🔗Capítulo 32🔗

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Un nuevo comienzo

Artemisa Morelli

Dejo todo lo que pertenece a esta casa, no quiero cargar con nada que tenga que ver con esta familia, ya no utilizo a los hombres de seguridad, tomo mis cosas yo sola, sin ayuda de nadie, salgo con las tres maletas y mi bolso.

Presiono el botón de la llave del auto para que abra la parte de baúl, subo la primera maleta con cuidado, esta pesa mucho, no tengo la fuerza suficiente para subirla con una sola mano. Escucho como alguien se acerca a mí, con solo sentir el olor del perfume sé que se trata de Artemis, no dejo de subir la maleta, prosigo haciendo mis cosas.

― ¿Por eso querías un pedazo de cabello de Adamia?

Termino de subir la primera maleta, me acerco a la segunda y la arrastro hasta acercarla al baúl, la tomo por un extremo y lo miro para responderle.

― No debería darte esa respuesta, ya que es un tema que no te concierne, pero como me ayudaste con ello, mi deber es responderte.― tomo la maleta por los dos extremos y la levanto con cuidado.― Sí, por eso te pedí la muestra de cabello, sospechaba de Adamia.

― Siempre supe que tenías el corazón de piedra, pero nunca llegué a pensar que fueras así realmente.

Por primera vez en todo el tiempo que llevo viviendo con él puedo notar un atisbo de tristeza en su mirada.

― ¿Qué es lo que te duele? ¿Qué no quiera a este bebé? ¿O qué me haya acostado contigo y Alessandro a la misma vez?

― Nunca planeamos tener un hijo, sin embargo, nunca pude imaginar que serías capaz de acostarte con el prometido de tu hermanastra.

― Hay muchas cosas de las que puedo ser capaz que ninguno de ustedes conoce.

Termino de subir mis maletas, cierro el baúl y camino hacia la puerta de piloto para marcharme.

― No importa hacia donde vayas, mi hijo se va a quedar conmigo cuando nazca.― evita que abra la puerta del auto.

Niego con una sonrisa.

― El niño se va a quedar conmigo, soy su madre y aunque no lo haya deseado, no pienso dejarlo contigo cuando tiene una madre.― quito su mano de la puerta.― Ninguna mujer va a cuidar de mi hijo, eso lo haré yo.

― Eso lo veremos.

― Puede que sí, me divertiré lo suficiente.

Entro al auto y conduzco a toda prisa por la ciudad, la casa de mi padre se encuentra en una localidad difícil de acceder para quienes no la conocen, kilómetros antes de la casa hay una entrada monitoreada por seguridad, no es fácil acceder a mi padre, de eso pude darme cuenta la segunda vez que compartí con él.

*        *        *

Los hombres de mi padre me ayudan con mis cosas, mi auto tuve que dejarlo calles antes de llegar, no sé si mi auto se encuentra interceptado y ellos puedan dar con nosotros, a partir de ahora estamos en guerra y no puedo confiar en ellos, soy su enemiga, debo cuidarme muy bien la espalda.

― ¿Dónde dejaste a tu madre?

Mi padre sale mirando a ambos lados en busca de ella, a pesar de todo seguía con la ilusión de volverla a ver, pero mi madre es una cobarde, la cual se enamoró de la peor basura de este mundo.

― Lo eligió a él, no te preocupes por ella.― me acerco a él.― De ahora en adelante solo seremos tú y yo contra el mundo.

― ¿Te siguieron?

Sed de PecarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora