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Camino a un ritmo cauteloso por el pasillo desierto que transitaba al asegurarse de no encontrar a nadie. Esa era una buena señal, considerando que no se había topado con Filch para su suerte, por lo que creía estar bastante seguro de que nadie iba a molestarlo en su caminata nocturna.
Fue una decisión tonta de su parte haber olvido el Mapa del Merodeador que le habían obsequiado Remus y Sirius cuando cumplió los 13 años, diciéndole que ese mapa podría protegerlo en cualquier situación desesperada. También trajo con él la capa de invisibilidad que le heredó su padre, haciendo honor a ese legado extraño que habían formando su padre junto a sus amigos cuando vivían aventuras extraordinarias dentro del castillo y que le apetecía tanto contarle cuando era solo un niño.
Por supuesto, no era la naturaleza de su madre permitir que su niño siguiera los pasos de ellos, pero todos se las habían ingeniado para obsequiarle en secreto esos objetos mágico que un adolescente mago como él soñaría con poseer.
Aunque no tenía el mapa a su disposición, podía estar seguro que Malfoy no lo podría atrapar en su ronda de prefecto otra vez, pues su camino no lo dirigía hacia las áreas que él usualmente custodiaba. Creía que de esa forma no sería imposible notarlo.
Esa noche no pudo conciliar el sueño, de lo cual ya estaba acostumbrado por tener ese problema obsesivo con el insomnio. Y su solución más lógica para combatirla, era visitar la Torre de Astronomía en medio de la noche y admirar la vista del lago desde allí hasta que el sueño regresará.
Pero debió suponer que esa noche no sería sencilla para él esta vez, porque en cuanto empezó a subir las escaleras de la torre con indiferencia, sus sentidos se alertaron en cuanto escucho unos sonidos extraños que lo obligaron a quedarse quieto en su lugar.
Estaba creyendo en verdad que Merlín lo odiaba, porque su único deseo era no encontrarse con Malfoy en medio de la noche. Por supuesto, pareció escuchar lo contrario o se hizo oídos sordos a propósito.
Pensó seriamente si debia salir corriendo y fingir demencia, sin ninguna intención para detenerlos. Pero una voz difícil de silenciar gritaba en su cabeza, dándole esa curiosidad característica que lo había metido en problemas y continuaba haciéndolo. De verdad no sabía cuándo aprendería la lección de no seguir a la curiosidad, pero lo hizo esa noche, como un tonto impulsivo.
Manteniéndose detrás de una columna que iba a ocultarlo lo suficiente, asomó su mirada hacia la dirección donde provenían los sonidos.
Debió hacerle caso a su cabeza antes que su impulsividad, porque esa imagen de Draco besando a alguien desde su perspectiva no iba a ser tan sencilla de olvidar.
Al parecer, Anthony y Draco habían decidió reunirse en la Torre de Astronomía esa noche, aprovechando que ambos eran prefectos y tenían la excusa perfecta en caso de que los descubrieran. No parecian sufrir la temperatura fría de la noche, aunque sus túnicas se encontraban en el piso y estaban en ese juego previo por competir quien iba a desabotonar al otro con rapidez. Malfoy estaba ganando ese juego, sujetando al chico de las caderas y frotándose contra él.
Se imagino lo roja que debia estar su cara, empezando a sentir un calor asfixiante que no sabía de dónde provenía. Debería largarse, pero sus pies no le respondían. Tampoco podía apartar la mirada, pues miraba embelesado los gestos que hacía Malfoy sin que le importara la presencia de Anthony, sin perderse cada movimiento que realizaba. Hipnotizado por la forma en que besaba, rudo y con una pasión que haría temblar a cualquiera, los sonidos de satisfacción que hacia en cuanto trasladó los besos al cuello del chico, murmurando maldiciones con una voz ronca que lo hizo vibrar a la distancia donde lo escuchaba.
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La Fiesta de Gryffindor
FanfictionLos Gryffindors han decidido armar una alocada fiesta en la Sala de los Menesteres. Sin embargo, todos sus planes se complican cuando Slytherin los descubre. Al final, ambas casas deciden mantener una especie de tregua por una noche para que todos p...