Mi Maestro ; ym

19

La mirada de Yoongi estaba buscando, casi cautelosa.

Jimin lo miró, esperando... No sabía por qué. ¿Qué sintiera algo diferente? Desafortunadamente, tal como había temido, tener bloqueadas sus hormonas de retroceso no cambió nada sobre sus sentimientos.

Todavía amaba a este hombre: desesperadamente, sin esperanza, estúpidamente, no importa qué.

—¿Jimin? —Yoongi dijo, mirándolo—. ¿Me recuerdas?

La mano de Jimin se hizo un puño. —Eres un imbécil tan egoísta —dijo. Salió más cariñoso de lo que pretendía. Se rió entre dientes, odiándose a sí mismo por su incapacidad para estar enojado—. Uno pensaría que serías feliz sin mí y mis desagradables emociones constantemente comprometiéndote, pero no, aparentemente no. ¿Cuál es el problema, Maestro? ¿Te apegaste?

Yoongi no parecía desconcertado en lo más mínimo. Continuó mirando a Jimin con la misma mirada intensa y codiciosa.

Luego levantó las manos y acunó la cara de Jimin.

—Te acuerdas de mí.

Jimin lo fulminó con la mirada.

—Todavía me amas —dijo Yoongi con la misma mirada inquietantemente codiciosa—. Está bien, Jimin.

Muy bien, Jimin definitivamente estaba enojado ahora.

—Jódete, Maestro —gruñó—. Serme amablemente permitido amarte no es suficiente para mí. Vete. No iré contigo a Hronthar. Como todavía tengo bloqueadas mis hormonas de retroceso, puedo superarlo. Voy a superarte. Vete. Lamento haber perdido tu valioso tiempo y pedirte que borres mis recuerdos para nada. Como siempre, tenías razón: era una mala idea. Es mejor si nos evitamos de ahora en adelante...

Yoongi lo besó.

Jimin quería alejarlo; él realmente lo hizo. Pero parecía que se estaba muriendo de sed y que acababa de recibir un vaso de agua. Un pequeño gemido salió de su boca, y se lanzó hacia adelante, devolviéndole el beso hambriento, incapaz de calmar la sed dentro de él. Su vínculo se abrió, latiendo con te extrañé, te necesito, te extrañé, te necesito.

Cuando finalmente se separaron para tomar el aire que tanto necesitaban, ambos estaban sonrojados y respirando con dificultad.

—Hablas demasiado —dijo Yoongi en su mejilla, sus manos todavía acunaban la cara de Jimin—. Hablas demasiado y eres excelente para irritarme. Debo estar loco para que realmente me guste.

Jimin parpadeó, inseguro de estar entendiendo eso correctamente.

—¿Me extrañaste? —Dijo, su voz más pequeña de lo que le hubiera gustado.

Yoongi se echó hacia atrás, su expresión un poco tensa. Él permaneció en silencio.

Jimin se burló, alejándose.

—Necesito palabras, Yoongi. Tu mierda de 'No siento emociones' ya no va a ser suficiente. Habla o déjame en paz —Su voz flaqueó y esperó que Yoongi no lo notara. Tenía que ser firme.

—No sé cómo hablar de esas cosas.

Contracciones. Yoongi usaba contracciones solo cuando estaba enojado, o incómodo o muy molesto por algo.

Jimin ladeó la cabeza hacia un lado y lo miró por un momento. Tal vez no era que Yoongi no tuviera sentimientos profundos; quizás el problema era su incapacidad para comunicarse sobre ellos después de años de erradicar cuidadosamente cualquier emoción fuerte. Tal vez solo necesitaba relajarse antes. Perder ese control de hierro.

—Está bien —dijo, su voz más suave—. Tengamos una conversación honesta. Comenzaré, para hacerte las cosas más fáciles. ¿Sabes que tenía dieciocho años cuando comencé a masturbarme pensando en ti?