Luces rojas

La sesión

Jamás había imaginado que podría encantarme con la belleza del sur, pero ahí estaba yo, preparada para salir a una nueva experiencia, una nueva vida, una nueva Monserrat, estos primeros días fueron intensos, quien diría que iba a conocer al alcalde de la ciudad en donde vivía y que me haría "cercana" a su esposa, ¿han leído esas típicas novelas en donde la chica nueva consigue todo lo que quiere como por arte de magia? Bueno, así me sentía en ese instante, parada frente al gran ventanal de la casa en donde vivía, observando el hermoso paisaje que me entregaba la naturaleza, la casa estaba rodeada de árboles y praderas cercanas, desde el ventanal se podía apreciar el gran lago que estaba brillando gracias a los rayos del sol y en el fondo se imponía un gran volcán y a sus lados la cordillera, sinceramente un paisaje digno de una postal. Ya eran las 16:00 y no paraba de ver mi celular para asegúrame de qué cada minuto pasara para que llegaran las 17:30, estaba ansiosa, mis manos sudaban y mi ritmo cardiaco estaba acelerado, ¿Que pasa si no le gustan las fotos? ¿Y si decepciono a Bernardita y al señor Joaquín?

Decidí bajar a la primera planta para tomar un poco de calor junto a la chimenea, en eso Fernanda entró al salón y se paró junto a mi, me abrazó y me dijo que todo estaría bien, que tuviera fe en mi y que lo diera todo, podía notar en su rostro que estaba feliz por mi. Ya eran las 17:00 y ya estaba lista para salir, me encaminé al pueblo y justo saliendo de el gran portón se acercó una gran camioneta negra, con vidrios polarizados a ambos costados, frenó en frente mío y se bajo la ventana que estaba frente a mi, al volante estaba Bernardita, llevaba anteojos de sol oscuros, tenía puesto un suéter de lana sin mangas color café y bajo de este una camisa beige que combinaba perfectamente al igual que el pantalón verde olivo que se le veía espectacular, se veía encantadora. Al mirarme bajó un poco sus anteojos y me dijo:
-Buenas tardes Monserrat, permíteme llevarte al ayuntamiento-
Sin dudar subí a la gran camioneta y cerré la puerta, otra vez estaba ansiosa, pero ahora no era por la sesión de fotos, era porque podía sentir el aroma de Bernardita junto a mi y además estaba arriba de su camioneta siendo su copiloto, me acomodé en el asiento y ella encendió la radio para poner algo de música.

Dress - Taylor Swift

Al llegar a nuestro destino vi que la Falsa interesada nos estaba esperando a la entrada del ayuntamiento, Bernardita bajo el vidrio de mi ventana y con un tono de autoridad y a la vez amistoso le dijo a Javiera que ella me llevaría al lugar de la sesión, la camioneta aceleró y nos dirigimos a una pradera muy hermosa, estaba rodeada de árboles de todo tipo, y se podía apreciar el lago y el volcán, ahí estaba Joaquín, parado observando el horizonte ¿Dónde está su auto? ¿Como llegó a la pradera sin ningún vehículo?. Bernardita se estacionó y al quitar las llaves de la camioneta se volteó hacia mi y tomando mi muslo con su mano fría dijo:
-Todo saldrá bien, tranquila, confío en ti-
Mi corazón se aceleró y mis mejillas se tornaron rojas, miré su mano en mi pierna y luego mirando su rostro, posé mi mano sobre la de ella.
-Gracias- le dije con un tono cálido.
La sesión fue un éxito, la golden hour estaba perfecta, el encuadre de las imágenes estaban conseguidas tal cual lo había planeado, los modelos posaron felices ante mi cámara, la lente enfocó cada parte que era necesaria y todo salió tal cual lo había manifestado. Sentí que las palabras que me había dedicado Bernardita me había llenado de suerte y éxito. Al terminar la sesión Bernardita se acercó a mi y me pidió si podía ser parte del proceso de revelado o acompañarme a ver cómo lo hacía, accedí con amabilidad y nos dirigimos a mi casa en la gran camioneta de Bernardita.

Al llegar a casa nos dirigimos directamente al cuarto oscuro, las luces rojas hacían que el rostro de Bernardita pareciera mucho más atractivo, el sótano estaba helado, el calor de las chimeneas no llegaba a esa lugar, al exhalar podía notar como el vapor escapaba por mi boca y nariz, pero a Bernardita no le ocurría lo mismo, le dije que podía observar lo que hacía y que le iría explicando cada proceso, me puse manos a la obra y comencé a revelar las imágenes una por una.