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CAPÍTULO 3: La decisión del juez.

Luego de ese evento, no pude volver a dormir tranquilamente, sin tener pesadillas, sin despertarme asustada cada veinte minutos.

La mañana siguiente llegó y era mi primer visita al psicólogo de la academia. Allí me encontraba, sentada en el enorme despacho, en el primer piso. En frente de mi hay un escritorio y del otro lado un hombre mayor, con cabello ondulado y barba canosa. El tiene un traje. Saca unos papeles de uno de los cajones, prepara un bolígrafo y me mira.

—Háblame de tus alucinaciones, ¿cómo las llamas?

—Fantasmas —Contesto secamente, sabía que no podía decirle todo o me llamaría loca, pero tampoco quiero que me atrape mintiendo. El escribe lo que digo.

—Y... ¿cuándo comenzaron?

—A mis... ¿cinco años?, no recuerdo cuando

—¿Y todavía las ves? —El hombre me mira, seriamente, dejando la escritura a un lado. Lo veo, en sus ojos veo que está listo para juzgarme.

—No, luego del... accidente, dejé de verlas —Si, mentí.

El suspira pesadamente y deja el bolígrafo a un lado, me extiende sobre la mesa un pequeño recipiente transparente, como un vasito, que contiene un par de medicamentos. Sirve agua en un vaso y también me lo acerca, lentamente. Se reclina en su silla y me observa, expectante.

—Supongo que son buenas pastillas... —Tomo el recipiente, las observo y se lo acerco a el. —Lástima que yo ya no las necesite

—Dime, Lucy... —Se para de su lugar y camina hacia la ventana. —¿por qué crees que estás aquí?, en Espada y Cruz

—Pregúntele a mis padres... o al juez

—He leído tu archivo, sé lo que ellos piensan, lo que no entiendo es tu decisión

—Esta no fue mi decisión, yo no quiero estar aquí

—El doctor dice que con la medicación, eres estable, no hay alucinaciones, no hay paranoia, no hay pesadillas

—Pero... no estoy loca

—No, Lucy, nadie dice eso

—Todos lo dicen, a diario

—¿Entiendes que si tomas tu medicamento puedes irte?, irte a casa, volver a tu anterior escuela, estar con tus amigos, más si te niegas, tienes que estar aquí, en una instalación de tratamiento de la corte bajo supervisión

—Si según lo que dicen, que aquí todos están mal mentalmente y usted me está tratando de loca, entonces quizá este sea mi lugar, y si para volver a casa debo tomarme un medicamento que no me servirá de nada, entonces prefiero no volver a casa, ahora si me disculpa, tengo clase —Me coloco la mochila, tomo mi horario y salgo del despacho, sin dejar que el hombre conteste.

En la entrada me encuentro con Luce, ella tiene una visita al psicólogo ahora, así que entra.

Mientras tanto...

Arriane baja las escaleras junto a Gabrielle y Roland. Allí ven a Lucy y Lucinda.

—Pobre, no tiene ni idea en lo que se está metiendo —La rubia parece preocupada.

—Aún no sabemos cuál de las dos es, nacieron el mismo día y son hermanas... tal vez sea diferente esta vez —Arriane le contesta a su amiga.

—¿Saben algo que yo no?

—Simplemente sería bueno un cambio, eso es todo

—Está bien, vamos a hacer esto interesante, apuesto a que esta vez se incendia como siempre

—Apuesto cien

—¡Arriane!

—¿Qué?

—Es cruel, esto no es un juego, Roland

—Tal vez lo sea... —Los tres observan como Lucy se dirige hacia la biblioteca. —creo que ya sabemos cuál de las dos es

Mientras tanto...

Abro la doble puerta de la biblioteca y entro. Todo aquí está en silencio. En la sala hay mesas y sillas, además de miles de libros por todas las paredes y escaleras para alcanzarlos, además, hay un segundo piso. La biblioteca está inundada de madera rojiza oscura. Hay algunas personas estudiando. Camino adentrándome en la sala, sin saber como encontrar los libros que necesito.

—La mente es su propio lugar y en sí misma, puede hacer un infierno del cielo —Una mujer delgada, de cabello blanco en un moño y vestido, baja del segundo piso y me extiende un libro.

—¿Qué es esto?

—Milton, el paraíso perdido... ¿Eres Lucy Price?

—Si, asi es

—Soy la señorita Sophia, estás en mi clase de filosofía de la religión, ¿vienes por tus libros? —Asiento, ella sonríe, se acerca a una mesa y señala una pila de libros. —Matemáticas, literatura, química, religión he historia... ¡oh!, todavía falta uno —Toma una nota que hay sobre la pila de libros. —, ¿te importaría?, está en colecciones especiales —Me señala la escalera.

—No hay problema —Tomo la nota y me dirijo hacia las escaleras que llevan al segundo piso. Antes de subir, ella vuelve a hablar.

—Es un placer conocerte, Lucy —Se aleja, entonces subo las escaleras.

Cuando estoy arriba, busco la sección en las estanterías y cuando la tengo, intento encontrar el libro por su título. Voy leyendo rápidamente uno a uno. Encuentro el libro y cuando estoy por irme, un sonido hace que me detenga, parece que algo cae al suelo. Doy la vuelta a la estantería y veo unas sillas rojas que parecen sofás de la realeza. Allí parece que hay una persona sentada y que ha dejado caer al suelo su lápiz de carbón.

Rodeo la silla y veo que se trata de un muchacho rubio, con las facciones muy marcadas, una nariz puntiaguda, la mandíbula cuadrada, una barbilla notoria al igual que los pómulos, parece uno de esos modelos que aparecen en los anuncios de perfumes. El está durmiendo plácidamente, se nota en sus facciones relajadas y serenas.

Sobre sus piernas descansa un cuaderno con dibujos o bocetos. No quiero despertarlo y ya tengo mi libro. Tomo el lápiz de carbón que está en el suelo y lo dejo lentamente en la mesa. Al parecer ese movimiento mío lo despierta, abre los ojos y me mira sin pestañear, sorprendido. Sin decir una palabra, aprieto mi libro y me alejo de allí, comienzo a bajar las escaleras, tomo los demás libros y salgo de la biblioteca.

FALLEN |cameron|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora