Hace dos semanas había sido una sorpresa encontrarme una carta esperando por mí. No podía ser de mi familia en el Continente Sur porque el correo tardaría al menos un mes y medio en llegar. Tampoco podía ser del Continente Este porque, bueno, mis tíos se enterarían de las nuevas noticias hasta finales de mes cuando su hijo (cuyo nombre no volveré a pronunciar) regresara a casa.
La noche anterior a embarcarme, escuché a mis hermanos de pasada decir que el heredero al trono del Este y mejor amigo de todos, excepto mío por supuesto, había escrito que haría otra visita a nuestras tierras en pocos días así que el tiempo no había podido ser mejor para irme.
Pero ese no era el punto aquí, la cuestión era que no había nadie que se tomara la molestia de dejarme una carta sobre mi cama.
Ya le había preguntado sutilmente a los guardias que vigilaban nuestras habitaciones pero no había habido suerte; tocaba especular quién la había enviado.
Tampoco era de mucha ayuda el contenido: "Hola, princesa. Me gustaría tener correspondencia con usted."
Y eso era todo. Sin remitente, solo mi nombre como destinatario en una elegante caligrafía y unas pocas instrucciones sobre dónde dejar la respuesta. Realmente solo había contestado porque no tenía nada mejor qué hacer, al menos, hasta que cumpliera un par de años más y me haya ganado un poco de respeto del Consejo.
Llegué al pasillo de las "palomas mensajeras" y me dirigí directamente hacia lo oficina del Jefe.
-Adelante.
-Hola. – Dije pasando y cerrando la puerta.
Sir Robert era un lobo entrado en años que parecía estar siempre enojado con el mundo; más específicamente, enojado con cualquiera que lo perturbara en su trabajo.
-Princesa Anahí. - Dijo inclinando su cabeza al verme. - ¿A qué debo el... placer de su visita?
Escondí una sonrisa girando mi rostro hacia la pared llena de papeleo de la izquierda.
-No le quitaré su precioso tiempo, sir Robert. Vengo con una petición para que en adelante lleve mi correspondencia a...
-Puede usar a cualquiera de los mensajeros para eso, su alteza. – Dijo con un gruñido. – No tengo tiempo para...
-Lo ha ordenado mi tío en persona. – Dije parpadeando inocentemente. – Claramente, sé que es un lobo muy ocupado y por eso le he traído un pequeño presente...
Sir Robert gruñó y me mostró los dientes mientras se cruzaba de brazos. A pesar de la edad, era un lobo bastante bien constituido y, de hecho, se rumoreaba fuertemente que había sido el líder de los espías de mi abuelo hace años. Era una buena teoría, ya que nadie conocía el rostro de ese lobo.
-¿Por quién demonios me tomas, cachorra? – Dijo olvidando la formalidad. – Si es una orden, por supuesto que la seguiré sin tus sobornos.
-No es un soborno, es un regalo para la preciosa señora Lilian. – Dije falsamente indignada. – Sé que su color favorito es el magenta y he traído un precioso collar.
No solo había tomado un puñado de monedas del tesoro de Tío Karel.
Saqué de mi bolsillo la joyería y la deposité en su escritorio. Sir Robert la observaba con ojo crítico antes de soltar un suspiro derrotado.
No era para menos, la cosa además de pesada y vistosa, era bastante costosa.
-Tienes la maldita suerte de que se acerca mi aniversario de emparejamiento y no había tenido tiempo de irle a buscar algo yo mismo a mi pareja. – Dijo refunfuñando un poco pero guardando la monstruosidad en su bolsillo. - ¿A dónde tengo que entregar tan importante y costosa misiva, mi lady?
ESTÁS LEYENDO
Probando el destino del Alfa
WerewolfContinuación de libro: El rey Alfa me desea. Anahí no estaba lista para un rotundo rechazo en cuanto decidió declarar sus sentimientos hacia su amigo de toda la vida Jack. Muerta de vergüenza, decide esconderse y curar su corazón roto con su tío Kar...