Esa noche no pude dormir, lo cual no me mejoró el resto de la semana. Christopher O’Brien ocupaba todos mis pensamientos, por primera vez en mucho tiempo me encontraba perdida y sin saber qué rumbo tomar.
Mi formación como Gardien me apresuraba en avisar a los Gardien reales de lo que estaba sucediendo, era inimaginable el peligro que corría el príncipe yendo por su cuenta por todo el reino; pero mi lado humano, el que había conversado con Chris y pasado tiempo con él, el que había visto cómo sus ojos retenían las lágrimas de felicidad cuando recorríamos el pueblo… ese lado me detenía de tomar el teléfono.
Lo que era seguro es que debía tomar una decisión pronto, ya era sábado por la noche y mi cita con el príncipe a la mañana siguiente hacía que se me fuera el aire de los pulmones.
En un principio pensé en decírselo a Michael para que me diera su consejo, además de considerarlo mi hermano era un estudiante impecable, su punto de vista definitivamente me orientaría.
Sin embargo, sabía que él optaría por notificar al palacio y yo no estaba tan segura de ello; en cambio, si tomaba la decisión contraria y todo terminaba mal, no quería que culparan a Michael por haber sido cómplice de cualquier cosa que pasara.
Así que sola, a unas pocas horas antes de ver a la raíz de todo ese problema, me propuse tomar una decisión. Como Gardien debía velar por la seguridad del príncipe, pero había escuchado de los labios de Christopher cómo sufría en ese arresto domiciliario que le habían impuesto para mantenerlo a salvo, yo conocía ese sentimiento y no se lo deseaba a nadie, si notificaba al Palacio solamente lograría que aprisionaran al príncipe aún más que antes.
Además era injusto, si la reina o los Gardien hubiesen observado el brillo en los ojos del príncipe cuando recorría el pueblo o lo hubiesen escuchado hablar tan entusiasmado con cada habitante como un joven sin ningún título que se maravillaba en lo que tenían que decir… entonces pensarían muy diferente.
Christopher deseaba conocer Rockeville y era su legítimo derecho, para velar por el bienestar del reino debías conocer sus necesidades y el príncipe no podía hacerlo desde su habitación.
Sí, la decisión estaba tomada: no lo delataría.Sobre su seguridad podía afirmar dos cosas con certeza: uno, que aunque lo delatara él encontraría la forma de seguir escabulléndose y entonces sí sería muy peligroso; y dos, que mientras yo estuviera a su lado me aseguraría de que nada le sucediese, al final de cuentas ese era mi deber como Gardien y para la fortuna del príncipe yo era perfectamente capaz de llevarlo a cabo.
La siguiente mañana me levanté una hora más temprano, me duché con cuidado debido a los moretones que se arremolinaban en mi cuerpo, la situación con el príncipe me había distraído tanto que Michael barrió el suelo conmigo en esgrima, tampoco estuve en mi mejor momento entrenando junto a una compañera y por si fuera poco me caí del caballo en clase de equitación.
Esperaba que a partir de ese día mi rendimiento como estudiante volviera a ser el de antes y hablando claro debía de serlo porque ahora cargaba con una gran responsabilidad.
Me vestí con mi ropa de entrenamiento que consistía en un pantalón negro y una blusa con mangas hasta los codos de la misma tela flexible y resistente; llené mi maleta de una variedad de armas que pudiese necesitar pero que no fueran muy vistosas para no llamar la atención del príncipe, coloqué mi confiable daga en mi muslo y acomodé el zafiro en mi cuello, mi distinción como aprendiz de Gardien que no debía quitarme en ninguna circunstancia.
Me dirigí al pueblo con el corazón latiéndome a mil por hora, llegaría quince minutos antes, pero aún no sabía cómo dirigirme hacia el príncipe. Había sido totalmente irrespetuosa desde que nos conocimos y si bien no conocía su identidad, le había tratado de una manera inadmisible.

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Gardien
Novela JuvenilEn el reino de Rockeville, Louise Benedette se prepara en su penúltimo año de instituto para convertirse en una Gardien, aquella élite de personas que son entrenadas en ciencias, artes y combate para proteger a la familia real y los habitantes del r...