El amor invariable

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       Kaworu intentó persuadir a mis padres y a Rei que me llevaran a su luna de miel, por supuesto papá se negaba, imaginaba que Kaworu y Rei querían tener su privacidad. Por un momento pensé que la idea de ir con ellos estaba demasiado lejana para poder ser contemplada, pero cuando menos lo pensé papá me dijo que empacara mis cosas ya que me iba ir con ellos a su luna de miel. Al principio creí que Rei se enojaría conmigo por la insistencia de querer acompañarlos, pero cuál fue mi sorpresa al enterarme de que el lunes por la mañana a primera hora de la mañana me recibió con su clásica sonrisa.  Al bajar de las escaleras y verla junto  con Kaworu con su abrigo de viaje y sus maletas al lado de Kaworu me dio un poquito de escalofríos todavía me parecía increíble que los fuera acompañar a su luna de miel.

       Cuando me reuní con ellos nos despedimos de nuestros padres y fuimos a la estación a tomar el tren, como el lugar era bastante cerca solo tomamos una estación. Nos bajamos del tren, trate con todas mis fuerzas de ignorar a los soldados que estaban en la estación con sus armas de fuego, uno de ellos llevaba unos vendajes en el lado derecho de la cara. El soldado era bastante atractivo se parecía mucho a Kaworu solo que el soldado tenía el cabello negro, me dio miedo el verlo, el lado derecho de su hermosa cara cubierto con vendajes. El soldado posó su ojo negro en mí, voltee rápidamente y seguí caminando. Al salir de la estación de tren nos estaba esperando un coche negro con un chofer, éste dio un asentamiento y entramos al lujoso coche. Los asientos eran de cuero gris, una ventanilla en la parte de atrás, más dos al lado, Rei estaba tan impresionada como yo.


 - Siento que es demasiado

- No, te preocupes, mi amor. Dijo Kaworu-. Todo lo mejor para mi bella esposa


       A Kaworu se le daba muy bien mentir, decir esas palabras sin mostrar una pizca de remordimiento, sin titubear. Solo un verdadero maestro del engaño podía lograr mentir de manera tan prolífica. Me fije en los campos mientras el coche iba avanzando, mientras subíamos las montañas, después de unas cuantos minutos, el coche se detuvo, lo sabía porque yo estaba dormido sobre las piernas de Kaworu, cuando él medio un empujoncito diciéndome que ya habíamos llegado. Me estire como si fuera un gato, y me salí del coche, poniéndome la boina y el abrigo de viaje. Al salir me di cuenta que estábamos en una parte elevada de las montañas, pues empezaba hacer frío y todo estaba medio inclinado, el ambiente aspiraba un olor a pinos los cuales eran tan altos que tapaban la vista del crepúsculo, por lo que un momento pensé que era de noche. Más allá en el fondo, se divisaba una cabaña pequeña, tuvimos que subir hacia ella, el camino estaba tan inclinado cubierto de plantas, árboles y rocas que nos tardamos en subir, Kaworu tenía que ayudarme a mí y a mi hermana a subir. Finalmente llegamos a la cabaña, el interior de la casa estaba hecha de rocas, había un pequeño comedor en el centro, una cocina al lado y arriba se encontraba unas pequeñas escaleras que conducían a dos habitaciones. Era muy bonita la cabaña pequeña pero muy cálida, me dio el sentimiento de estar en un verdadero hogar, Rei puso su sombrero en el perchero que estaba al lado de la puerta. El chofer entró después y cargó sus maletas para llevarlas a su cuarto. Cuando Rei volteo a mirarnos a Kaworu y a mí, dijo:

- Iré con el chofer a ver si el baño funciona.

 - Claro, cielo, no te tardes

       Rei asintió y subió por las escaleras. Una vez que el chofer se fue, Kaworu y yo nos quedábamos solos contemplando el lugar, lástima que la cabaña no contaba con una salita, solo estaba es pequeño comedor. Di un tremendo suspiro, ahora que lo notaba estaba muy cansado, me senté en el comedor, Kaworu me imitó y también se sentó. Alargue mis brazos y Kaworu comenzó a tocármelos de manera muy erótica, sobre la tela. Me dio una sonrisa bastante cálida.

- Me alegra que estés aquí A mí también me alegra estar aquí contigo, Kaworu de nuevo me sonrió y tomó uno de mis brazos y le dio un beso.

      Debo decir que esta pequeña semana en la cabaña no fue tan mal, aunque Kaworu y yo no podíamos hacer gran cosa con Rei presente. De todas maneras teníamos sexo en la noche, puesto que Kaworu de manera sigilosa entraba a mi habitación y allí ambos nos entregábamos a la pasión. Fueron los momentos más felices de mi vida, sentía que nada ni nadie nos podía separar. Sin embargo, aquel día decidí dar una caminata un tanto larga en solitario, pensaba en todas las cosas que habían ocurrido hasta ahora, al regresar me di cuenta que aparte del coche negro había un pequeño carro de soldados. "oh no". Con mucho sigilo me asomé por la ventana y divise a dos soldados hablando con Kaworu, lo que más temía finalmente ocurría. Iban a reclutar a Kaworu para esa batalla estúpida.

- Habíamos intentando hablar con usted, señor Nagisa Kaworu

- ¿Qué es lo que quieren? Por si no lo sabe estoy de luna de miel con mi esposa y mi cuñado

Uno de los soldados se rio por debajo, Kaworu le echó una mirada asesina.

 - ¿Qué es tan gracioso? Quiso saber

. - Es que.. si dice estar con su esposa ¿por qué tienen aquí a su cuñado? ¿no cree que es demasiado grande para tener chaperones?

 Kaworu se levantó de la mesa y le agarró del cuello al soldado, el soldado miró con temor al esposo de mi hermana, al parecer la muerte era insignificante al lado de Kaworu.

- ¿Quieres que te dé una lección, soldado papanatas?

- Señor Nagisa, por favor cálmense un poco dijo, el soldado.

Pude observar como Kaworu tenía su pálida mano formándose en un puño, sin más soltó al soldado, dirigiéndole una mirada afilada. El esposo de mi hermana se cruzo de brazos y dijo

- ¿Qué quieren?

- Como sabe, señor, la patria necesita de sus servicios. Queremos que se nos una, hemos sabido que usted tenía el primer lugar en la clase de tiro.

           Kaworu miraba a los soldados de forma impasible, sabía lo que seguía, fijó su mirada hacia la puerta en donde estaba yo, algo me decía que Kaworu podía suponer que yo estaba allí. Le dije con la cabeza que no lo hiciera, que no se uniera a esos matones, que no dejara que la guerra nos separará. - Lamento, tendré que declinar.


- Señor Nagisa, no puede hacer eso. El que su padre sea un ricachón no le da derecho de ocultarse como un cobarde y traicionar a su patria.

- ¿Qué más da mi patria? Se la pasan matando y la causa a la que sirven ya está perdida. Declino de su ofrecimiento. Mi padre ya ha hecho bastante por ustedes al venderles sus aviones.


       Los soldados intentaron abrir la boca sin embargo, ellos solo asintieron, se levantaron y se fueron. Cuando me percaté de que ya se iban me fui a todo correr hacia los arbustos. Observe como abordaban su coche y ambos se marchaban. Suspiré un poco aliviado, Kaworu no se iba ir de mi lado, en cuanto se marcharon salí del arbusto y corrí a su lado, él me abrazó y ambos compartimos un beso apasionado, sentí mis lágrimas recorrer mis mejillas. Estaba feliz, mis peores temores no se habían cumplido. Cuando nos separamos pude observar a mi hermana, sonreír con cierta alegría, corrió a nuestro lado y tomé su mano. Eso significaba que ella había aceptado nuestra relación a pesar de todo, pues estaba demasiado contenta. Los tres nos quedábamos observando la noche. Me recargue en el hombro de Kaworu, él volteo a mirarme y sonreír.

- No iba a permitir que nos separan. - Ahora podremos ser felices. Dije con los ojos llenos de lágrimas.

Expiación impuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora