Para comprender el presente hay que tener claro el pasado. Julio de 1816. Londres, Inglaterra. Tenía aproximadamente veintisiete años de edad en ese entonces. Mi vida era perfecta, tenía todo lo que podía desear una dama de esos años. Estaba casada hace ya una década con el amor de mi vida, Henry, tenía a mi primogénito, Romeo, y me encontraba en cinta de mi segundo hijo.
La luz de mis ojos, dije, luz de mis ojos, la luz del mundo, eso es lo que eres, la luz de mi vida. Sonrió amable, con un semblante abrazador. Me rodeaba con sus brazos grandes, firmes, que con delicadeza me alzaban más cerca de su rostro dónde podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo desnudo. Lo besé en los labios, sintiendo y disfrutando cada segundo que pasaba. Era mi fortaleza, mi lugar seguro. El calor de su cuerpo podía tranquilizarme incluso en el día de tormenta más fuerte e implacable que podría existir. Sus ojos, como dos piscinas de agua cálida, que me invitaban a zambullirme desnuda en ellas por toda la eternidad, rodeada de él y solamente de él. Su cuerpo completo, como un monumento al que le rendía culto todos los días al anochecer, con brazos como pilares que podía sostener todo mi mundo y más. Con manos cálidas, amables y grandes que al tomarme podían cubrirme completamente, esas manos habían dibujado un mapa por todo mi cuerpo, descubriendo y explorando cada rincón de mí, rincones que ni yo misma había explorado antes de él. "Henry"no hay palabras ni acciones con las que pueda describir lo que siento por el.
Caía la noche, el crepúsculo estaba en su apogeo, el cielo morado con pizcas de rojo y naranja daban un espectáculo impagable ante mis ojos. Parada en el balcón con los antebrazos posados en la baranda de este, una suave brisa estival recorría mis hombros dando una caricia cálida que me reconfortaba el alma.
Escuché los pasos de Henry caminando hacia mi, me volteé y quedé frente a él. No pude evitar recorrer su cuerpo desnudo con la mirada, me acerqué a él y le abracé. Un abrazo infantil con el que esperaba que sintiese mi piel contra la suya, traté de apretarlo lo más posible, quería fusionarme con el, ser un mismo ente, que nuestras pieles se volvieran una, poder sentir lo que él sentía y en su caso, que él se pueda hacer una idea de cuanto lo deseaba en ese instante. Me respondió de igual manera, pasó su mano por toda mi espalda desnuda, de abajo hacia arriba recorriendo cada centímetro, cada vertebra, hasta llegar a mi cabello rubio, lo tomó y lo tiró hacia atrás, haciendo que mi cabeza acompañara el movimiento, quedamos cara a cara. Con su otra mano tomó mi rostro, con fuerza pero a la vez con delicadeza para que yo no sintiera dolor. Aún que no me importaría que el me haga sentir un poco de dolor, si era para complacerlo a él, por mí que me parta si es necesario, gritaría de dolor por el. Debo admitir que el dolor me parece excitante y más si es en este contexto tan monumental. Pasó su pulgar desde mi mejilla hasta mis labios, los rozó de lado a lado y luego se detuvo en el centro, introdujo su pulgar en mi boca, jugueteó con mi lengua mientras yo succionaba su pulgar como un bebé que mamaba del seno de su madre. Su mirada me lo dijo todo, yo ya tenía claro qué hacer en ese momento. Con mis manos libres recorrí su abdomen hasta llegar a su ingle. Me encendía poder rozar cada vello de su cuerpo. Tomé con ambas manos su miembro y lo apreté contra mi abdomen, creando fricción con mis manos. Con cada movimiento podía notar como se endurecía más y más. Quitó su pulgar de mi boca y me besó, nuestras bocas se unieron, y nuestras lenguas bailaban juntas, bailaban de una manera ágil y fuerte. Podía sentir su respiración agitada contra la parte superior de mi boca y estoy segura de que él podía sentir también la mía. Podía notar como el calor de nuestros cuerpos subía más y más. Tiró con un poco más de fuerza mi cabello, esta vez si me dolió pero fue un dolor hermoso, a la vez me tomó de las lumbares y me presionó contra él. Noté la humedad de su miembro y unas gotas pegajosas en mi abdomen. Me separé de su boca y dando pequeños besos baje por su cuello, pecho, abdomen, ingle hasta llegar a mi destino. Miré hacia arriba cómo si fuera una religiosa implorando por un milagro. Acarició mi cabello y guió mi cabeza hacia el. Y ahí fue cuando lo puse dentro de mi boca.
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Luces rojas
FanfictionUn 29 de abril de 2023 Montserrat se muda a un pequeño pueblo al sur de Chile, ahí conocerá a dos chicas misteriosas que le llamarán la atención, poco a poco Monserrat se dará cuenta que Bernardita y Paula ocultan algo prohibido. Lamentablemente est...