𝐽𝑖𝑛𝑔𝑜 𝑅𝑎𝑖𝑐ℎ𝑖

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᯾𝑅𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜𝑠᯾
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𝐴𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎: 𝑠ℎ𝑜𝑡 𝑙𝑒𝑚𝑜𝑛. 𝐶𝑜𝑛𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖́𝑐𝑖𝑡𝑜. 𝐿𝑒𝑒𝑟 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑠𝑎𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑. 𝑆𝑒 𝑟𝑢𝑒𝑔𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜́𝑛.

𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑗𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑑𝑎𝑑.




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La paz reinaba en tu hogar. En aquella pequeña casa a las afueras de la concurrida y abarrotada ciudad.

Vuestra vivienda principal era una lujoso piso en el centro de Shibuya, pero cuando tuvisteis a vuestro primer hijo, decidisteis mudaros a la afueras, para criarlo ahí.

Te encontrabas en vuestra sala de estar, mientras rellenabas algunos documentos de tu trabajo y le hechabas un ojo de vez en cuando a Katsu, tu pequeño. Mientras, escuchabas a tu marido cantar desde la cocina, super motivado haciendo gyozas.

Sonreíste ante la escena de ambos. Ellos eran tu mundo y estabilidad.

La voz del niño te sacó de tus pensamientos.

- mamá - te llamó él - como nací?- preguntó él infante de 6 años mientras jugaba con un cochecito de juguete-

Giraste la cabeza, en busca de apoyo en tu marido. Este compartió tu cara de pánico y apagó los fogones de la cocina, para acercarse hasta donde os encontrabais.

- por qué quieres saberlo?- preguntaste nerviosa-

- curiosidad- respondió él, mientras se encogía de hombros aún concentrado en sus coches-

Volviste a mirar al rubio, el cual te miraba sonriendo socarronamente.

- no lo habrás olvidado, verdad?- preguntó mientras pasaba un brazo al rededor de tus hombros-

- cómo podría olvidarlo- le reprochaste-

Flashback

La música a alto volumen y todo el alcohol que habíais consumido había nublado vuestros sentidos.

Os encontrabais en una discoteca, celebrando que en escasos meses sería por fin vuestro boda.

La borrachera sacaba vuestros deseos más carnales a la luz, y mientras estabais bailando pegados en mitad de la pista, sucumbisteis al deseo y comenzasteis a besaros.

El sonido obsceno de vuestros labios era opacado por la música, mientras que la sensación de excitación afloraba.

Os fuisteis de la discoteca rumbo a la casa del chico, que era la más cercana y así no tendría ninguno que conducir en vuestro estado.

Antes de poder cruzar la puerta de entrada, el rubio te cargó, volviendo a unir vuestros labios en un beso salvaje y muy necesitado.

Llegasteis a duras penas a la habitación, puesto que los únicos ojos puestos en el camino eran los del hombre, y no se encontraba en sus plenas facultades.

Cuando por fin llegasteis al cuarto, te arrojó en la cama, mientras que comenzaba a quitarse su camiseta. Tú mientras tanto, lo observabas fijamente, mordiéndo tu labio inferior.

One shots (Blue Lock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora