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— Entonces... ¿Este pasado no se parece en nada al que ustedes tuvieron? — preguntó el rubio a su sensei y al ex compañero de este.
— Para nada — respondió el Uchiha, viendo de reojo a su yo pequeño, recordando la charla que había tenido con él.
— Entonces, ¿nos van a contar con más detalles lo que pasa en el futuro de ustedes? — preguntó con curiosidad la castaña.
— No — habló Hiruzen — Ellos no darán detalles importantes.
— ¿Pero por qué? — se quejó el pequeño pelinegro — Si no es su pasado, ¿por qué no nos pueden contar? ¿Qué no se supone que lo que ellos vivieron en su presente, en el nuestro no ocurrirá?
— Se supone que no — contestó el Hokage — Pero uno nunca sabe.
— Sí. A lo mejor cosas que aquí no iban a ocurrir, al contarlas nosotros, podemos provocar que sí terminen pasando — dijo Shikamaru — O dándoles ideas a alguno de ustedes — miró fijamente al Obito pequeño — Eso es lo que yo pienso, al menos
— Exactamente — apoyó el Hokage — Es mejor no revelar nada. Aunque este no sea el pasado de nuestros "visitantes". Con qué ellos, Kushina, Minato y yo sepamos lo que sucedió es suficiente.
El Uchiha y la Nohara bajaron sus cabezas, soltando un suspiro de decepción.
La puerta de la oficina se abrió, dejando ver a un pequeño pelinegro vestido de verde.
— Disculpe la molestia, Hokage — dijo entrando — Pero hay problemas en la entrada de Konoha.
— ¡¿Gai-sensei?! — pronunció TenTen, abriendo los ojos con sorpresa.
— ¿Qué es lo que sucede? — preguntó el anciano.
— Hay un tipo extraño peleando con los guardias de la entrada — explicó — Intentaron frenarlo y los sacó volando.
— No puede ser... — susurró Hiruzen, levantándose de su asiento — Enseguida vuelvo — avisó, saliendo de la oficina.
— Oye, Gai... — le llamó la Nohara — ¿Quién es ese tipo extraño?
— No lo sé. Es un sujeto raro con la cara llena de piercings. Nunca lo había visto.
— ¡Un momento! — dijo la Haruno — Ese hombre raro, ¿no tendría por casualidad el pelo anaranjado, y una capa con nubes rojas?
