Al día siguiente, ambas amanecieron con las piernas entrelazadas, la reina tenía la cabeza enterrada entre el cuello y la maraña de pelo rebelde de Emma, uno de sus brazos se aferraba fuertemente a su pecho, y una pierna estaba encima de las piernas de la rubia.La calidez que emanaba la rubia era exasperantemente buena, lo cual hizo el trabajo aún más difícil para que la reina se despertara.
Los rayos de luces se colaban en la abertura de la cortina por la ventana, la reina frunció las cejas, tenía un fuerte dolor de cabeza, un palpitar insoportable. De a poco fue recordando todo lo que pasó ayer. Se había ido furiosa con Granny y Ruby, eran las únicas personas con quien podía hablar sin que sintieran miedo.
Ellas habían tratado de consolarla toda la tarde, sentía en ese momento unas ganas terribles de quemar absolutamente todo lo que se le venía en frente, nunca antes había perdido el control así, era como si una parte de la razón se fuera de repente y solo le llegaran pensamientos oscuros. Los mismos pensamientos que tenía antes de lanzar la maldición.
Ella le echaba la culpa a los celos, sí, sentía celos de Regina y miedo. Así fue que empezó, por primera vez a emborracharse como una campesina sin clase. Salió cada miedo y frustración después de la octava copa. También recordó la bochornosa escena que tuvo con Emma Swan.
Esa maldita rubia que se había colado en su vida como si nada. Esa rubia idiota que le había enseñado el significado del amor. Esa rubia descarada que en ese mismo instante la tenía rodeada entre sus brazos y la hacía sentir segura, en casa.
Casa... nunca había tenido un lugar al cual llamar casa, nunca se había sentido siquiera segura o amada, tampoco creyó que ella, la Reina Malvada, podría conocer y sentir amor de verdad, pensaba que no lo merecía. Pero con Emma y Henry sentía que no había cosa en el mundo que no merezca.
Y con esos pensamientos, el olor a canela, y el calor de Emma, volvió a quedarse dormida.
Mientras tanto, en ese mismo momento un diablillo tejía sonriente sin preocupación alguna, las cosas iban tan bien y ni siquiera lo habían sospechado. ¿Quién diría que una bruja dolida y despechada podía hacer tantas cosas por amor?
Sí, él había dejado los ingredientes al alcance de Regina, y sí, había una razón importante para eso. Ahora solo tenía que esperar, otra reina movería las piezas del ajedrez y el estaba encantado por jugar.
Tic tac, el reloj estaba avanzando y a una morena de a poco se le iba el tiempo. En menos de una semana esa morena ya no existiría, ya no sería un problema para él.
Definitivamente por amor, uno no accede a la razón, solo al corazón.
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"¿Mamá, crees que serás feliz si te casas con Hood? Aún estás a tiempo sabes, te quedan unos días para cancelarlo." Henry estaba acostado en la cama de Regina, abrazándola, desde que habían salido de la clínica no se había despegado de ella. Regina estaba emocionada, lo había extrañado.
"Henry, ya hemos hablado de eso". Dijo suspirando y acariciando su pelo, había crecido tanto.
"Lo sé mamá, pero... No eres feliz". Murmuró.
"Lo soy cariño, soy feliz cuando te tengo, soy feliz con... El". Regina era una mujer de palabra, eso creía. Pero al pensar en estar en el altar, no veía a Robin en la estampa, a no ser que el sea una rubia, con vestido blanco y una sonrisa de superioridad y grandeza.
"Y si Emma viene e interrumpe tu boda, o te pide que no te cases. ¿Lo dejarías?". Henry tenía en su rostro la misma sonrisa come mierda de Emma.
Había pensado tantas veces en que la rubia interrumpía su boda como una cavernícola y le secuestraba del altar. Pero ayer, con la confesión de Emma, cualquier ilusión que tenía se había esfumado, la rubia no volvería a ser suya.
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Un Nuevo Comienzo (Swanqueen)
FanfictionDespués de la llegada de Robin, los sentimientos de Regina empiezan a cambiar nuevamente y afecta su relación con Emma, sin saber que puede perder su final feliz. Por otro lado, una nueva persona con labios color vino y mirada perdida aparece, luc...