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La casa de Dream estaba silenciosa. Tal vez porque era demasiado temprano y sus padres seguían durmiendo.

—¿Qué quieres desayunar?

—Lo que sea. No tengo nada en mente ahora mismo —le contestó George.

—¿Sabes? Me alegra haberte encontrado justo hoy. He encontrado una pequeña casa en alquiler cerca del centro de la ciudad, además, está a un buen precio. Sé que dijiste que era muy pronto para mudarnos juntos, pero solo te lo decía porque me mudaré allí. Aunque si algún día te animas, no tendré problema con que te quedes el tiempo que quieras.

—Gracias por la propuesta. Lo pensaré.

Ambos se quedan en silencio mientras Dream cocina.

—Hace tiempo estaba pensando en mudarme. En realidad, incluso ya había encontrado un departamento perfecto para mí, pero ocurrió lo de mi hermana y... mis padres estaban devastados, yo igual. Si me iba no iban a tener a ninguno de sus dos hijos, así que decidí quedarme. Aún no sé cómo decírselo.

—Estoy seguro que ellos entenderán.

—Supongo.

Dream deja los dos platos sobre la mesa y luego deja las tazas de té.

—¿Qué me cuentas de ti? No has hablado nada de tu familia.

—En mi familia cada quien vive su vida. No sé de ellos desde hace años. No estamos molestos, ni nada. Solo no somos muy afectivos.

—Entiendo.

—¿Qué hay de tu amigo? ¿Cómo se conocieron?

George sonrió al recordar aquella historia.

Su primer encuentro con Quackity no había sido el encuentro más normal.

Recuerda que fue uno de sus primeros trabajos en los Estados Unidos. Había encontrado al criminal que buscaba y lo estaba sacando inconsciente de un pequeño búnker a las afueras de Nueva Jersey cuando un camión se estacionó afuera, dónde salió un chico con un paquete. Aquel chico era Quackity.

Dejó al primer tipo en el suelo y noqueó a Quackity antes de que pudiera hacer algo. Luego se los llevó a los dos en el camión. Al criminal en la parte trasera y a Quackity en el asiento de copiloto haciendo como si este estuviera dormido.

Cuando entregó al criminal, le dio su parte del pago a Quackity para que no levantara cargos en su contra. Desde ahí se volvieron inseparables.

Pero eso no podía contarle a Dream.

—Nos conocimos en Los Ángeles. Yo acababa de llegar a Estados Unidos y no tenía donde quedarme, así que Quackity me acogió en su departamento. Eso es todo.

—Se escucha como una buena persona. Algún día deberíamos juntarnos los tres.

—Sí. Estoy seguro que a Quackity le encantará —George fingió su mejor sonrisa.

Obviamente Quackity no iba a aceptar de ninguna manera. Odiaba a Dream sin razón y desde el primer segundo no le había dejado de seguir el paso como si Dreams fuera alguien peligroso.

...

Quackity se había adentrado en su habitación de hotel al no tener que hacer ninguna entrega. Se sentó al lado de George viendo sus investigaciones.

—Me encontré con Dream.

—¿En serio?

—Sí, dice que ha encontrado una casa en alquiler cerca del centro de la ciudad y se va a mudar allí.

—¿En qué trabaja él?

—Creo que dijo que era entrenador.

—¿Y con eso le alcanza para vivir en esas zonas?

—Supongo.

—Me resulta muy extraño.

—Todo te resulta extraño. No es sorpresa para nadie.

Quackity se tira en la cama de George mientras mira el techo. Si bien Dream no le parecía un buen tipo, ahora sospechaba más de él. Debía sacar su dinero de otra fuente aparte de su trabajo como entrenador.

—Habías mencionado que en su paquete solo habían semillas de diferentes flores, ¿no?

—Sí, ¿por qué?

—¿De casualidad no habían semillas de amapola?

—¿Cómo sabes?

—Las amapolas son fuente de opio y lo usan para algunas drogas como la morfina. Supongo que de ahí piensa sacar dinero o ya lo ha hecho antes.

—¿Cómo sabes eso?

—Es algo que aprendes al convivir con todo tipo de personas. ¿Cómo vas con tu investigación?

—Sigo en lo mismo. He estado buscando algo sobre las víctimas buscando algo más en común, pero prácticamente no hay nada de ellos. Son personas normales de diferentes profesiones y edades que en lo único que tienen en común todas es que están muertas. Es inútil seguir buscando en el internet.

—¿Qué hay del cocinero?

—Lo mismo.

Un olor a quemado invade la habitación del hotel. Ambos se miran entre sí, pensando que algo cercano o incluso el mismo hotel podría estar quemándose.

George se asoma en la ventana y ve una nube de humo no muy lejos de ahí. Rápidamente se escucha la sirena de los bomberos. Hay un tumulto de la gente viendo el mismo punto. Quackity se acerca también a la ventana queriendo ver qué pasa.

—Es solo un tacho de basura —dice George—. ¿Por eso hicieron tanto problema?

—Seguro alguien ha tirado su cigarrillo prendido. Suele pasar.

Abren todas las ventanas para que el humo salga y vuelven a lo suyo.

—Mejor salgamos. Me está mareando estar aquí —le dice George—. ¿Tienes algún contacto que pueda ayudarnos con unos archivos? Creo que tengo una idea de qué puede ser lo que tienen en común todos.

—¿En serio? ¿Qué es?

—La única información que se encuentran de las víctimas es cuando ya son mayores de edad en adelante. No hay nada sobre su niñez o adolescencia, así que supuse que ahí podría estar el problema. ¿Crees que soy brillante?

—Muy brillante —dice Quackity con sarcasmo.

—¡Admite que es una gran idea!

—Aunque fuera una gran idea, temo que no voy a poder ayudarte porque no conozco a nadie que pueda tener esa clase de archivos.

Cuando salen del hotel ven que no solo está el camión de bomberos, sino que también hay varios policías alrededor.

—Es imposible identificar quién es. Tiene el rostro demasiado desfigurado —escuchan decir a uno—. La persona que lo ha matado es sin duda el mismo que ha producido el incendio. Debemos cerrar fronteras. El asesino debe estar cerca.

George y Quackity se miran entre sí.

—¿A qué se refieren con cerrar fronteras?

—No van a dejar a nadie salir de Florida.

—¿¡Qué!?

—Tenemos que actuar rápido y encontrar al asesino.

Matar o Morir [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora