-Louise, ¿cuándo iremos a las ciudades del sur?- me preguntó un día mientras almorzábamos junto a un río.
Habían pasado dos meses desde que Chris y yo comenzamos a recorrer Rockeville cada domingo, la rigidez que me provocaba saber su identidad pronto había desaparecido gracias a su jovialidad y pronto me olvidé de verlo como el futuro rey de Rockeville, sólo lo veía como Chris, el chico que se tropezaba con cestos de Lyries y se escapaba de casa para conocer el reino con sus propios ojos.
En esos dos meses, además, había conocido muchos rasgos de Chris que me cautivaban poco a poco, como su gentileza hacia los ancianos que visitábamos en los asilos y la sonrisa tan dulce que les dedicaba cuando escuchaba sus historias, o su amabilidad al dirigirse a los niños en escuelas u orfanatos, su risa cuando corría jugando con ellos y el que se arrodillara en el suelo cada vez que les hablaba, como diciéndoles que estando en la misma altura podían hablar entre iguales.
Habíamos recorrido los pueblos cercanos a la capital, así como las ciudades vecinas del norte, habíamos visitado escuelas, orfanatos, hospitales, asilos, albergues y por supuesto que le había añadido un poco de turismo en cada pueblo.
Con tanto tiempo que pasábamos juntos, Chris conocía mucho sobre mí aunque fui lo suficientemente sensata para no preguntarle sobre él; sin embargo sí que había aprendido ciertas cosas como que amaba dibujar y era extraordinariamente talentoso en ello, le gustaba llevar un lápiz y un cuaderno a donde quiera que íbamos, como lo hacía ese día.
-¿Tienes algún asunto pendiente en el sur?- le pregunté.
-Sólo quisiera conocer, tal vez visitar a niños como lo hemos hecho- respondió mientras dibujaba distraído. Sabía bien sobre los rumores acerca de los orfanatos del sur, que no estaban en condiciones óptimas, seguramente deseaba verlo con sus propios ojos para tomar cartas en el asunto.
-Ah, con que era eso, creí que estabas huyendo de la historia que nos cuenta el señor Vita cada vez que lo visitamos en el asilo del pueblo- fingí no comprender.
-¿Qué dices? Me encanta esa historia, no sé cómo se las ingenia para que termine diferente cada vez que la cuenta- me sonrió cómplice.
-Podemos ir la siguiente semana, hoy en la tarde habrá un festival en el pueblo que no te deberías perder, lo hacen cada cambio de estación, el de otoño es mi preferido.
-Pasas mucho tiempo en el pueblo- advirtió apenas despegando la vista de su cuaderno.
-Mis compañeros pasan sus días libres yendo a casa, en mi caso… es un poco más complicado- admití y Chris dejó el cuaderno para mirarme a los ojos.
-Creí que vivías con tu padre antes de ir al instituto, ¿pasa algo entre ustedes?- preguntó preocupado.
-No, no es eso, lo que pasa es mi padre vive en un sitio al que no debería ir cada semana, sería mal visto por mis compañeros- divagué y Chris me sostuvo la mirada sin comprender. -Ah, ¿te suena el nombre Edgar Benedette?
-El jefe de los Gardien reales- respondió sin problema.
-Y mi padre- confesé. Chris abrió mucho los ojos y volvió la vista a su cuaderno para evadir mi mirada.
-Entonces tu padre vive en el Palacio.
-Así es, por eso no puedo ir a visitarlo como el resto de mis compañeros con sus familias, se malinterpretaría con que estoy buscando que me favorezcan de algún modo.
-¿Y nunca se ven?
-Ah, sí, a veces visita el instituto o quedamos de vernos en algún sitio del pueblo, pero como jefe de los Gardien reales no se puede ausentar del Palacio con frecuencia y tampoco yo puedo salir del instituto entre semana, así que nuestras reuniones son más bien… esporádicas. Pero no me mires así, nos mantenemos en contacto por teléfono y llevamos buena relación.
-Ser Gardien significa mucho sacrificio- casi murmuró.
-Es la vida que elegimos y la vivimos con honor- respondí de inmediato.
-No me gustaría que te enojaras conmigo, pero sinceramente no los comprendo.
-¿Cómo dices?
-A los Gardien, no comprendo cómo pueden dedicar sus vidas a personas que no conocen, quiero decir: los Gardien que conozco e incluso tú hablan de la familia real como si estuviesen dispuestos a morir por ellos, ¿y qué han hecho ellos por ustedes? ¿De dónde viene esa lealtad hacia personas que ni siquiera conocen? No sabes siquiera si merecen que seas así.
Chris cerró el cuaderno y miró hacia otro lado, evitando mi mirada. Se veía turbado y en serio conflicto por lo que me acababa de decir, seguramente es algo que llevaba buen tiempo pensando y que no había podido decírselo a nadie por su posición como príncipe. Aunque evitaba hablar sobre la familia real frente a él, decidí que merecía una respuesta sincera.
-Es cierto que no me he encontrado con la familia real en persona, pero eso no quiere decir que no los conozca- comencé a explicarle. -La familia real está presente en todo el reino, Chris, sólo basta leer entre líneas para encontrarlos, no me guía ninguna lealtad ciega, sé a quiénes sirvo porque sus acciones me han ayudado a conocerles. Por ejemplo, fuimos a las escuelas, ¿no? Ahí puedes conocer a la princesa Émile que tanto se esfuerza por impulsar mejor educación en todos esos niños y que en sus sueños Rockeville encuentre vías mejores. En los hospitales puedes conocer al príncipe Nícol, que además de enfocarse tanto en sus estudios de medicina, ha gestionado diversos programas para ayudar a muchísimos ciudadanos. Y la reina Maybeth está presente en todos lados, es como una amalgama que une todo el reino y garantiza su bienestar, puedes preguntar por ella a cualquier ciudadano y verás que te responden primero con una sonrisa. No servimos solamente a cuatro personas, servimos a todo Rockeville, un reino que prospera gracias a que ellos lo dirigen sabiamente.
Chris me miraba conmovido, seguramente no esperaba que me expresara así de su familia y creo que con mis palabras comprendía un poco más sobre la lealtad que nos caracterizaba a los Gardien. Sin embargo, pronto esquivó mi mirada y recuperó un semblante turbado.
-No mencionaste al príncipe Christopher, ¿tan inútil te parece?- masculló y me costó mucho reprimir una risa. Aunque no me agradaba halagarlo justo enfrente de él, inferí que necesitaba algunas palabras de aliento también.
-El príncipe Christopher es un caso especial. Lo que pasa es que las acciones de sus hermanos son muy nobles, necesarias y dignas de reconocerse, pero ambas han sido empleadas desde muchas generaciones atrás como medios para el progreso. Sin embargo, desde que el príncipe Christopher ha intervenido en el gobierno de Rockeville, puedes darte cuenta de muchas cosas que no se hacían antes como la calidad de los orfanatos, los programas tan humanistas en los asilos, mejores mecanismos de justicia, proyectos sociales… el príncipe ha invertido sus esfuerzos en espacios que no benefician a Rockeville tan evidentemente en materia de economía, pero que han significado vidas muy diferentes para las personas que viven en el reino. Siento que de entre todos sus hijos, los reyes no se equivocaron en declararlo el heredero al trono.
-¿Por eso es un caso especial?- murmuró mientras veía fijamente el suelo con los ojos muy abiertos, por supuesto que estaba conmovido.
-Y porque es guapo- agregué para aligerar el ambiente.
-¿Ah, sí?- preguntó con una carcajada.
-¿Qué te puedo decir? Tengo algo con los rubios- me reí también encogiéndome de hombros, mientras veía cómo se le formaba una evidente sonrisa de autosuficiencia en el rostro.

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Gardien
Teen FictionEn el reino de Rockeville, Louise Benedette se prepara en su penúltimo año de instituto para convertirse en una Gardien, aquella élite de personas que son entrenadas en ciencias, artes y combate para proteger a la familia real y los habitantes del r...