El brindis

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Han pasado 2 días desde que Bernardita me acompañó al cuarto oscuro. Después de escanear las imágenes, me encontraba frente a la computadora para enviar los archivos por Mail a la señorita Javiera, los envíe todos mientras comía una barra de pan tostada con salsa de ajo, aceite de olvida y un poco de chilli flakes por la parte de arriba, todo esto acompañado por una taza de café. Me levanté de la silla al terminar mi trabajo y me dirigí a la primera planta, desde las ventanas podía ver el cielo gris, cubierto de nubes, parecía que iba a llover, el viento corría fuerte, como es habitual en el sur, la chimenea estaba encendida y desprendía un calor hogareño bastante agradable. Fernanda no se encontraba en casa, estaba con sus nuevos amigos sureños, amigos con los cuales compartía un gran fanatismo por la banda One direction. Al parecer yo no era la única que se estaba acostumbrando al nuevo pueblo. Estaba feliz por ella, por unos días pensé que no podría ser feliz aquí conmigo, pero poco a poco pudo maravillarse por el sur y su gente.

Ya eran las 13:15. Recibí una llamada desde el teléfono fijo, era Bernardita, me preguntó cómo estaba y si es que había enviado las imágenes a Javiera, le dije que estaba bien y que ya había hecho mi trabajo, conversamos un rato sobre el clima, lo cual me pareció un cliché y al final me preguntó si es que me apetecería tomar una taza de té en su casa, para poder charlar y acompañarnos en esta fría y lluviosa tarde. Accedí con ganas, la cita era por la tarde a las 17:30, entonces decidí prepararme con anticipación.

Frente al espejo podía observarme con una sudadera negra y un abrigo gris largo que me llegaba 2 pulgadas arriba de mis rodillas, llevaba unos pantalones cargo color negro que quedaba perfecto con el abrigo, decidí maquillarme sutilmente con colores terracota y unas ligeras sombras negras en los ojos.
Ya eran las 17:25 así que me encaminé a la casa de Bernardita.

Al llegar me acerqué a la entrada y quise tocar un pequeño botón que se encontraba al costado de la puerta, suponiendo que era el timbre, pero cuando levanté mi mano para presionarlo, vi a Bernardita llegar por el otro lado de la puerta, se paró justo en frente de esta y la abrió.
-Buenas tardes Monserrat, ¿como ha estado tú día?-
-Hola Bernardita, muy bien gracias-
Me hizo pasar, la casa era calida, tenía un aroma muy exquisito a lavanda, estaba decorada con un estilo moderno y minimalista, todo se veían muy ordenado.
-Joaquín se encarga de la decoración- aclaró Bernardita.
-Es muy bueno decorando la verdad, me agrada este estilo- contesté con un sonrisa.
-Ven, acompáñame- dijo Bernardita mientras caminaba frente a mi. Nos dirigimos a una terraza interior decorada con plantas de todo tipo, la mayoría eran flores y hierbas que había visto por la zona, tenía un rosal que había cubierto toda una pared, las rosas eran rojas y se veían saludables y hermosas, en las equinas de la terraza crecían unos grandes helechos tipo Asparagus que le daban un toque de suavidad al ambiente, creado un contraste llamativo con las espinas de las rosas.
-Toma asiento por favor- dijo Bernardita señalando unos sillones que se veían muy cómodos. Ella se sentó frente a mi, nos separaba una mesa de centro con una superficie de cristal y una base de madera de roble.
-Fue todo un éxito la sesión de fotos- dijo Bernardita cruzando las piernas una sobre otra.
-Sí, de hecho lo fue- contesté entusiasmada.
-Hablé con Joaquín, le dije que te diera un trabajo permanente en el ayuntamiento-
-¿Qué?- no podía creer lo que me decía Bernardita
-Sí y accedió con mucho gusto, ahora cada vez que necesiten a una fotógrafa, serás tú- dijo con una sonrisa en el rostro.
-No me lo creo, muchas gracias, de verdad- estaba muy emocionada, tendré un trabajo haciendo lo que más me apasiona, ya me podía imaginar tomado unas fotos espectaculares, en lugares de ensueño, con modelos dispuestos a darlo todo frente a la cámara.
-Hay que hacer un brindis por tu nuevo trabajo, iré a buscar una botella de champán, no me tardo- Bernardita se levanto y salió de la terraza, di un gran suspiro de felicidad y sin darme cuenta, Bernardita se encontraba frente a mi con una botella y 2 copas, hicimos un brindis, al hacerlo miré los ojos dorados de Bernardita y ella sonrió amablemente. Después de un par de copas charlando, recordé el tema de Paula y decidí preguntarle sobre ella.
-¿Me hablarás sobre Paula?
-Sí, claro-
Me dijo que Paula era una vieja amiga de ella, se conocían desde que eran niñas, crecieron juntas y se querían como hermanas, Paula siempre fue una mujer con carácter fuerte, decidida, y muy inteligente. Viene de una "familia" muy poderosa, cuando era pequeña tenía varios problemas con su familia, le exigían cosas que ella no quería hacer, pero llegó el punto en donde tuvo que ceder, ahora vive en Italia, se mudó allí hace unos años con su familia, Bernardita ha sabido muy poco sobre ella y eso la apena mucho. También me dijo que nunca se llevó muy bien con Joaquín, tenían opiniones distintas en ciertos temas y nunca pudieron llegar a un acuerdo entre ellos.

Después de escuchar todo lo que me dijo sobre Paula sentí algo extraño en el ambiente, por un momento no ocurrió nada, hasta que noté algo extraño en el rostro de Bernardita, ¿era miedo? ¿Estaba sorprendida? No pude distinguir cuál era su sentimiento y en eso se escucha el sonido del timbre. Bernardita se levantó rápidamente y se dirigió a la puerta dando grandes zancadas. Me quedé sola en la terraza, la entrada de la casa estaba muy lejos como para escuchar que ocurría, me levanté y caminé lentamente en dirección a donde se encontraba Bernardita, me asomé detrás de una pared y vi que estaba conversando con alguien, no podía ver de quien se trataba, en eso, Bernardita se voltea y me mira a los ojos.
-¿Puedes esperar en la terraza por favor?-
-¿Está todo bien?- pregunté con intriga, podía notar que Bernardita no estaba bien, su rostro me indicaba que algo la preocupaba.
-Monserrat, has lo que te pido- dijo con un tono firme y frunciendo el seño.

Luces rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora