Jimin siempre supo que llamaba mucho la atención, cuando era pequeño era a causa de sus rasgos suaves y su ansiedad de siempre cumplir a la perfección cada orden que le dieran, también porque nunca paraba de hablar de negocios y empresas, tal cual le habían enseñado. Cuando se presentó como omega, esa novedad fue la causa de que hablaran sobre él. Sus compañeros de clase lo conocían como el niño hijo de dos madres alfas que aseguraba y juraba que también sería uno, quien terminó por convertirse en un desastre nervioso que lloraba el triple de lo normal cada vez que la frustración lo invadía y él no la podía controlar. Incluso aquellos que no lo conocían lo suficiente se daban vuelta a mirarlo mientras caminaba por los pasillos, porque tener solo un componente en su esencia siendo un omega significaba que había algo mal en él. Y él era un difusor andante que solo olía a frambuesas, razón suficiente para mantener a todos a distancia, observándolo para seguir teniendo tema de conversación.
Por esas épocas, Jimin no le daba importancia porque tenía cosas más relevantes en las qué pensar y darle vueltas hasta que su cerebro ya no pudiera con ellas. Siempre estuvo ocupado meditando cómo ser un mejor omega, uno capaz de llevar adelante una empresa; y cuando descubrió que no lo lograría, se avocó a pensar en cómo escaparía. Entonces Yoongi llegó, y luego Taehyung y el tonto de Jeon. Y todos se unieron a Hoseok y a él le dejó de interesar por completo lo que pudieran pensar y comentar sobre él.
Hasta ese momento.
Ese lunes en la mañana, mientras se preparaba para la escuela y se sentaba a desayunar junto con Yoongi y el señor Min, Jimin era consciente de que ellos podían oler su nivel de ansiedad escalando hasta las nubes, y que Yoongi incluso podía sentir a través de su lazo ese nudo enorme en su garganta que comenzaba a ahogarlo. Pero como eran las personas más gentiles que Jimin había conocido jamás, todo alrededor de él fueron toques y palabras suaves para calmarlo.
Pero no funcionó.
Porque sabía lo que vendría. Jimin tenía que salir al mundo y mostrarse como un omega de dieciséis años marcado, y a él no le importaba porque su marca le pertenecía a Yoongi. Pero, justamente, era Yoongi. A su alfa no le gustaba la atención y prefería pasar desapercibido, no destacar en nada para evitar las miradas y la compasión. Y ahora Jimin era sinónimo de un cartel luminoso con flechas que lo apuntaban y delataban todo. Él era capaz de ignorar la situación igual que siempre lo había hecho, pero no estaba seguro de si su alfa podría, si no lo afectaría e incomodaría.
—Ustedes me pueden llamar si cualquier cosa pasa o si necesitan algo —el señor Min les dijo al dejarlos en la escuela, mientras Yoongi recibía un beso en la mejilla en el asiento del copiloto y Jimin una caricia en el pelo en el asiento de atrás —Estaré atento.
Los dos asintieron antes de bajar del coche, y se quedaron parados por un instante en la acera hasta que lo vieron irse. Cuando Yoongi le tomó la mano, los dos fueron conscientes de sus temblores.
—Minie —el alfa lo llamó apretando el agarre.
La mirada de su novio fue profunda y calma, y le dijo muchas cosas sin necesidad de pronunciar ni una palabra. Sin embargo, Yoongi suspiró y le acomodó un par de cabellos que le caían sobre los ojos.
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Yuan bei - Yoonmin (omegaverse)
FanfictionA los ojos de las personas que debían asegurar que él era un individuo totalmente válido y que por ello merecía comprensión y oportunidades, Park Jimin fallaba. Una y otra vez, nunca dejaba de fallar. Esperando demasiado afecto primero, siendo care...