🔗Capítulo 11🔗

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Una locura

Artemisa Morelli

Salgo de mi closet ya con el vestido que he escogido para esta noche puesto, tomo asiento frente a mi peinadora y examino cada parte de mi cabello rubio el cual como siempre se encuentra ondulado.

- No sabes lo mucho que me alegra saber que lograste cerrar ese negocio en Georgia.- mi madre como siempre entra a mi habitación sin tocar la puerta.

Se detiene detrás de mí cerca de mi enorme cama y examina mi vestuario.

- Te conviene que tu esposo se mantenga feliz con mis acciones.- tomo el rímel y lo aplico en mis pestañas, mis pestañas son largas, pero me gusta darle más volumen.

Toma un enorme cojín de mi cama y lo abraza mientras toma asiento en una esquina de mi cama.

- No lo tomes a mal Artemisa, pero necesito que resaltes ante Atenea, ella siempre roba la atención de tu padre y eso no es justo.- niega con pesadez.

- Podré mantenerlo conforme con mi comportamiento y todo lo que quieras, pero eso no va a cambiar el hecho de que Atenea es su hija verdadera y yo no, por lo tanto, siempre se robará su atención.- escojo el labial que pienso combinar con mi vestido negro de cuero.

- Pero te quiere como una hija y eso es suficiente.

- Da igual, la realidad es otra y desde pequeña la entendí.- escojo un labial rojo vino mate, amo los labiales mates, tengo una interminable colección de labiales de ese tipo en mi maquilladora, en el baño, en todas partes.

Mi madre se levanta y se detiene detrás de mí.

- No me gusta la forma en la que miras al prometido de Atenea, desde el primer día pude darme cuenta en la cena.- arregla mi cabello con sus dedos.

Sabe como peinar mi cabello, me gusta que lo haga, es la única que sabe arreglar mi cabello como a mí me gusta, deja de peinarme y coloca ambas manos sobre mis hombros.

- Eso no me importa mamá, lo miro como deseo hacerlo, eso es todo.

- Sé que te gusta y eso no puede ser.

- ¿Por qué no puede ser?- pregunto un tanto irritada.

- Atenea es como tu hermana, eso está mal visto ante todo el mundo, además si tu padre se entera de algo así es capaz hasta de matarte, no quiero ni imaginarlo.- pasa las manos por su cara.

- No me importaría morir, al final no pienso dar brazo a torcer con lo que deseo.

- Voy a imaginar que estás jugando, porque en mi cabeza no cabe que lo que dices es cierto.- niega y camina por mi habitación observando cada detalle de la misma.

Sed de PecarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora