Capítulo VII: Comida japonesa

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Ver la celebración de su compañero de equipo desde el garage, le resultaba algo extremadamente frustrante, además de atosigante. Aunque se había esforzado mucho para lograr un buen desempeño en la carrera, la terminó en el quinto lugar.

No se dignó a unirse al conjunto de personas que observaban la celebración en el podio, porque no tenía ganas de hacerlo; se sentía extremadamente cansado física y emocionalmente, que tenía la sensación se haberse bloqueado a sentir algún tipo de emoción, al menos durante ese preciso momento.

Max lucía tremendamente feliz con su premio y era de esperarse, pues quedó en el pole de la carrera en la que corría como local. Era un orgullo para el equipo y su propio país, así que en parte, Sergio lograba entender porqué la atención estaba plenamente enfocada en él. De hecho, nadie preguntó porqué no había hecho acto de presencia entre el público, por un momento se volvió completamente invisible para todos, pero lo entendía por completo.

Cuando todo se terminó caminó por el paddock en busca del motorhome de su escudería, pero durante aquel trayecto fue acompañado por alguien más, que lucía igual o más frustrado que él. Lewis ya no llevaba puesto su traje y su cabello continuaba recogido, el británico estaba en un estado de ensimismamiento que le sentó muy bien a Sergio al menos por unos minutos, pues no tenía a nadie preguntándole cómo se sentía tras lo sucedido, evitándole dar explicaciones que sinceramente no quería dar, al menos no en ese momento. Detestaba hablar de cómo se sentía y mucho más mostrarse vulnerable.

Sin embargo, era demasiado angustiante pasar junto a Lewis, sin siquiera hablar. Sin alguna discusión o intromisión por parte del contrario.

— ¿Te ha pasado algo? —así que él mismo rompió con aquel ensordecedor silencio.

Los ojos cafés del piloto de Mercedes instintivamente lo miraron y se quedaron fijos en él durante un largo periodo de segundos.

Lewis abrió una lata de Monster y dio un largo sorbo al contenido, para luego aclararse la garganta.

—Nada en especial —contestó de forma rápida.

—Es que como no estás hablando...

—No siempre hablo —añadió a la conversación, desviando por completo la mirada.

El piloto mexicano se limitó a asentir en plan de respuesta y de nuevo permaneció en silencio, era obvio que Hamilton no quería hablar, así que no lo forzaría a hacerlo. Al igual que él, era consciente de que el británico también tenía sus conflictos internos e incluso cosas para pensar, era comprensivo con el asunto.

—Me doy cuenta que mi rendimiento ha bajado un poco este año —después de un largo periodo de segundos, escuchó el acento inglés del hombre a su lado —. No descifro qué es lo que pasa.

Lewis de nuevo bebió de la lata que tenía antes y suspiró.

—Quizás sea el coche, pero siento que es algo que va más allá de eso —explicó.

Sergio no sabía qué decirle, así que únicamente asintió en señal de comprensión a la situación que experimentaba el piloto de Mercedes.

— ¿Y si fue el accidente?

— ¿Perdiste la confianza o algo? —inquirió el mexicano después de unos segundos, mientras fruncía el ceño.

Hamilton negó en respuesta.

—Pero quizás me haya dejado algún tipo de secuela —contestó —. O no sé si es miedo.

—Probablemente sea lo segundo.

—Es ilógico, he pasado por accidentes peores que este, incluso Max en una ocasión subió el neumático de su coche sobre el halo del mío y nada como esto sucedió después —negó efusivamente, mientras miraba a Checo —. He estado tantos años en este deporte, como para asustarme por un accidente.

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