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Becky hizo algo que se prometió no hacer nunca; buscó a Freen, ella misma.

No lo negaba, su anterior actitud también le pareció insoportable y Freen, sabiendo que era un poco sensible, no merecía un trato de mierda como ese que Becky aplicó.

Entre sus opciones, la cafetería y la biblioteca eran uno de los lugares más acertados donde creía que podía estar la mayor, pero a juzgar por la situación sabía que Freen se fue a la biblioteca a esconder su sensibilidad en páginas de libros aleatorios.

Al entrar, llenándose de un silencio prácticamente perfecto, buscó a Freen con la mirada por todo el alrededor.

Esperaba verla entre las pocas estanterías de libros o probablemente en alguna de las mesas de lectura, apoyada sobre su mano leyendo el libro que fuese.

Al encontrarla en el pasillo entre las estanterías tres y cuatro, Becky esbozó una sonrisa encaminándose hacia la mayor, la cual acercó el libro hasta su nariz para oler las páginas. Un gesto curiosamente adorable.

— Freen. — llamó.

Ésta alzó su mirada en dirección a la menor, forzando su mejor sonrisa que sin duda alguna era fingida. Se estaba presionando a no verse dolida.

— ¿Qué lees? — susurró por el ambiente.

Se acercó y Freen cerró el libro para poder mostrarle la portada a la rubia.

— "Nosotros en la luna". — leyó Becky. — Es bonito el nombre.

— No lo he leído — respondió. — Tampoco pensaba hacerlo.

En el instante en que dejó el libro en su lugar, con intenciones de irse de allí cuando la presencia de Becky le provocó un nudo en la garganta, la mencionada detuvo sus pasos agarrándola de la muñeca.

Freen volteó.

— Perdón. — se lamentó, acercándose un poco a la mayor. — No debí hablarte así, tampoco sé por qué lo hice.

— No te disculpes, está bien. Yo no debí interrumpir.

— No te culpes de cosas que yo misma he hecho. Aún así estuviese hablando con Jaidee, no me daba derecho hablarte tan mal como lo hice. — acarició sus nudillos. — Perdón.

— Está bien, Becky — Freen se forzó a sonreír. — No te preocupes.

— No quiero que te sientas mal por mí.

Esas palabras quedaron atoradas en los oídos de Freen, analizando esa frase completa buscándole la mentira o siquiera intentando justificar el mal trato que Becky podía tener a veces hacia ella.

Aún no entendía como seguía siendo una idiota a sus pies diciéndole cosas demasiado lindas y ella no lo apreciaba.

— Becky, ¿te molesta mi presencia? — interrogó.

— Bastante.

El decirlo jugando con una sonrisa no fue con el mismo significado para Freen, a la cual le brillaron los ojos dolorosamente y Becky se percató de ello.

La de cabello naranja se sintió culpable. Quería muchísimo a Becky y lo que menos quería era incomodarla.

— Bueno, en realidad no me molesta. — contradijo.

— ¿Qué no te gusta de mí? — preguntó nuevamente.

— No me hagas decirlo otra vez. — suspiró.

— Dímelo, por favor.

— Ya sabes, Freen. No me gusta lo cursi y tú lo eres demasiado.

"Mentira, me gusta lo cursi viniendo de ti".

— ¿Sólo eso te molesta?

— Umm, podría decir que si.

— ¿Y qué harías si dejo de ser tan cursi?

Freen perdería esa sensación tierna en su interior por los comentarios de Becky.

En el instante en que Freen dejase su cursilería, Becky no lo agradecería, pero fingiría que si porque hasta eso quiso llegar.

— No puedes dejar de ser cursi, Freen.

— ¿Y si fuese como el grupo de Jaidee? — eso la tomó por sorpresa. — ¿Lograrías soportarme un poco más?

— No vas a cambiar por mí. — acarició su mejilla. — Hagas lo que hagas, seguirás siendo la misma chica cursi que conocí desde el jardín infantil.

Freen tragó dolorosamente. — Q-Quiero enamorarte.

— ¿Uh?

— Pero no quieres a alguien cursi, y yo lo soy. — murmuró. — Y con eso sé que aunque me desvanezca buscando el halago más bonito para ti o buscando mil maneras para cambiar y ganarme tu corazón, seguiré siendo una perdedora en este juego.

𝗖𝘂𝗿𝘀𝗶 - 𝗙𝗿𝗲𝗲𝗻𝗯𝗲𝗰𝗸𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora