1

455 20 0
                                    

CAPÍTULO 1: Nuevo hogar.

Antes de la luz, sólo había oscuridad, después, el cielo brillaba y se llenó de seres gloriosos, los ángeles. Todo era perfecto, pero no duró. Lucifer se reveló contra Dios y el cielo se dividió. Una guerra comenzó, todos los ángeles se vieron obligados a elegir entre la santidad del cielo o el caos que imperaba ahí. Un ángel se negó a elegir, creyendo que lo único por lo que valía la pena luchar era una fuerza que hoy llamamos amor. El ángel fue expulsado del cielo, pero no cayó solo, con el, los ángeles que se negaron a elegir, todos cayeron por un destello de furia omnipotente. Ellos son los ángeles caídos, exiliados del paraíso, vagan por la tierra hasta que el ángel rebelde abandone el amor y se decida por uno de los bandos. Eso fue en el pasado, esto es ahora.

Los árboles pasan rápidamente hacia atrás, los cuento desde la ventanilla. El problema es que no llegó a más del número diez, soy una persona que no se concentra fácilmente. Miro hacia el otro lado del asiento trasero, veo a mi hermana, Lucinda, ella tiene sus auriculares puestos y mira hacia su ventanilla.

Mi padre me mira por el retrovisor del coche y suspiro. Miro el folleto que tengo en mi mano. "Academia Espada y Cruz" es el título, lo abro y dice "confianza". Allí hay adolescentes montando a caballo, haciendo esgrima y natación, se ven felices.

Doblo el folleto y lo guardo en el estuche detrás del asiento del copiloto. Miro nuevamente por la ventanilla, afuera está nublado, a pesar de que es temprano por la mañana, se ve algo oscuro. Una espesa y gris niebla flota con delicadeza sobre el césped, la carretera y entre los árboles de madera oscura que forman bosques a los lados del camino. Más allá se levanta un rejado negro con columnas blancas de cemento.

—¿Es aquí? —Pregunta Luce.

—Debe ser —Le contesta mi padre.

Las puertas dobles dejan ver el escudo de la academia, junto a su nombre "Espada y Cruz". Dos personas se acercan y abren manualmente, el coche en el que voy avanza hasta entrar y los hombres cierran enseguida.

Un camino, no tan largo, nos conduce hasta una enorme estructura, bastante similar a un castillo, con sus paredes blancas y un tejado de color azul opaco, casi celeste.

El coche da la vuelta por el camino y se estaciona justo en frente de la puerta principal del establecimiento. Todos bajamos del auto, mi padre saca las maletas del baúl mientras me cuelgo la mochila en los hombros. Una vez que el deja las mochilas a nuestro lado, me abraza.

—Te amo, Lucy

—Yo a ti, papá

Me doy la vuelta y allí veo a mi madre, con una cara triste. Camina hacia mi y me abraza, ella sabe muy bien que esta idea no me agrada, me hace sentir como una demente.

—Esto es para ayudarte, cariño

—Es un cambio, pero estaré bien, mamá

—Toma, no es la gran cosa, pero al menos tendrás algo que abrir —Me da una cajita cuadrada, sonríe y se va a despedir de mi hermana. En unos días será nuestro cumpleaños. Ambas cumplimos diecisiete años.

Pudimos haber nacido el mismo día, pero hay muchísimas cosas que nos diferencian. El cabello de mi hermana es algo ondulado y negro, hasta sus hombros, su piel es algo tostada y sus ojos son grises, como los de nuestro padre. Su rostro es pequeño y con líneas definidas, como sus delgados labios, nariz respingada y mandíbula en V. En cambio yo, tengo el cabello negro, lacio y muy largo, hasta la cintura, mi piel es más pálida casi dando un aspecto de enferma, mi nariz en forma de botón y mis labios gruesos, mis ojos son verdes como los de mi madre, mi rostro es delgado pero tengo unas mejillas más grandes y rosadas que le dan algo de vida a mi pálida piel.

Miro a mi madre que también le entrega una cajita a Luce. Mi hermana luce tranquila y hasta podría decir que le está dando una oportunidad a este lugar.

Nuestras personalidades también son distintas, ella es más tranquila y callada, yo soy más impulsiva y habladora. Se puede notar una diferencia a la vista entre nosotras, por la ropa. Ella suele usar ropa femenina pero bastante básica y comoda, más como mi madre, que se viste como si fuera de una familia respetable y sería, en cambio yo, me visto de otra forma.

Ahora mismo llevo unos Jeans negros ajustados y de cintura alta, un top gris de tirantes y arriba de eso, una chaqueta de cuero negro que me llega hasta la cintura. Unos botines negros de invierno y un gorro gris, peludito, arriba de mi cabello completamente suelto.

Nuestros padres suben al coche, nos despedimos con la mano mientras ellos comienzan a alejarse por el camino, de regreso a casa.

—Todo estará bien —Mi hermana me susurra.

—Luce —La miro, preocupada.

—¿Si? —Toma su maleta y yo la imito.

—¿Crees que aquí también nos llamen locas? —Me doy la vuelta y miro la enorme entrada.

—Seamos positivas y esperemos que no, entremos —Luce comienza a caminar hacia las puertas, la sigo.

Al entrar, nos encontramos con unas escaleras blancas, las cuales subimos con cuidado, todo parece estar en silencio y el sonido de nuestras maletas rompe ese ambiente de tranquilidad. Llegamos a la sala principal o al recibidor, aquí hay lámparas iluminando la estancia y cuadros decorando. Arriba de nuestras cabezas hay unas escaleras que parecen subir infinitamente. Al final de la sala un hombre casi calvo, regordete, de anteojos y camisa blanca, nos observa desde detrás de un mostrador hasta que llegamos a el.

FALLEN |cameron|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora