1. El inicio de todo

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Dos semanas antes...

La Torre de Gryffindor era conocido como un lugar en donde fácilmente podías encontrar a las personas más extravagantes del colegio, por lo que era normal que encontrarás un ambiente festivo y alegre en la Sala Común.

Ese día, no podías encontrar un panorama parecido. La razón principal de eso, era porque la Copa de Quidditch había sido justamente ganada por Slytherin, dejando que los alumnos del último año se desanimaran cuando se suponía que debía ser un motivo de celebración. A solo pocas semanas de terminar el año escolar, los EXTASIS estaban a la vuelta de la esquina y eso era excusa suficiente para permitirse un momento de alegría antes de la presión agobiante que producían los exámenes.

Harry era uno de ellos, esperanzado de que iba a terminar el año de la mejor manera, con su equipo festejando y bebiendo el Whisky de fuego que Ron consiguió traer a escondidas con ayuda de los gemelos. Ahora, ese panorama festivo se había perdido, y él sintió que tenía toda la culpa.

Dejó que tomarán la snitch antes que él, algo que muchos consideraban impensable pues todos sabían que Harry Potter era uno de los mejores buscadores del equipo.

Solo una persona había sido capaz de rivalizar y dejar en duda su posición cómo el mejor buscador del colegio, y hoy logró demostrarlo ante todo el mundo.

—Maldito Malfoy —mascullo al aire, sin importarle que sus compañeros pudieran escucharlo.

Acostó la mitad de su cuerpo sobre el sillón de la Sala, mirando el fuego que ardía con intensidad, algo que podía compararse con la ira que estaba sintiendo en esos momentos. Era intenso, y podía quemar a cualquiera que se le acercará.

Bufo con molestia, pensando porqué Malfoy necesitaba hacerle la vida imposible cada vez que se le daba la oportunidad.

Ah, porque había rechazado ser su amigo desde el primer año.

Bueno, se lo merecía, no tenía derecho que hubiera hablado sobre Ron de una manera tan desagradable. A él no le gustaba juntarse con ese tipo de personas que se creian superiores solo por haber sido mimados y pensaban que debian ser respetados. De hecho, con su primo Dudley tenía suficiente.

—Estúpido Malfoy...

¿Por qué tenía que ser tan... insoportable? Tal vez esa era la palabra correcta que podría definir a la persona que conocía en el exterior. Siempre tenía esa mirada engreída sobre él, como un incentivo que era capaz de provocar a Harry cuando deseaba que lo mirara de una forma más genuina, con esos intensos ojos grises que brillaban de una forma interesante cada vez que le hablaba. Esa estúpida postura que demostraba, como si fuera el dueño de todo el mundo. El estúpido cabello platinado y brillante, el cual siempre se desordenaba con el viento cuando volaba sobre su escoba y le daba una imagen tan atrayente que conseguía llamar la atención de cualquiera.

Por Merlin, todo lo que generaba en él cada vez que lo miraba, conseguía provocarlo de una forma que todavía le sorprendía no haberse abalanzando sobre él para golpearlo, obviamente.

Harry suspiro por enésima vez en el día, sintiéndose un fracaso porque pensando en lo mucho que le jodia la actitud de Malfoy, en lugar de estar festejando. Ese ultimo pensamiento consiguió que se enojara mas de ser posible.

—Idiota.

—Harry, ya basta, literalmente desde que has vuelto no has parado de maldecir a Malfoy —se quejó Hermione detrás suyo, acercándose a él—. Podrás ser un mago, pero maldecirlo no hará que se vuelva real.

La Fiesta de Gryffindor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora