Capítulo 9

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-Déjate la peluca- advertí cuando lo vi combatiendo con su cabello.

-Pensé que me preferías rubio- se mofó.

-También te prefiero a salvo.

-¿Qué puede pasarme junto a la mejor estudiante del instituto? Tal vez la próxima semana incluso me traiga puesta la corona- rio mientras entrelazaba su mano con la mía.

Había parado de llover después de una hora, así que nos dirigíamos a la ciudad. Como ya no había secretos entre nosotros, ambos hablábamos con mucha más naturaleza, ya no nos preocupaba decir algo que pudiese revelar la identidad de Chris y simplemente hablábamos abiertamente.

-Te he querido preguntar esto desde hace tiempo, cuando dijiste que vivías junto a tu padre hasta antes de entrar al instituto, ¿dónde era?- me preguntó cuando las luces de la plaza ya se veían desde el bosque.

-Mis padres y yo vivimos en una casa de la ciudad durante casi toda mi infancia, cuando mi madre murió mi padre pidió a la reina dejarme ir a vivir junto a él en las habitaciones de los Gardien reales y tu madre fue muy generosa en darme en cambio una habitación de invitados.

-¿Entonces viviste en el Palacio? ¿Estuvimos bajo el mismo techo durante años?- reiteró con una carcajada.

-Y lo estaremos pronto también, el próximo año me graduaré del instituto y no pasarán muchos años hasta que lidere a los Gardien reales, estás advertido- sentencié con una ceja levantada, lo que hizo sonreír a Chris.

-De verdad me gustaría verte en tu papel de Gardien- murmuró. -¿En esa mochila que traes siempre... vienen armas?- preguntó después con curiosidad, lo que me hizo reír.

Le mostré el interior de mi mochila impermeable, gracias a la cual nada de su contenido se había dañado con la lluvia. Chris levantaba las cejas cada vez que sacaba algo filoso y le explicaba qué era, por último me topé con el libro que me había regalado ese día y me sentí aliviada de saber que estaba intacto.

-¿Qué pasa?- me preguntó.

-Nada, es sólo que desearía haber metido mis lirios a la mochila antes, se estropearon con la lluvia- admití observando mi ramo de flores ya marchito por tanta agua, incluso varios de sus pétalos se habían caído.

-¿Tan triste te pone?

-Es que... no sé, me siento decepcionada de no haber podido cuidar de mi primer ramo de flores, algunas chicas incluso los cubren con resina para que no se marchiten nunca y a mí no me duraron ni doce horas- reí con desánimo.

-¿De verdad soy el primer hombre que te regala flores?- me preguntó serio.

-Nunca estuve interesada en aceptar flores de nadie- admití.

-Si te soy sincero, Louise, aún no puedo creer que me quieras- confesó con una leve sonrisa en los labios y la mirada más dulce que le había visto jamás.

No le respondí porque no encontré las palabras y solo caminamos en silencio hasta llegar a la plaza. La realidad es que era yo quien no podía creer que Chris me quisiera, que entre tantas personas en el mundo me hubiese escogido a mí, a mí y no a las mujeres nobles y ricas que seguramente buscaban su atención o a tantas otras personas que de seguro me superaban en cualidades. Sea cual sea la razón, agradecí al cielo por ello.

-¿El próximo domingo entonces?- pregunté cuando llegamos al puente. Chris cerró los ojos con fuerza.

-¿Qué te parece si llegando a casa escribo un decreto para que tengan más días libres a la semana?

Me reí fuerte ante su comentario, ciertamente había muchas cosas que Chris podía hacer para modificar el instituto y tal vez bastaba con que se lo pidiese para que se realizaran, pero no quería eso para nada. Tomé su mejilla con mi mano izquierda y le miré directo a los ojos.

-No interfieras con mi vida como Gardien, si me veo favorecida de algún tipo estarás en serios problemas- advertí con firmeza, aunque divertida y Chris sonrió también.

-A tus órdenes- susurró cerca de mí y me besó en los labios rápidamente.

***

Pasé la mañana siguiente en la piscina del instituto, hacía buen tiempo que no nadaba y estar en contacto con el agua me hacía bien. Además, decidí que esos días haría tantas actividades individuales como pudiese porque era bien consciente de la sonrisa idiota que tenía impregnada en la cara y no deseaba que ni Michael ni nadie me lo recordaran.

Salí de la piscina poco antes de las once y me dirigí a los vestidores. Estaba pensando en salir con Bonum un rato al bosque cuando el parloteo de algunas compañeras me distrajo, de hecho se apreciaba gran conmoción por los pasillos del instituto. Me acerqué rápido un tanto alarmada, pero pronto me di cuenta de la razón de tanta conmoción.

Numerosos empleados iban y venían por los pasillos bajando ramos de flores y decorando las escaleras, el gran comedor y la entrada, todo el instituto se llenaba de un solo tipo de flor: lirios. Los pasillos se teñían de blanco y mis compañeros no dejaban de susurrar entre sí soltando una que otra risa de sorpresa.

-¿Sabes... sabes qué ocurre?- le pregunté a la primera compañera que me topé.

-Según dicen, el Palacio envió todas estas flores para celebrar el fin de semestre, qué... increíble, ¿no?- me explicó entre risitas mientras acariciaba el ramo de lirios que le quedaba más cerca.

Caminé boquiabierta por los pasillos, incluso después de que los empleados se fueron. Inspeccionaba todo con estupor, había cientos, tal vez muchas más flores decorando mi hogar y sabía que todo era obra de Chris, no sabía de partirme en risa, sentarme por la sorpresa o comenzar a dar saltos de emoción por todo el pasillo.

Me estaba debatiendo aún cuando Michael se acercó a mí, en sus manos cargaba dos paquetes de idéntico tamaño, se veía tan extrañado como yo, nunca antes el Palacio había obsequiado algo al instituto por fin de semestre, aunque a diferencia de Michael yo sí conocía la verdadera razón detrás de todo eso.

-¿Qué traes ahí?- me adelanté en preguntar.

-Son obsequios del Palacio, nos mandaron un paquete a los diez mejores estudiantes... no fue tu padre, ¿cierto? Nunca lo había hecho antes. Como sea, a mí me enviaron una computadora portátil nueva que no pienso rechazar, sea quien sea mi benefactor. Traje el tuyo también, ábrelo, quiero ver si hay favoritismo.

Tomé mi paquete, muy ligero en mis manos y mi sentido común me indicó que no era buena idea abrirlo frente a Michael, sobre todo sabiendo que venía de parte de Chris. Tragué saliva y le sonreí cínicamente.

-Por supuesto que habrá favoritismo, no pueden regalarme lo mismo que al número dos- me mofé y ocasionó que Michael levantara las cejas retador.

Michael hizo un ademán de querer atraparme para quitarme el paquete, pero me escapé justo a tiempo riendo, cuando me giré la cabeza a mitad del pasillo, él ya charlaba con uno de sus amigos y le presumía su computadora nueva. Me dirigí a toda prisa a mi habitación, entré, puse pestillo en la puerta y dejé el paquete sobre mi cama.

Removí los listones con cuidado y quité la tapa: dentro, en una caja demasiado grande para él, había un ramo de lirios unidos por un listón azul, se veían cortados con mucho menos simetría que aquellos que adornaban los pasillos del instituto y en el centro tenían un sobre que abrí de inmediato.

Estos los recolecté yo mismo.

Tuyo, Chris.

Levanté el ramo con cuidado y me percaté de que al fondo de la caja venía un frasco de resina líquida. Me reí fuerte ante toda esa situación, pero después me percaté de que no podía deshacerme de la sonrisa. Chris no conocía límites y en eso nos parecíamos bastante, pero de verdad deseé podernos parecer en la manera en que hacíamos feliz al otro porque cuánto quería que Chris experimentara la felicidad que yo sentí en ese momento.

GardienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora