𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒏𝒐𝒔𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔

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Al llegar a la casa de Jean me ofreció algo de beber, aunque lo único que tenía era vino, de todas formas acepté. llevamos las copas a su habitación y ambos nos recostamos en su cama mientras el buscaba algo que poner en la televisión.
Luego de charlar un rato, sobretodo de lo que había pasado en la fiesta, el vino empezó a tener un sabor a querer besarlo.

—No me dijiste porque querías tanto que me quedase esta noche contigo.

—¿Acaso no puedo tener ganas de estar contigo?—Me preguntó desafiante mientras dejaba la copa de vino a un lado y se acomoda cerca mío.

—Me gusta cuando te pones así.

—¿A qué te refieres, preciosa?—Me preguntó a la vez que empezaba a besar mi cuello.

—No lo sé...—Dije mientras cerraba los ojos y se me nublaba el pensamiento debido a sus besos.—Me gusta que seas un poco desafiante en los momentos correctos.

—Me agrada que te guste.—No sé como lo hizo pero rápidamente me giro para que yo quedara dándole la espalda.—A mi me gusta que me obedezcas en los momentos correctos.—Me susurró en el oído.

Al instante metió su mano derecha por debajo de mi blusa y empezó a masajear uno de mis senos, me tomó por sorpresa pero no fue nada desagradable, yo solo me dejaba llevar por su dulce tacto. luego con su mano izquierda empezó a dar caricias en mi cintura, que de a poco bajaría hasta mi vientre y luego a mi zona más íntima por encima de mis bragas, cuando llegó a tocar ahí sentí un cosquilleo por todo mi cuerpo que me estremeció, y el pudo notarlo ya que emitió una risita orgullosa.

Luego de un rato acariciándome por encima de mis bragas, metió su mano bajo ellas, y esos jadeos se convirtieron en gemidos. Empezó acariciando suavemente mi clitoris, era genial como lo hacía, sabia justamente donde tocar y lo hacía increíble. Empezaba a incrementar la velocidad y yo no podía aguantar el placer y eso se notaba, ya que estaba cada vez más mojada.

—Mira cómo estás, me tienes la mano toda empapada.

—Lo siento, yo...—Dije entrecortado, ni las palabras podía pronunciar bien.

—No digas estupideces, me encanta que estés así por mi.

Jean sintió que ya estaba lo suficientemente lubricada así que introdujo dos de sus dedos en mi, automáticamente solté un gemido ahogado, no podía creer lo que estaba pasando.
apretaba las sábanas para poder controlarme pero no servía de mucho, ya que Jean comenzó a mover sus dedos de una manera en la que estimulaba mi punto G. Tenía la cara completamente sonrojada y levemente sudada debido al calor que generábamos. En un momento giré mi cabeza para alcanzar a mirarlo, estaba en las mismas condiciones que yo, incluso mas sudado ya que el estaba haciendo el trabajo.

—Mírate nada más, estás preciosa.—Dijo mientras depositaba besos en mis mejillas.

Jean empezaba a hacer los movimientos cada vez más rápidos y eso hacía que gimiera cada vez más fuerte, así que el con su mano libre tapó mi boca porque estaba haciendo mucho ruido.

—¿Te gusta así, eh?, veamos de esta otra manera.

Comenzó a mover sus dedos de una manera que consiguió que casi me viniera en ese instante, esos indescriptibles movimientos hacían que me temblaran las piernas y que no sintiera más que el placer que el me producía. Estaba a punto de venirme cuando de pronto el paró.

— Jean, ¿por qué paras?—Le pregunté de seguro con una cara de cachorrito triste rogando por más.

—Ahora es tú turno. Quiero ver que tienes para mí.—Me ordenó mientras se acomodaba de espaldas en la cama.

Watercolor eyes||Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora