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— ¿Sigues con esa idea de que te haga un hijo?

Becky se ahogó con el agua.

— ¿Q-Qué mierda?

— Yo no puedo embarazarte, Becky. No tengo... ya sabes, esa cosa abajo.

— ¡Freen-yah! — le reprochó sonrojada, hasta un nivel que daba risa. — Y-Yo no te pedí eso.

— Sí lo pediste, desde que cambié mi estilo. — Becky se hizo la que no recordaba. — ¿Esas son maneras de halagar?

— B-Bueno... no es cursi. — se encogió de hombros. — No me gusta serlo y mi manera de decirte que te ves hermosa es así, pero no es algo literal, ¿entiendes?

— ¿Sigues pensando que soy una idiota cursi? — preguntó apresuradamente.

Freen tenía su autoestima un tanto destrozada, para ella la aprobación de otros era más importante que la suya misma por la razón de que a su propio criterio, no era una chica merecedora de halagos o siquiera que le dijeran que es linda. Por esos motivos es tan tímida y también le gusta halagar a quien se lo merece, como Becky.

Nunca se tuvo demasiado aprecio a sí misma, prefería dar todo ese pequeño cariño que sentía a alguien que realmente lo mereciera. Una persona que pudiera apreciarlo mucho mejor que ella.

No estaba segura si Becky era la chica indicada, pero hasta que no dejase de volverse loca por ella, no dejaría de tener ese pensamiento erróneo.

— No... — murmuró la menor.

— ¿Me sigues odiando?

— Jamás te he odiado. — Becky acarició su mano suavemente por unos segundos, así volteó al sandwich en su mesa para comerlo.

— Si yo... yo llego a ser cursi, ¿seguirás aceptando que guste de ti?

La menor sabía que había hecho de Freen, un desastre emocional. No estaba agradada con ello, mucho menos orgullosa y en absoluto estaba de acuerdo con que Freen pasase de ser una chica adorable con halagos hermosos, a ahora ser una solitaria, reservada y una persona para nada cariñosa.

Asumiría la situación: extrañaba escuchar esas palabras bonitas de Freen. Sentir que para ella, era la cosa más única que pudo pisar la tierra y volver a sentirse segura bajo sus brazos, pero no podía hacer nada. Ella quiso que Freen dejase de ser cursi y lo logró, ¿para qué se arrepentiría si no es quedar en ridículo?

— Sabes que pienso al respecto... — Becky voltea en su dirección. — No me gusta la gente cursi.

— Pero yo...

— Eres hermosa, Freen. De verdad lo digo, pero... simplemente no me gusta lo cursi, eso implica que no me gustas. Ahora me gustas más que antes.

Todos tienen su propio límite de aguantar las cosas. Todos tratamos de limitarnos un poco a situaciones donde creemos tener el control de la situación, cuando de repente te das cuenta y pierdes la noción de lo que haz estado haciendo por estar cegado con otras cosas.

Ya cuando te percatas de tu error, no sueles reaccionar de la mejor manera.

O así lo sintió Freen cuando esas palabras de Becky torturaron sus oídos y aquellos ojos que podían estar ilusionados con la cercanía de la menor, pasaron de tener un aire doloroso y culpable. Su autoestima se rompía con cada palabra de Becky.

— ¿Dices que si yo vuelvo a ser como antes, realmente me dejarás así de ilusionada? — la menor hizo contacto visual con la mayor.

Arrepentida se vio cuando aquellos ojos le dieron como alfileres en el corazón.

— Freen, no llores. — pidió.

— ¡No me digas que hacer o no! — exclamó de mala forma. — Trato de ser menos cursi para ti, para que me aceptes, para que al menos puedas darme una oportunidad y puedas darte cuenta que una mala persona no soy, pero lo arruinas. He hecho mucho por ti, Becky. Nunca he hecho algo por mí, ¡cambio por ti únicamente para que me aceptes! — la señaló.

Tan solo verla completamente rota frente suyo por su misma culpa, hacía que Becky entrara en un hueco sin fin donde se veía cada vez más lejos de Freen.

— Esto rompe el pilar más estable de mi autoestima, ni siquiera sé que es darse amor propio a uno mismo porque todo mi jodido amor te lo he dado a ti, ¡pero no te importa! ¡Jamás te han importado las cosas que hago por ti, solo porque soy una chica cursi que amaría decirte cada momento de tu vida que eres hermosa, que mereces mucho más de lo que yo te podría dar y que me encantaría hacerte feliz! ¿Qué tiene de malo eso? Dímelo por favor, ¿dónde está mi error ahí? Así podré entender por qué odias el simple hecho de que te diga cosas bonitas, ¡ni siquiera te he dicho algo sexual!

Silencio. Eso era lo que Becky transmitía con su sola mirada clavada en la de Freen viendo como la mencionada se desvanecía frente suyo, por su simple y única culpa.

— N-No quiero intentarlo más. — susurró. — Lo he hecho toda mi vida, pero estoy cansada de tratar de encajar en tu estándar. — su voz estaba rota. Rota solamente por Becky.

Siempre se rompió un poquito más a causa de Becky, pero acabar así sólo fue consecuencia de las millones de veces que aguantó encariñarse con la menor.

— Simplemente no puedo... — sollozó nuevamente, limpiando sus mejillas con su chaqueta. Ésta le incomodaba demasiado, no era su estilo. — No puedo seguir tratando de alcanzarte, estás... estás demasiado arriba, Becky. Me estás exigiendo demasiado y no puedo llegar a lo que tú quieres que sea.

De nombrarla, simplemente le callaría la boca. Prefería quedarse callada culpándose por toda la mierda que pudo haberle hecho pasar a Freen.

— No sé que merezco realmente, si es algo bueno o malo, pero Jaidee tenía razón...

Freen se levantó de la silla, tomando su mochila fuertemente para darse media vuelta y no mirar hacia atrás dejando a Becky.

— No merezco perder lo único que aprecio de mí por alguien como tú.

𝗖𝘂𝗿𝘀𝗶 - 𝗙𝗿𝗲𝗲𝗻𝗯𝗲𝗰𝗸𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora