Capítulo 11.

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-¿Podrías explicarme por qué estás acampando en el árbol y por qué los pasillos de mi castillo parecen zona de guerra? – Preguntó mi tío divertido cruzado de brazos.

Yo me estiré un poco antes de acomodarme mejor sobre la rama en la que estaba y contestar.

-Mi primo se lastimó la pierna y no podrá escalar por un tiempo. Kara tiene pánico a las alturas.

Tío Karel solo arqueó una ceja sin quitar su vista sobre mí.

Uno pensaría que lobos con tantas limitaciones se cansarían más rápido, pero no fue así. Tuve que correr, ocultarme y por último escalar para evadir a mis amigos de juegos.

-Bien, puede que haya hecho enojar a mi primo y a su nueva pareja. – Dije con un suspiro. – Solo pude subir hasta aquí para que se fueran a descargar su furia contra tus bonitos ornamentos en los pasillos.

-¿Algo de es furia tiene que ver contigo saliendo de madrugada y pidiendo voluntarios para cargar cosas interesantes hasta nuestra bodega? – Preguntó curioso.

-Uh... ¿Quizá?

Tío Karel suspiró.

-Te pareces demasiado a tu madre para tu propio bien. Baja, desayunemos juntos y podrás contarme también por qué tengo a un Alfa molesto esperando en mi oficina.

-¿Por qué piensas que yo tengo algo que ver con eso? – Pregunté inocentemente mientras me arrojaba del árbol y mi tío me atrapaba. – Y más importante aún... ¿Aun está esperando en tu oficina?

-Lo está y ahí se quedará hasta que me cuentes sobre tu pequeña aventura de ayer. – Dijo tomando mi mano para colocarla en su brazo y escoltarme hacia el comedor.

-Está bien. – Dije con resignación.

No hablamos más en todo el camino; tampoco me sorprendió ver un par de caras conocidas ya desayunando sentados en el comedor.

-¿Aun están molestos? – Pregunté con curiosidad mirándolos.

Ambos me ignoraron y siguieron comiendo como si no existiera. Yo rodé los ojos.

-Ahora, mi pequeña, comienza a hablar. – Dijo mi tío sentándose y tomando un poco de fruta para poner en su plato.

-Bueno, con la participación del Alfa molesto de ayer, se me ocurrió que podríamos tomar algunas cajas del territorio 5 y conseguir alguna información que necesitamos. – Dije llenando mi plato de jugosos filetes.

-¿Uh? ¿Qué información nos dará robar cajas? – Preguntó confundido.

-Ellos – Dije señalando al dúo que me ignoraba. Ambos bufaron y tuve que esquivar trozos de comida. Asqueroso. – no robaron nada. Solo incautaron mercancía de dudosa procedencia.

- ¿Y por qué razón? – Preguntó mi tío sin perder la calma ante la lluvia de objetos arrojados en mi dirección.

-Porque podíamos. – Dije encogiéndome de hombros después de esquivar un tenedor. – Y porque quiero saber quién es tan idiota o tan confiado como para proveer mercancía ilegal a un Alfa; un lobo así de decidido le vendría bien a la causa.

-¿Te refieres a TU causa? – Preguntó Troy mirándome desaprobadoramente.

-NUESTRA causa. – Dije en confirmación mirando a mi primo y a Kara.

-A mí ya no me metas en tus asuntos, yo he renunciado esta mañana. – Dijo Kara rodando los ojos.

-¿Y qué haces comiendo en nuestra mesa entonces? – Pregunté curiosa.

-Aún no me han pagado por mis servicios. – Dijo volviendo a su comida. – Pensaba robar algunos adornos de los pasillos si te negabas.

-¿Quieres que te pague por ir solo a una misión?

Probando el destino del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora