pasar por el siguiente pueblo y llegar a la finca mariposa, arriba de unos árboles estaba en albino con una sonrisa malvada, si no fue a la buena entonces Giyuu Tomioka debía entender a la mala que nadie lo podía dejar.

Salto a la otra rama para perseguirlo, no pensaba en nada más que en hacerle pagar todo lo que le había hecho, no le importaba sus sentimientos solo quería tenerlo a su lado como un perro leal esperando a su dueño, porque eso era lo que Giyuu era un maldito animal... Un perro que lo amaba y quería más que a nada en el mundo. Y si no lo sabía entonces Sanemi lo haría saber.

Giyuu entro por la entrada del pueblo nervioso por la atenta mirada que sentía, desearía que solo fuera su paranoia pero sabía que debía ser Sanemi, es que acaso... ¿Nunca se va a cansar?.

Giyuu miraba en todos lados para verlo pero nada, empezó a caminar a paso nervioso y desconfiado de todo. Sanemi entro de manera sigilosa por otro lado sin llamar la atención del pelinegro.

Giyuu al no ver a Sanemi suspiro aliviado y confiado, camino con confianza y seguro de que nada malo pasaría...

Sanemi se puso en un callejón poniendo su pie para hacer que Giyuu se cayera delante de las personas que estaban pasando. Giyuu paso y sin darse cuenta cayó al suelo raspandose las manos y con un poco de polvo encima, algunas personas que pasaban por allí lo miraron de manera burlona y otras se acercaron para ayudarlo, miro dentro del callejón y vio la sonrisa burlona de Sanemi.

???:¡Giyuu-san!.

Giyuu levantó su mirada y vio a...

Giyuu: Murata -murmurró aliviado.

El pelinegro menor se acercó al ojiazul preocupado y lo ayudo a pararse, sentía una mirada penetrante encima suyo pero no le dio importancia, Giyuu era más importante en estos momentos.

Sanemi se quedó allí con la cara roja de la rabia que sentía ¿¡Quien era ese idiota que ayudó a su perro!?. Se fue rechinando los dientes, por lo menos las personas que se acercaron a ayudar al idiota de Tomioka no lo vieron.

Continuará

Gracias por leer~.

Violentometro SaneGiyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora