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La razón por la cual Becky "odiaba" las cosas cursis, era únicamente porque consideraba demasiado estúpido ese tipo de cosas.

¿Para qué encariñarse tanto con alguien, si en algún momento ese alguien te iba a dejar?

Ese era su pensamiento cada que una persona le decía halagos o intentaba coquetear con ella a base de eso. No es que no lo soportase, o tal vez sí, pero si podía quitar algo del mundo serían las millones de frases cursis que existían.

Pero tras ello, no podía quitar a Freen. La chica más cursi que conoció en su corta vida.

Y es que no era una chiquilla insoportable, le agradaba enormemente estar con ella — aunque no lo demostraba —, pero sus frases y halagos solían sonrojarla demasiado. Odiaba ese hecho, y por eso se proponía odiar a la mayor.

Aunque fuese una cosa estúpida de intentar.

— Hey, Beck.

Al oírla, suspiró pesadamente. — No me digas así.

— Vamos, no seas amargada. — Freen dejó a su lado una caja de leche. — ¿Estás ocupada hoy en la tarde?

— ¿Te importa?

La de pelo naranja estaba acostumbrada a ese hecho; el rechazo de Becky. Siempre se mostraba así ante ella.

— Te lo pregunté porque me importa. — respondió lógicamente.

— Para ti no. — negó. — Definitivamente no estoy libre para ti ningún día.

La mayor suspiró divertida. — ¿Por qué no?

— No quiero salir con una cursi como tú.

— ¿Alguna vez saliste con alguien como yo?

— No necesito hacerlo.

— ¿Y si te digo una frase linda? — murmuró en un aire coqueto.

Becky se encogió de hombros.

— Ven y quítame las ganas de abrazarte y cuidarte por lo que me resta de la vida. — soltó Freen.

Se negaba a reaccionar, pero por dentro su corazón saltaba de emoción y sus ganas de sonreír eran incontrolables.

Mordió su labio inferior cuando, inconscientemente, la sonrisa quiso hacerse notar.

— Bueno... — Becky suspiró, alejando su vista de su libro y colocándola sobre Freen. — ¿Solo eso?

— ¿Quieres que te diga otro?

— No, simplemente pensé que tendrías más creatividad.

— Puedo decirte uno mejor.

Sin pensarlo accedió con un alzamiento de cejas.

— Me gustas, Becky — afirmó.

— Eso no es un halago. — respondió un poco nerviosa, pensando que quizás eso era mentira. — ¿D-De verdad?

— Me gustas, Beck... es completamente verdad.

Becky se sonrojó.

𝗖𝘂𝗿𝘀𝗶 - 𝗙𝗿𝗲𝗲𝗻𝗯𝗲𝗰𝗸𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora