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El aire acondicionado de aquella habitación resoplaba fría y suavemente sobre la poca y blanquecina piel descubierta de Eric. Esta se erizaba cuando la ventisca de aire helado le rozaba como suaves yemas, indicándole que poco a poco su cuerpo iba despertando de un profundo sueño.

Finalmente, fue abriendo sus ojos de dos colores de manera lenta y casi forzosa. No tuvo que adaptar su vista debido a que no parecía haber mucha luz afuera.

Volteó su cara pesadamente, mirando hacia la mesita donde se encontraba su teléfono y un reloj. Ambos marcaban las 12:45 pm.

Se retorció en su cama, no quería levantarse tan "temprano", pero ya su cuerpo le exigía comenzar el día y su estómago golpeaba, indicando que ya comenzaba a sentirse vacío.

No tuvo más opción que levantarse e ir a comer a uno de restaurantes que tenía la sede. Su hambre siempre le ganaba y le molestaba eso de vez en cuando.

Ya habían pasado tres días y Eric no había hecho gran cosa, ni siquiera ha hecho el trabajo que le mencionó Scott.

"Habrá una reunión donde todos los políticos se quedarán aquí en los próximos días, sólo tienes que esperar. Tómate tu tiempo de hacer lo que quieras, recuerda que no tienes que pagar por nada, solo y mientras te mantengas dentro del hotel" Eso fue lo que él recordó que le dijo en la última llamada que hicieron, hace día y medio.

Se dio su tiempo a tomar un baño, vestirse, maquillarse y a mirar la linda vista de medio dia que se formaba en toda la sede.

Bajó después de un rato a comer, el restaurante era realmente lindo y cómodo, tenía una música de jazz calmada y lenta que hacía juego con la vibra del lugar tan lujosa.

Al rato de haber llegado se presentó una mesera muy bonita y amable que le ofreció un plato de entrada mientras esperaba su comida. Se fascinó con el menú tan extenso y de varias páginas, diciéndole que cualquier cosa que pidiera se la iban a traer.

—¿E-Eric? —Habló una voz de asombro que pertenecía a una persona relativamente cerca de su mesa. ¿En qué momento había llegado? Eso no importaba, su voz era familiar.

—¿Marjorine? —Alzó su cabeza y reconoció al instante a su ahora amiga de hace muchos años. —Oh no, qué sorpresa verte por aquí.

—Pues, ahora trabajo aquí, me trajeron hace unos días y ahora pertenezco al personal. —Contestó ante la pregunta de sorpresa de su amigo Eric.

Pues resulta que Marjorine siempre ha sido una persona muy reservada. Cuando decidió cambiar su nombre de Butters al actual, fue cuando cayó en cuenta de que era lo que la hacía feliz, y ahora es alguien que disfruta casi a su totalidad de su decisión. Mandar a la mierda a sus abusivos padres, mudarse de ese miserable pueblo y empezar a ser ella misma, fue la mejor puta decisión de su vida. Siempre supo que era alguien que no era, y ahora que ya sabe quién es y qué es lo que toda su vida quiso ser sin importarle lo que dijeran a su alrededor, ahora podía ser la chica o el chico (en este caso, chica) que quisiera y le iba a valer una mierda lo que pensaran.

Irene para Marjorine ha sido alguien de admirar. Eric, desde muy pequeño fue un ser bastante peculiar. Nunca le importó alguna sola palabra en particular sobre su personalidad narcisista, egocéntrica, manipuladora, apática, odiable e insensible; esto hacía que cualquier cosa que hiciera, se pasaría por el forro de su gran culo las opiniones ajenas o contrarias a lo que él pensara. Cuando Eric en ese entonces le confesó a Butters que amaba vestirse y actuar como una mujer, empezó a darse cuenta de que realmente se sentía igual que ella, jamás pudo haberlo sabido sin antes mandar todo aquello que se lo impedía al carajo.

Por eso eran tan buenos amigos...y amigas en las situaciones donde disfrutaban plenamente de su libertad, y de pasar tiempo juntas jodiéndole la vida a los hombres borrachos. Aunque en este caso era Irene quién lo hacía, le gustaba aconsejar a Marjorine de que a veces era la mejor mierda que podría hacer.

GOVERNMENT HOOKERS - Kyman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora