Capítulo 6.

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-Ese ha sido el más triste intento de patada que he recibido en mi vida. – Dijo Troy metiéndose con Kara.

Habían pasado alrededor de dos semanas desde que le pedí a Troy que probara a nuestra nueva casi mejor amiga. Era en serio lo que le había dicho sobre no querer un adorno a mi lado.

-¡Ustedes están locos! Si no hubiera sido por que de vez en cuando me dejaban comida en esa celda, ¡Habría muerto!

Troy se lo había tomado al pie de la letra y había encerrado a la pobre en un pequeño y cutre cuartel en el bosque cercano al castillo. Mi madre la abuela habían salido alguna vez de ahí y supongo que pensó que sería un buen reto para la loba.

-No es para tanto. – Dijo mi primo rodando los ojos. – Además, descubriste tú sola cómo salir de ahí.

-¡Por supuesto que lo descubrí! – Gritó indignada tratando de volver a golpear a Troy.

Actualmente nos encontrábamos en mi habitación / oficina. Le había pedido al tío Karel una propia pero él solo se rió y me dijo que tomara cualquier habitación. Como eso era mucho trabajo, simplemente le pedí a mi esclavo favorito que arrastrara un escritorio y dos sillas hasta aquí.

-Hey, ¿por qué arrojas tus puños de furia contra mí? – Preguntó divertido esquivando a Kara por toda la habitación. – Si debes estar enojada con alguien, que sea con su grandiosa majestad. – Dijo señalándome. – Ella fue la que me pidió que probara tus habilidades.

-Oh, no. A mí no me metas en tus problemas. – Dije desinteresadamente terminando la carta en la que había estado trabajando toda la mañana. – Yo solo te pedí que le dieras un curso intensivo sobre supervivencia y cuando la consideraras lista, la pusieras a prueba. Pensé cuando viniste con tu plan, que la dejarías en el bosque en dos o tres meses.

-¡Tú dijiste que lo antes posible! – Dijo ahora indignado conmigo mientras seguía esquivando a la loba. - ¡No es mi culpa que des instrucciones tan poco precisas!

-Y tampoco es mi culpa que todo aquel que te vea quiera golpearte. – Dije encogiéndome de hombros mientras tomaba mi pequeño frasco de perfume y dejaba caer unas cuantas gotas en el papel. – ¿Qué hizo mi mano derecha para que quieras matarlo? – Pregunté con curiosidad cuando vino directa a mi escritorio y tomó mi abrecartas.

-¡Me dejó con dos ganzúas y un pedazo de papel con crípticas instrucciones!

- No, yo te dejé instrucciones precisas.

Yo arqueé una ceja cuando Kara sacó de entre los pliegues de su muy sucio vestido un papel arrugado que arrojó en mi dirección. Después, volvió a cargar contra mi primo que la esquivaba sumamente divertido.

Tomé el trozo de papel y comencé a leer.

"Sal usando las ganzúas."

Me pregunté vagamente si la loba también trataría de apuñalarme si comenzaba a reírme en este momento.

-Supongo que le enseñaste cómo utilizar estas cosas, ¿No es así, querido Troy?

-¿Por quién me tomas? Por supuesto que le enseñé. – Dijo convencido.

-¡No me enseñaste una mierda! Me dijiste "Esto es una ganzúa y sirve para abrir puertas", ¡Luego me ataste y amordazaste para tirarme dentro de una celda en medio de la nada!

-Fui demasiado amable. – Dijo con una carcajada mi primo.

Coincidía con mi primo, pero por supuesto que no le diría eso a Kara; mi madre nos drogó a todos en la familia en cuanto cumplimos ocho años y luego nos arrojó a diferentes partes del territorio dentro de una jaula con dos o tres objetos con los que teníamos que ser creativos para salir; al menos a ella le dieron ganzúas.

Probando el destino del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora