La desgracia se avecina

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Según supe después Kaworu era un muchacho muy bien posicionado económicamente, su padre era militar y eran dueños de la compañía Nagisa, una compañía que hacía aviones de guerra. Era muy provechoso que Kaworu hubiera elegido Rei como compañera, ayudaría mucho a nuestra familia. La familia Ikari no era pobre ni tampoco muy rica, mi padre, había heredado de sus padres una gran fortuna pero que se fue acabando debido a las ambiciones de sus abuelos. Teníamos la casa de campo como único lujo, una casa grande estilo del siglo XIX con muchas habitaciones y un enorme patio. Lo bueno de vivir en el campo lejos de la ciudad era que no teníamos que oír marchar a los soldados ni a soldados reclutando hombres para servir a nuestra patria, sin embargo, no todo era color de rosa en nuestra vida en el campo. De vez en cuando escuchábamos los aviones traspasar el techo y una vez mientras jugábamos, Asuka, Mari, Hikari y yo en el patio observamos a varios soldados marchar. Yo tenía miedo de que los soldados entraran a nuestra casa y me obligaran ir al campo de batalla a luchar o que los enemigos bombardean nuestro hogar. Cuando creía escuchar una balacera corría al cuarto de mis padres preguntándoles si podía dormir con ellos. Cierta noche cuando la oscuridad era más tenue y se escuchaban varios aviones aterrizar empecé a sentir miedo, me tape debajo de las cobijas y trataba de dormir pero nada daba resultado. De repente sentí como las puertas de mi cuarto comenzaron abrirse, intenté cerrar los ojos con fuerza, pero los ruidos continuaban, una mano pálida se puso en mi hombro y comenzó a moverse con ternura.

- Shinji-Kun-. Abrí los ojos y lo contemple, era Kaworu vestido con una pijama de rayas, tenía el cabello desaliñado y los ojos rojos brillantes. Sonreí al verlo y me lancé a su cuello. Él igual me abrazó, tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso en la comisura de los labios.

- ¿tus padres te echaron?

- Hay aviones y me dan miedo.

- La ciudad está bastante lejos, no van a bombardear por aquí. Dijo Kaworu con seguridad.

- ¿de verdad? Pregunté.

- Te lo puedo jurar. Me quede más tranquilo, aunque dije temblando.

- Kaworu-Kun, ¿te quedarías conmigo está noche? En ese instante noté como Kaworu tenía un brillo especial en los ojos, por su expresión diría que "por supuesto" pero sus palabras fueron:

- Shinji-Kun eres hombrecito y debes aprender a no tener miedo.

- Pero ser hombre no significa que tengas que guardarte el miedo ¿tú has tenido miedo?-. Kaworu se impresiono bastante con esa pregunta, luego me sonrió con dulzura.

- No, si tuviera miedo no te habría hecho mi amante. Dijo acercándome más a su pecho. Sentí el corazón de Kaworu latir, no sabía si lo hacía porque estaba enamorado de mí o estaba excitado.

Como los aviones todavía circulaban por nuestra casa, Kaworu tuvo que arrullarme como si fuera un niño pequeño. Él me paseaba sus manos pálidas sobre mi frente y comenzó a tararearme una nana judía que yo no conocía, cualquier pensaría que en ese momento Kaworu quería aprovecharse de mí y tocar mi parte íntima pero no pasó nada de eso. Él solo sé quedo arrullándome por primera vez me sentí protegido y amado, realmente me sentía muy bien. Cuando la mañana llegó me encontraba en mi cama, Kaworu cumplió su palabra y no se durmió conmigo. Era una gran injusticia justo cuando más lo necesitaba a mi lado y el desgraciado no se durmió conmigo, sin más baje al comedor a desayunar, ya todo estaba puesto. Mi familia se encontraba desayunado, huevos, café y un pudín de chocolate. Allí estaba mi padre, mi madre, Rei, Asuka, sus amigas y Kaworu, me senté al lado de mi madre. Sin más comimos todos en silencio, Kaworu le susurraba al oído algo a Rei mientras ella le pasaba un poco del pudín de chocolate que se encontraba al centro de la mesa, Asuka tomaba su vaso de leche, mientras Hikari y Mari conversaban en susurros. No sabía porque tanto silencio, normalmente en las mañanas, todos platicábamos animadamente, aun cuando la guerra volaba sobre nuestras cabezas. Al parecer esos momentos de paz absoluta habían terminando. Luego del desayuno me enteré porqué todos estábamos en silencio, la guerra estaba peor que nunca habían muerto varios civiles entre ellos, la familia de mamá, saber que ese día mi madre había recibido cartas de un vecino contando del bombardeo a la ciudad, era terrible. Me puse triste, también me enteré de que sería la última vez que vería a Hikari y Mari juntas, sus padres habían decidido ir por ellas, mis padres intentaron convencerlos de que la zona más segura era el campo pero nada de eso, ellos querían tenerlas con ellas. Mis padres aceptaron a regañadientes, ese día los señores y señoras Horaki y Makinami recogieron a sus hijas, fue la primera vez que vi a Mari llorar.

- Ya no llores. Dijo Asuka, volveremos a vernos.

- Te extrañaré.

- Yo igual.

Las dos se dieron la mano, en ese momento, Mari le dio un beso en la mejilla a Asuka y se fue junto con sus padres al carro negro. Asuka estuvo en el portal de la puerta varias horas, hasta que el cielo se nubló y tuvo que entrar

Expiación impuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora