Capítulo 4

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Tracy

Me tomo toda el agua casi sin respirar, Cuando pongo el vaso en la mesa, Dereck me mira con una ceja en alto.

—¿Quieres más?

—No, gracias, así está bien. —Lo veo asentir no muy convencido—. Ahora, cuéntame un poco más de tu propuesta.

Trato de parecer serena, pero es obvio que la sorpresa la tengo grabada en el rostro, aunque intente disimularla.

—Bueno, la cosa es que no me conviene quedar como un infiel ante la prensa. A muchos de los actores que trabajan conmigo eso no les importará porque solo quieren que haga magia con ellos en la pantalla, pero este pequeño inconveniente me puede cerrar la puerta a varios contratos a futuro con buenos actores que no quieren verse envueltos en escándalos de ningún tipo.

Asiento.

—Pero puedes esperar un rato antes de empezar a ofrecer contratos —tanteo.

—No se trata de esperar. Estoy en el proceso de grabación de una película y esto puede complicarme las cosas a la hora de vender taquillas.

—¿Te refieres a que no sea un éxito colosal como todas las demás?

—¿Has visto alguna de mis películas? —Al hacer esa pregunta su intriga parece genuina.

Bufo, como si el solo hecho de pensar en no hacerlo fuera una estupidez.

—Tus películas son taquilleras, sales en montones de periódicos internacionales y te has ganado cuatro premios Oscar a mejor director, además de que consigues las mejores tomas de acción. ¿Tú qué crees?

Tal vez no debí haber dicho eso último, tal vez no debí haber sido tan detallista, su pequeña sonrisa de burla me lo confirma.

—¿Cómo sabes que he ganado cuatro premios y todo lo demás?

—Necesitaba saber con quién iba a trabajar —me defiendo. Al ver el vaso vacío me lamento no haber pedido otro—. Con solo poner tu nombre en el buscador salen muchas cosas. Volviendo a lo que nos concierne, más o menos entiendo tu punto, pero sabes que igual vas a ser la portada de las revistas de cotilleos por un tiempo si fingimos que la mentira es real, ¿verdad?

—Por supuesto. Pero si damos la imagen de una pareja feliz, la gente empezará a pensar que no soy el malo de la película.

—¿Quieres sabotear a Antje? —pregunto frunciendo el ceño.

—No con exactitud, más bien prefiero que ella sea el foco de las cámaras.

—Estoy segura de que lo es. Si yo fuera reportera de cotilleos, tendría los titulares de «Hermosa novia dejada en el altar». Si fuera una perra pondría algo como «¿Será que la súper modelo no es suficiente para complacer al enigmático Dereck Hartwell?» —Vuelve a mirarme alzando la ceja, y me hace sonreír la forma que toma su rostro cuando lo hace. Se ve ligeramente más guapo—. Y si fuera una mujer que quiere ser solidaria, pondría algo como: «Parece que el enigmático Dereck necesita llevarlas al altar para meterse en sus bragas».

—¿Sabes que en los dos actúas, y disculpa la palabra, como perra?

—Ah, ¿sí?

—Sí. En la versión uno lo eres con Antje por decirle poca mujer y en la versión dos lo eres conmigo por ser un imbécil.

—¿O por tener pocas habilidades de seducción?

Lo veo pasarse una mano por la barbilla y darme una sonrisa un tanto cínica.

—Para que nos llevemos bien, te recomiendo que no te metas en ese terreno.

—Sí —carraspeo un poco—, lo lamento eso no...

—Está bien.

—No, en serio. Fue estúpido.

—Volvamos al asunto del matrimonio, ¿sí?

—Sí.

Y en este momento acabo de darme cuenta de que he cometido el peor de los errores con mi... ¿casi jefe? Gran idea esa de decir que necesita poner un anillo. Bueno, tal vez debe ponerse uno, pero no precisamente en la mano.

—Es fácil venderle una historia de amor a la prensa, en especial cuando haces películas.

—¿Es decir que quieres preparar un guion?

—Por supuesto. Qué, cuándo y cómo nos verían.

—Pasar tiempo cerca de cámaras a propósito para tener una historia que darles.

—Exacto.

—¿Y yo me quedaría en un hotel o...?

—Tú decides. Te puedes quedar aquí o si quieres que rentemos un aparta...

—¿Aquí en tu casa? —No puedo hacer que mi voz suene profesional y desinteresada. ¡Esta casa es un sueño!

—Por supuesto.

Y lo dice así, como si no fuera la gran cosa.

—A ver, entonces, ya tengo claro lo que vas a ganar y lo que necesitas... más o menos. ¿Yo qué gano?

—¿Tú qué quieres?

—¿Me traes aquí para pedirme que finja ser tu esposa por tiempo indefinido y no tienes nada que ofrecerme?

—No te conozco lo suficiente como para hacerte una propuesta a la que no puedas renunciar.

—¿Y por qué no te vas por lo seguro y me ofreces dinero?

—Porque quiero que empecemos con el pie derecho.

Cruzo los brazos sobre mi pecho e intento descifrarlo.

—No sé si me estás manipulando para que piense bien de ti y me sienta horrible por lo de hace un rato o si de verdad eres... así.

—Eso pasa cuando empiezas a conocer a alguien, no sabes si mienten.

—Entonces puedo pedir lo que quiera.

—De preferencia algo razonable. —Asiente.

—Pues...—No me toma mucho tiempo pensarlo— quiero un favor.

Veo como el gesto de su cara cambia a uno desconfiado.

—¿Qué tipo de favor?

—Uno asequible —prometo—, pero te lo diré cuando lo crea conveniente. —Lo veo un poco dudoso—. Y tu cuenta bancaria no sufrirá ningún daño, te lo aseguro.

Me mira como si estuviera esperando una explicación más detallada, pero no la va a obtener.

—Cuando mi madre me dijo que no aceptaste dinero por oponerte a la boda, pensé que era... irreal. Ahora, viendo que rechazas las ofertas monetarias y que quieres seguir en un juego curioso, me pregunto qué es lo que de verdad te motiva. O si eres de fiar.

—Eso pasa cuando empiezas a conocer a alguien —sonrío—, no sabes si son confiables.

Una pequeña sonrisa se le escapa y tal vez, solo tal vez, empecemos a entendernos.

El por qué no acepté dinero de la señora Hartwell es uno de los temas de los que espero no tener que dar explicaciones más adelante. Si es posible irme como llegué: siendo una desconocida.

Pero eso tampoco es lo que vine a buscar.

—Muy bien. Entonces, antes de que demos un sí definitivo, creo que deberíamos poner todas nuestras peticiones por escrito.

—¿Avaladas por un abogado? —pregunto.

—¿Esperabas que fuera un acuerdo verbal?

—La verdad es que no.

Lo veo levantarse y empezar a buscar algo en uno de los pequeños archivadores que está contra una de las paredes acristaladas. Cuando vuelve a sentarse, lo hace con papel y lápiz en mano y empieza a escribir.


¿Ustedes creen que esto vaya a funcionar o qué?

¡Yo me opongo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora