Parte única.

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Estaba en el tren de la noche por una razón, para sentarse a contemplar su dolor. Regulus no podía saber en qué momento todo salió mal. 

Oh espera, sí puede. 

Las multitudes estruendosas le daban dolor de cabeza, pero los silencios sepulcrales le recordaban a su casa y a la solitaria niñez que lo acompañó, no estaba seguro de cuál era peor. Tal vez fue por eso que James lo llevó a ese pequeño restaurante, no muy lleno para espantar al alma arisca que era Regulus, pero no tan solitario para recordarle todos los problemas en su pequeña juventud. 

Unos músicos tocaron una pieza, la que sonó la primera vez que se conocieron. James, con su gran sonrisa lo invitó a bailar, Regulus acepto encantado

En medio del baile hizo una pregunta que lo dejó helado: Regulus Black, eres el hombre más maravilloso que conozco y conoceré, tengo todo un discurso preparado pero esto es lo que me sale del alma, ¿Te casarías conmigo? 

Soltó su mano mientras bailaban. Su corazón latía sin control, estaba seguro que podía sentirlo contra sus costillas, sin embargo, el sentimiento no era de regocijo. No sabe cómo miró a James, pero eso fue suficiente para sentir el corazón destrozado del chico de ojos verdes. 

Lo dejó ahí parado, en medio de un salón de baile que se sentía más inmenso de lo que en realidad era. Nadie avecinó la caída.

 Sabía el alma planificadora de James, sabía que todo lo que planeo era perfecto. 

Probablemente llevaba el anillo de compromiso de su madre en el bolsillo, ese que acompañó a los Potter tantas generaciones. Dolía tanto saber como le estaba rompiendo el corazón y alma a James. 

Oh James. 

James, que siempre llevaba su fotografía en la cartera porque: Tengo que llevarte a cada lugar al que voy para recordar que siempre voy a tener a quién amar. 

Pequeños problemas. 

Regulus sopló aire gélido en aquella lúgubre calle. Sollozó un poco, solo para decir a sí mismo: Su corazón era de cristal, yo lo tiré

Pequeños problemas

Sabe que después de eso James ofreció a pagar el transporte de regreso a casa. Sabe que fue un viaje extraño, ni siquiera incómodo. Solo, extraño

Las cosas con James jamás habían sido extrañas

Tal vez sí con Regulus. Era lo que solía decir su padre ¿No? Que era un muchachito extraño. Tan extraño que rechazaba la propuesta de matrimonio del que era el amor de su vida. Ni siquiera se atrevía a ver a los ojos a James, no se sentía preparado para encontrar el dolor en su mirada. 

Nadie consideraría esa respuesta. 

Entraron a su pequeño hogar. Lo que menos Regulus esperaba recibir era un pequeño grupo de familiares y amigos cercanos, todos con grandes sonrisas al pensar que esta noche tuvo el final que esperaba. 

A Black no le sorprendía. James lo contó a su familia por una razón, simplemente la emoción era demasiada para contenerse. 

Hubo un  borrón de felicitaciones, abrazos y sonrisas. Sirius sonreía al lado de su novio Remus, mientras abría una botella de champagne. 

Dom Perignon, por su puesto que trajo Dom Perignon. 

James cortó todo de raíz en una simple frase: No nos vamos a casar.  

Ahora nadie estaba celebrando. No hubo una audiencia o amigos que aplaudiera. Escucho a algunos de los amigos de la ciudad natal de James decir escépticos: Cosas  de los nervios de la boda, problemas sin significancia. 

Champagne Problems. (Jegulus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora