Capítulo V: Menos hombre

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A la final Lewis decidió llevarse a Checo a otra parte, notó lo incómodo que el mexicano se sintió apenas llegaron al motorhome de Red Bull y esa fue razón suficiente para jalar su brazo, alejándolo por completo del lugar.

Se pudo dar cuenta que la cara de Verstappen estaba por todo lo que se relacionaba a la escudería austriaca y aquello le pareció extraño, ¿Por qué aparecía solo Max si Checo también había logrado una gran hazaña durante la carrera?

Obligó a un distraído Sergio a subirse a su auto, para llevárselo hacia el hotel que sabía que compartía con él y otros cuántos pilotos. Aunque no le agradaba mucho la idea de conducir y prefería que alguien más lo hiciese por él, este caso era una excepción, el mexicano se encontraba tan apartado de la realidad y, al parecer afligido, que no podía decirle que condujera, sería algo irresponsable.

Ni siquiera supo en qué momento llegaron, pero, una vez aparcó su auto, obligó al piloto de Red Bull a salir y ambos se encaminaron hacia un pequeño salón que poseía el hotel, por la hora y la exclusividad del lugar, sabía que nadie se encontraba ahí, así que podían estar en paz y tranquilidad por un rato.

— ¿Dónde estamos? —un dudoso Checo le preguntó, mientras miraba el lugar con el ceño fruncido.

—En el hotel —Hamilton respondió con rapidez, mientras se sentaba en uno de los sofás vacíos que decoraban el sitio.

Aquellas cuatro paredes estaban muy bien decoradas e impartían una sensación muy agradable en el ambiente, la mezcla de colores y la tonalidad de las luces, hizo que el británico sintiera un poco más de tranquilidad y esperaba que sucediera lo mismo con Sergio.

—Ah.

Checo inspeccionó un poco más el lugar, hasta finalmente sentarse en un sofá que no se encontraba muy lejos que el de Lewis y miró al moreno con atención.

— ¿Por qué estamos aquí?

— ¿Querías estar con la gente de tu equipo? —inquirió el piloto de Mercedes, elevando una ceja y posando sus ojos en los de Sergio.

La respuesta que recibió fue una negación.

—Entonces agradece el que te haya traído hasta aquí.

—Es verdad, gracias, Lewis —el mexicano habló cohibido y se encogió de hombros.

Un ensordecedor silencio se implantó en aquella sala, los dos únicos presentes apenas se limitaban a mirarse, pero nada más allá de eso. Era un poco incómodo, pero ninguno de los dos se atrevía a hablar, porque no sabían qué decir.

Para Lewis el comportamiento de Sergio seguía siendo extraño, aunque intentaba descifrarlo, el enigma iba haciéndose más y más grande, quería comprenderlo, pero se le hacía complicado por el hecho de que no lo conocía tanto. Sin embargo, podía darle una dirección exacta al problema que aparentemente tenía el mexicano y sabía que tenía mucho que ver con su escudería, quizás también con lo sucedido en la carrera.

Poco a poco el silencio fue haciéndose más irritante para los dos y daba la sensación de que los únicos que de verdad se comunicaban, eran sus ojos, por las miradas largas además de expresivas que se lanzaban. Era una situación singular, pues nunca habían permanecido en completo silencio durante tanto tiempo, usualmente sus momentos de interacción se resumían a discusiones o enfrentamientos verbales, por lo tanto, era algo atípico para los dos.

—Mira, no sé qué es lo que te pasó, pero te traje porque parecías estar muy incómodo —Hamilton rompió el silencio formado, carraspeando y estirando unas cuantas mechas de cabello que se soltaban de su coleta.

Jugó con el piercing de su nariz sin quitar los ojos de Sergio, expectante de algún tipo de respuesta a sus palabras; era exageradamente desesperante la situación, el británico no sabía cómo entablar una conversación sana y sostenida con Checo, así que no tenía ni la más mínima idea de cómo actuar.

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