FAR BEYOND ── JAYDICK

⠀⠀⠀⠀✵✵④ | OSCURITÀ

El tiempo solo deprimía más a Bruce, habían pasado días sin salir de sus aposentos, apenas comía y solo porque sus hijos se lo pedían, prácticamente exigiendo que lo hiciera.

Hal no se había mostrado colaborador al saber que tendría que pedirle a Hades que devolviera a Dick, y aunque Barry había prometido que lo ayudaría a convencerlo. Bruce sospechaba que el Dios del rayo había tenido que ver con el secuestro de su hijo.

En la tierra la situación no era mejor, los sembríos se veían afectados por la tristeza de Bruce, el alimento escaseaba y los animales no hacían nada más que dormir sin comer a falta del Dios de la primavera. Todos estaban sufriendo por el dolor del Dios y por la desaparición de su pequeño hijo.

Dick no era la excepción, desde su llegada al inframundo se negó a probar bocado alguno, ni siquiera había tomado agua. A pesar de eso, Jason siempre se encargaba de dejar una bandeja llena de comida y una copa con agua en sus aposentos antes de retirarse a seguir ejerciendo su trabajo como Dios del inframundo, pero cuando regresaba, la bandeja siempre estaba tal como la dejo.

El Dios de la primavera solo lloraba y dormía, ni siquiera se había levantado a recorrer la habitación.

La tristeza siempre lo invadía al pensar en su padre, en Tim, en Damian, en su pueblo, lloraba pensando que jamás volvería a verlos.

Y Jason sentía como algo dentro suyo se rompía cada vez que entraba a verlo.

—Dickie, tienes que comer algo, te enfermaras si no lo haces —dijo sentándose a su lado para dejarle una ligera caricia en su espalda.

El pequeño Dios levantó sus apagados ojos azules hacia Jason, solo para ignorarlo y volver a enterrar su rostro en la almohada.

—No quiero hacerlo.

—¿Por...? ¿Por favor? —pidió, forzando a que las palabras salieran. Él no pedía, exigía, pero por aquel chico de ojos azules, sentía que entregar su reino sería poco.

—Solo dejame ir, Jason —respondió volviendo a mirar al mayor— Por favor.

—Ya te dije que no puedo hacer eso, goldie.

—¿Por qué no?

¿Por qué no?

Jason también se hacía la misma segunda, pero él sabía la respuesta.

Porque me gustas, Dickie.

—Simplemente no puedo hacerlo, Dick —dijo, tratando de sonar firme.

—Extraño a amigos, a Tim y Dami, sin contar a mi padre, debe estar muy preocupado —Jason puso los ojos en blanco al escuchar la mención del Dios de la agricultura.

—Ven, te voy a enseñar algo —Se acercó para tomar la mano de Dick, pero él solo se encogió en su lugar, provocando que Jason suspirara. —De acuerdo, no te voy a tocar, pero sígueme.

Con desconfianza se paró, indicándole a Jason que guiara el camino.

Comenzaron a caminar, perdiéndose entre los angostos pasillos que se encontraban repletos de cráneos y... más cráneos ocultos en la penumbra.

Dick noto como con cada paso, el ambiente parecía aclararse a medida que los cráneos escaseaban.

Jason se detuvo frente a una enorme puerta plateada, abriéndola para dar paso a los rayos de la luz del día.