Habían sido varios días llenos de frustración.
La doctora le había dicho a Lewis que tenía que tomarse un descanso de siquiera tres semanas, para tener una recuperación total de su lesión cerebral; eso significaba que no podía hacer actividad física a nivel excesivo y potente, mucho menos exponerse a situaciones de sumo estrés o que le lleven a sentir emociones fuertes.
Sin embargo, había viajado con su equipo hacia el lugar donde sería el próximo Gran Premio: Bélgica era la siguiente parada.
Si bien, no iba a ser partícipe en la carrera, insistió a muerte al menos acompañar al equipo con sus actividades, de hecho, tuvo que básicamente rogarle a su doctora para viajar a aquel país y, tras una revisión, obtuvo la aprobación de esta para poder irse con su equipo.
Ni siquiera una hospitalización tras un accidente que de milagro no le causó la muerte, le impedía alejarse del paddock o el automovilismo, Lewis Hamilton es un ser tan comprometido con su carrera que es increíble lo que puede hacer por ella.
— ¡Lewis! ¿Qué tal? —mientras caminaba a lo largo del paddock, escuchó una voz a sus espaldas.
De manera casi instantánea se giró a ver de quién se trataba, chocándose con la mirada de Charles Leclerc, quien venía acompañado de Carlos Sainz.
— ¿Cómo estás? —le preguntó el monegasco, caminando a paso rápido y dejando atrás a su compañero de equipo.
Lewis le dirigió una sonrisa.
—Estoy bien.
—Escuché que le rogaste a tu doctora para que te deje venir acá, ¿Es eso cierto? —Charles esbozó un par de risitas, mirando al británico.
—El chismoso de George se lo dijo —intervino Sainz, posicionándose al lado del otro chico de Ferrari —. Por cierto, hola.
Lewis le devolvió el saludo y luego miró al de ojos claros, quién tenía una sonrisa divertida en el rostro.
—No sabes lo horrible que es estar sin hacer nada, o bueno, sin hacer las cosas como las hacía antes —Lewis se encogió de hombros —. Mis entrenamientos son tan aburridos y fáciles, que me desesperan, lo hace peor el hecho de que no puedo correr hasta la otra carrera...Así que, de alguna manera tuve que colarme al viaje.
Se rio de su propia desgracia, mirando a los hombres que tenía en frente.
—Me siento inútil —dijo después de unos segundos.
—Cállate, Hamilton —una nueva voz se escuchó en la conversación.
Todos se giraron a mirar a la persona que había hablado de esa manera, notando que Checo Pérez se había acercado al grupo.
Lewis frunció el ceño.
— ¿Y tú por qué me mandas a callar? —le preguntó al mexicano, mirándolo de manera expectante.
—Porque quiero —respondió instantáneamente Sergio, elevando una ceja —. ¿Algún problema?
Los pilotos de Ferrari miraron con atención la escena que tenían de frente, Charles codeaba a Carlos, haciéndolo sonreír en reacción.
—El único problema aquí eres tú —dijo el británico, alejándose un par de centímetros del piloto de Red Bull, el cual se había posicionado a su lado.
—Me doy cuenta que ya volviste a la normalidad —agregó Checo, mirando de pies a cabeza a Hamilton —. ¿Ya nos recuerdas a todos?
—Lamentablemente nunca te olvidé.
—Aquí hay gato encerrado —Carlos le susurró a Charles, haciéndolo reír en reacción.
Por un momento, se sintieron invisibles en aquella situación. Los pilotos que tenían en frente estaban completamente sumidos en su conversación que se olvidaron por completo de ellos.
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Magnetic
Fiksi PenggemarTenían ese magnetismo como un imán, se atraían, porque eran opuestos. Se atraían por sus marcadas diferencias y pensamientos. Sergio creía que Lewis se había doblegado a la idea de ser buena persona y Lewis creía que Sergio tomaba todas las oportuni...