-Para haber improvisado todo el día, te salió muy bien- admití mientras caminábamos por el bosque, hacia donde Chris aseguraba que se encontraba aquello que quería mostrarme.
-Soy un hombre con suerte- me guiñó un ojo.
-¿Ah, sí? Que yo recuerde, tu suerte te ha llevado a tropezar con cestos de criaturas no humanas.
-Y a que la mejor estudiante del instituto pasara por ahí en ese mismo instante- contraatacó.
-Como sea, ¿qué tan lejos está esto que quieres mostrarme? No me da confianza que andemos por el bosque de noche.
-¿Por qué? ¿Miedo?- se burló. De que algo te pase, cabeza dura quise decirle.
-Hay sectores del bosque donde es seguro, otros que no lo son tanto pero que puedo protegerte, pero existen otros a los que sería verdaderamente insensato ir- advertí.
-¿De verdad? ¿Qué hay ahí?- preguntó interesado.
-Son sectores no explorados o cuyas criaturas no humanas se han negado en vivir pacíficamente con las personas, ahí prevalece la ley del más fuerte, si entras a esos lugares es matar o morir.
-¿La prueba de los Gardien no iba algo así?
-Pues sí, hace algunos años debías pasar una noche dentro de esos sectores para convertirte en Gardien, era como tu examen final para salir del instituto...
-¿Y... los estudiantes...?
-La mayoría aprobaba- me limité a decir.
-Cielos, no sé cómo m... cómo los reyes permitían algo así- se corrigió inmediatamente.
-Era una tradición muy arraigada, mi padre enfrentó muchos obstáculos para eliminarla, no culpes a la familia real, ese cambio debía de venir desde los mismos Gardien para que fuera aceptado.
-Si tú lo dices- suspiró.
-Pero dime, ¿qué tan lejos está ese lugar que buscas? Siento gotas caer- reiteré preocupada de que nos quedásemos atrapados en medio de la lluvia.
-Debería estar por aquí, ¿no ves algo parecido a una cueva?
-¿Cómo dices?
-Es que debería estar por aquí, desde hace ya un kilómetro, pero no la encuentro- se explicó turbado.
-Chris... ¿nos perdimos?
-No - respondió girándose hacia el bosque y volviendo a caminar.
Solté una risa que hizo que me doliera el estómago, Chris al principio me miró molesto, pero luego se unió a mí con una carcajada. Pronto las gotas comenzaron a caer con más frecuencia y en unos segundos nos vimos envueltos en la lluvia. Tomé la mano de Chris y lo guie a paso rápido hacia el este, donde debía haber algunas rocas o algo para cubrirnos de la lluvia, al poco tiempo encontramos el terreno rocoso que buscaba y nos cubrimos bajo él.
Aunque el techo de roca evitaba que nos siguiésemos mojando, estábamos bastante empapados, decidimos quitarnos las zapatillas deportivas para evitar enfermarnos y nos sentamos junto al otro con la vista hacia el bosque que se llenaba de agua. Las hojas de los árboles se mantenían hacia abajo por la fuerza de la lluvia y el suelo comenzaba a inundarse por la cantidad de agua, aun así se veía hermoso y el olor a lluvia me llenaba los pulmones.
-No es tan malo, ¿eh?- apenas susurré.
-No, no es malo en absoluto- afirmó.
Sonreí y me volví hacia él, pero me encontré con que me miraba fijamente. La sonrisa se me borró lentamente y en su lugar sentí la boca seca, con la necesidad de tragar saliva. Mi mano estaba si acaso a un centímetro de la suya en el suelo y su mirada era como si planeara que nunca apartásemos la vista... por lo menos yo no quería hacerlo.
-Louise, hay algo que quiero decirte... en realidad me siento culpable- al decir esto, miró hacia otro sitio para evadir mi mirada, lo que me sacó de mi estupor.
-¿Por qué habrías de sentirte culpable?
-Lo que pasa es que... estos meses han sido increíbles, como no tienes una idea, cada domingo viví lo que soñaba durante años, pero fue mucho mejor que en mis sueños, fue... lo que quiero decir es que te he estado engañando, Louise, no soy quien crees que soy y quería revelártelo desde hace mucho tiempo, pero estaba aterrado, ahora mismo sigo estándolo, pero ya no soporto mentirte. Sé que todo cambiará cuando te lo diga y por eso estuve evadiéndolo, pero si no lo hago me arriesgo a que empeore y luego te alejes de mí... si es que no lo haces ahora- explicó preocupado, sus ojos se veían desesperados mientras buscaba y evadía mi mirada al mismo tiempo.
-No tienes nada de qué preocuparte- le aseguré.
-Es que no entiendes la magnitud de lo que pasa, Louise, cuando... si supieras...
-Christopher- le interrumpí y él guardó silencio, pálido por unos segundos.
-¿Cómo? ¿Desde cuándo?- susurró apenas.
-Desde la segunda semana en que nos vimos, me preguntaste por Bonum, ¿recuerdas? Se supone que sólo los Gardien conocemos de su existencia, y el Palacio, por supuesto. Até cabos, investigué a las familias nobles del reino y todo me llevó a descubrir quién eres. No quise obligarte a que me lo dijeras, pero ahora siento que la que te ha engañado soy yo- tras decir eso miré el suelo, temerosa de qué pasaría.
-Creí que de saberlo te negarías a seguirme acompañando, que advertirías a tu padre y simplemente... te irías- susurró, lo que me hizo volver la vista hacia él.
-Me costó digerirlo cuando me enteré, pero no iba a permitir que volvieras a estar prácticamente prisionero en el Palacio, tenías razón en lo que hacías, ¿cómo gobernar un reino que no conoces? Así que decidí acompañarte, protegerte mientras te mostraba Rockeville. Pensé en decirte que sabía quién eres, me dije que lo haría después, pero para cuando me di cuenta... no quería que fuese diferente- me sorprendí ante mi propia sinceridad, Chris me miraba boquiabierto y luego se puso las manos sobre el rostro, pareció suspirar un par de veces.
-Esa tarde, en el festival de otoño, me prometí que te diría la verdad... cuando bailábamos, tal vez antes... me di cuenta de que quería decirte cómo me sentía, cómo me siento, pero que debía ser yo mismo cuando te lo dijera y que si tú... por alguna razón te sentías como yo, fuera hacia quien soy en realidad- Chris me miraba afligido, en sus ojos podía ver la angustia que todo eso le ocasionaba. -Pero ahora que me dices todo esto, no sé quién soy ante tus ojos, no sé si me has visto como... si todo este tiempo...
-¿Si te he visto como el príncipe?- completé sus palabras, a lo que él tensó la mandíbula. -Eres un príncipe así como yo soy una aprendiz de Gardien, es algo que no podemos cambiar y no hay forma en que no te vea como tal, pero si tu preocupación es que te haya visto todo el tiempo como alguien a quien estoy obligada a proteger, entonces estás equivocado. Chris, eres el hombre que se arrodilla frente a los niños para hablarles, el que sostiene las manos de las ancianas cuando te cuentan sus historias, quien se preocupa hasta de los animales que vagan por las calles... te he protegido porque quiero hacerlo... porque te quiero, Chris.
Chris salió de su estupor tras unos segundos, su mano se dirigió hacia mi mejilla lentamente, de manera que podría haberlo evitado de haber querido, pero mis manos pronto alcanzaron su rostro acortando el espacio que quedaba entre nosotros. Sus labios encontraron los míos con dulzura, sin prisa, con plena sinceridad.
-¿Esto qué significa?- susurré cuando nos separamos, sus manos aún sosteniendo mi rostro.
-Que te quiero, Louise, como no sé explicarte- respondió con sus ojos azules clavados en mí, jurándome que lo decía en serio.

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Gardien
Novela JuvenilEn el reino de Rockeville, Louise Benedette se prepara en su penúltimo año de instituto para convertirse en una Gardien, aquella élite de personas que son entrenadas en ciencias, artes y combate para proteger a la familia real y los habitantes del r...