Paradise

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Hace mucho tiempo perdió ese brillo tan especial que poseían sus ojos,no recordaba la última vez que fue feliz imaginándose un paraíso bellísimo en el habitar con pura alegría y esperanza. Todo lo opuesto a su realidad oscura y abrumadora por culpa de la persona a la que llamó padre alguna vez,si su madre supiera en lo que convirtió ese hombre a su hija lo mataría sin dudar pero ahora ella no estaba.

Su madre murió cuando ella tenía trece años y ese fue el detonante para que su padre sumido en su depresión,la use de maneras asquerosas no dignas de un padre. Era un día a día constante encadenada a la perdición de ser tocada aunque no lo quisiera,fingir un orgasmo ya era habitual y la manera triste de vivir su vida correspondía con su presente.

Su padre desde los catorce en adelante al no querer trabajar la había vendido,simplemente coloco un burdel y ese fue el principio del fin. Pensaba que al crecer tendría la oportunidad de descubrir el mundo y sus lugares preciosos,esa agua llameante que llamaban lava o esos copos blancos que caían del cielo en la estación del invierno.
Pero no,ser sexualizada era el precio a pagar por su estúpido progenitor,ya ni lo veía como padre. Le soltó la mano en el momento que más lo necesitaba y la abandona siempre en los brazos de cada extraño que quiere pasar un buen tiempo con su cuerpo.

Sucia. Esa era la palabra que definía su más pésimo sentir ahora con veinte años de edad.

¿Ya acabe por hoy o que?. —Preguntó fríamente a la persona frente a ella.

—Sí,ya has acabado por hoy Elizabeth. —Le Pasó una bolsa llena de dinero.—Cuida tu tono niña,no te olvides que soy tu padre.

—No. Tú no lo eres,dejaste de serlo cuando dejaste que ese hombre me abusara y no hiciste nada.—Apretando los dientes contestó furiosa.

Y para su mala suerte no solo era prostituida sino también maltratada por el hombre que una vez amo y tomó de inspiración,una fuerte cachetada le dejo ardiendo la mejilla derecha pero no iba a caer,solo aguanto las ganas de llorar.

—¿Terminaste?.

—Hija... yo...

—Elizabeth,ese es mi puto nombre. No digas más hija.—Dejando clara su postura se marchó a su habitación rendida a llorar por todo este maleficio a pasar.

Muchas veces se preguntaba al caer la noche como había llegado a ese momento tan bajo,ser utilizada bajo las órdenes de "mantener el hogar" que tanto trabajo le costó a papá,le era injusto el trato y más sabiendo que ella dejó de estudiar hace mucho tiempo.
¿Se había equivocado con dios o con su madre para recibir este castigo? ya no lo aguantaba más y la ansiedad cada día crecía más y más. Detrás de ella poseía demonios carcomiendo poco a poco su cabeza con pensamientos negativos,sus marcadas muñecas eran testigos de los cortes causados por ella,o sus rasguños que dejaban hematomas.

Ella de niña era risueña con la meta clara de poder algún día conocer el mundo en su plenitud,ver el océano desde la playa jugar con el agua de ella,escalar un monte y ver desde lo más alto un hermoso paisaje.
Estaba atada y no sabia como librarse de aquellas cosas asfixiantes que hay en su alma vacía y triste.

¿Podré algún día... conocer... el mundo?.

Parecía un pedido de deseo a algún tipo de cometa fugaz o al propio dios con el fin de poder ser feliz.

****

—Le parece amo Tom tener esa... clase de compañía.

—Jacob ya he hablado de esto con antelación. —Regañó con tono severo.—Siempre ayudaremos a los demás además,esa chica parecía estar pidiendo ayuda a gritos.

La Araña y La bruja [One shot's]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora