Capítulo IX: En el Reino Unido

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— ¡Hola mi hermano del alma, mi mejor amigo! —Carlos Sainz palmeó de manera brusca y sonora la espalda de Checo, apenas este se le acercó —. ¿Qué tal has estado? Siento que no te veo desde hace una eternidad.

—Eres un exagerado.

Sainz se rio y posó su mano en uno de los hombros de Sergio.

— ¿Cómo van las cosas en el Reino Unido?

Tras aquella pregunta, Checo sintió que no solo tenía una mirada fija en él, sino dos. Desde el sillón que estaba a un par de centímetros de distancia, Charles Leclerc lo miraba, atento a la respuesta que iba a dar.

—No he ido al Reino Unido desde Silverstone —respondió Sergio, mirándolo con extrañeza.

El mexicano se acercó hacia el sillón en donde estaba Leclerc, dejando atrás a Carlos y saludó al monegasco con un apretón de manos, para luego sentarse a su lado. A los pocos segundos, el español les hizo compañía. Los pilotos estaban prontos a dar la rueda de prensa del Gran Premio de Singapur, por lo tanto, uno a uno iban llegando al sitio, el cual, estaba abarrotado de gente, sobre todo periodistas.

A los pocos segundos una alta figura se posó frente a los tres pilotos, con una sonrisa en el rostro.

—Hola, muchachos —apareció Max y saludó a todos chocando su puño, sentándose junto a Sergio.

Carlos miró fijamente a Checo durante unos segundos, hasta que empezó a reírse solo y carraspeó.

—Perdón, me confundí, ¿Ya conquistase al británico? —dijo en tono burlón, haciendo reír al otro piloto de Ferrari presente.

Ambos estaban pendientes de Sergio, quien frunció el ceño ante lo que Sainz le había dicho. No entendía de qué hablaba, ¿Reino Unido? ¿Británico? ¿Conquistar? Por un momento se sintió muy desubicado. Es verdad que Carlos Sainz puede ser demasiado raro cuando se lo propone e incluso decir cosas sin sentido, pero en esta ocasión Pérez no entendía absolutamente nada.

Es porque está loco, fue lo primero que se le vino a la cabeza para justificar la extraña pregunta de su mejor amigo, porque carecía de lógica.

— ¿A qué británico va a conquistar? —esta vez quien habló fue Max Verstappen, el cual frunció el ceño de manera repentina.

Cuando su compañero de escudería terminó de hablar, todo hizo más sentido para el mexicano. Escuchar aquella pregunta otra vez, le hizo reaccionar.

— ¡Ahhhhh! —el de Red Bull expresó en voz alta y por lo bajo pateó al madrileño, quien tenía una extraña sonrisa en su rostro —. ¿Crees que es gracioso, Carlos?

—No es chiste, te lo pregunto en serio.

Las carcajadas de Charles Leclerc ambientaron la conversación y llamó la atención del par de ojos azules que estaban detrás de Sergio, los cuales no entendían absolutamente nada de lo que hablaban.

Repentinamente la imagen de Lewis apareció en la cabeza de Sergio e inconscientemente sonrió, aunque a veces no entendiera el doble sentido de Carlos y sus bromas extrañas, por un momento le agradeció por ser tan imprudente y hacerle pensar en el británico. Ellos no habían hablado físicamente desde aquella ocasión en la que salieron a comer juntos, pero habían mantenido el contacto por medio de mensajes.

Algo es algo.

Sergio entendía que Lewis debía estar muy ocupado con su escudería y entrenando, así que era consciente de que no debía entrometerse o distraerlo. El británico se toma muy en serio el automovilismo, además de su carrera como piloto de la fórmula 1, por lo que era demasiado importante para él el tener un buen desempeño y Checo lo sabía muy bien, más aún después de escucharlo hablar sobre cómo se sentía con respecto al monoplaza que conducía esta temporada y, además, por el accidente que había tenido hace poco.

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