El Vuelo Del Fénix: En Llamas - Trilogía Fénix (#2) [+18]

CAPITULO 21

Capitulo 21

Siena

Pasó como lo pronostique.

Me estoy matando internamente.

Estoy mirando el techo de la habitación de hotel donde hacemos metidos. Después de lo ocurrido anoche volvió a suceder y lo peor es que me ha encantado demasiado. Definitivamente Tob Kendrick tiene algo, él me maldijo o que sé yo.

Así que solamente me toca ver el techo tratando de acomodar las piezas del rompecabezas, osea de mis sentimientos. Él solo puede respirarme en el cuello para que ya me haga sentir las mariposas en mi estómago.

Si un tiempo atrás me fueran dicho que él tendría este efecto en mi no lo fuera dejado entrar, pero ahora mismo ya no puedo pensar con claridad. Solo de que debo levantarme y saber quién rayos es quien nos está siguiendo para después ver si Brian ya apareció. Me incorporo dejando escapar un quejido para entrar en el baño y cambiarme.

Estoy de todas madres, osea fatal. Tengo los labios enrojecidos, un chupete muy presente en mi cuello y clavícula, sigo bajando la mirada a mi cuerpo pálido y desnudo para ver las marcas de sus dedos en mi cintura y si sigo bajando para verme el trasero estoy más segura que tendré marcada su mano en el por los azotes que me dió cuando tuvimos el segundo round. Vuelvo a mirarme a el espejo, perdida.

No sé qué carajo estoy haciendo con él.

No sé que estoy haciendo cuando los dos estamos follando.

No sé que estoy haciendo volviendo a entregarme a él cuando dije que no volvería a caer.

Tanto que juzgue a Tessa por caer siempre a Hardin y yo terminé siendo igual. No sé cómo apartar la maldita tensión sexual que hay entre él y yo, y creo que lo peor es que terminé encantandome. Cierro los ojos para recordarme de lo que pasó otra vez anoche y me aferro de el borde del lavabo.

—Eres un estúpido de mierda, Tob Kendrick. No lo volveré hacer y punto.— dije cruzandome de brazos y mirándolo fijamente, pero él solo me miraba el cuerpo desnudo.

—Ni tú te crees esa mentira, Siena.

—Maldito.— murmuré bajando la mirada a mis pies.

—Pero que boca la tuya, Siena. Estoy más que segura que con ella puedes hacer miles de cosas.— dijo y yo solo me dediqué a mirar al suelo.

Me imaginé mirarlo y arrodillarme entre sus piernas para hacerlo sufrir, para que supiera a la perfección que puedo hacer con la boca aparte de lanzar pestes a todo mundo. Pero en de vez eso me incliné hacía otra parte.

—Si ¿Por qué no le preguntas a Eduardo que hice con ella? Estoy más que segura que te dará todos los detalles.— mentí y solo fue cuestión de tiempo para llegar hasta donde hacía parada.

—¿Que has dicho?— dijo y yo lo miré de forma retadora.

—Ya me has escuchado, imbécil de mierda.

—Debería castigarte por mentirme en mi cara.— dijo tomando mi barbilla para subirla.

—No te estoy mintiendo.

—¿Segura?

Y fue cuando desvíe la mirada para que él se diera cuenta de que si le estaba mintiendo en la cara. Tobie cerró el espacio que había entre nosotros para chuparme los labios. Lo tome de la nuca, atrayendolo a mi para después me hiciera caer a la cama boca abajo. Besó mi espalda hasta hacerme levantar las caderas.