Capítulo 16

724 38 0
                                    

Damién Ivanov

(Maratón 9/14)

—No lo hagas, por favor —me pidió Aleksandra tomando mi brazo y tratando de captar mi atención, pero mi mirada estaba fija en aquel hombre, quería grabarme su rostro para así poder hacerlo añicos una vez tuviera la oportunidad.

Por lo visto, si papá no daba con nuestro paradero cuanto antes, nuestra estadía en este lugar sería larga.

No me daba miedo pensar en ello, al contrario, una extraña emoción corría por todo mi sistema al imaginar que en medio de esas cuatro paredes podría finalmente dejar salir mis demonios sin pensar en nada más que eso.

Aprovecharía que debía proteger a Aleksandra de ser esclavizada para así sacar a flote mis más oscuros instintos sin importar lo que dijeran, ya que a final de cuentas, eso era lo que quería ese hombre.

Y sí, le daría el maldito gusto, por Aleksandra y los demonios que morían por salir y destruir todo a su paso.

Mataría dos pájaros de un solo tiro.

—Me acabas de dar tu palabra, entonces espero cumplas con la misma, creeme que yo haré lo mismo y no le tocaré un solo cabello a tu amada —aseguró y asentí al oírlo.

Aleksandra seguía llorando a mi lado y suplicando que me retractara, pero no lo haría, papá me enseñó a tener palabra y eso haría, cumpliría con la misma y más si se trataba de mi muñequita.

Volteé a mi alrededor y sonreí con malicia al notar la cara de miedo de los demás presentes, al parecer, ninguno se atrevía a hacer lo que yo, pero eso me importaba muy poco, no lo hacía por tener la aprobación de nadie, lo hacía por ella.

Para protegerla.

Nadie decía nada, solo veían la escena con miedo, llorando y sin ganas de inmiscuirse más de la cuenta en aquello, pues al parecer yo era él único que tenía las agallas para hacerlo.

Idiotas.

—¿Cúando será la primera pelea? —decidí ir al grano a lo que él levantó una ceja y sonrió con malicia.

Apoyó su cuerpo encima del barandal de las escaleras y suspiró antes de responder.

—Vaya, estás muy emocionado con ello, espero que al pasar los días esa emoción se conserve, Ivanov —soltó con burla y le sonreí en respuesta, ignorando por enesima vez en lo que iba de día a Aleksandra, quien no paraba de llorar y suplicarme para que no cometiera una locura.

Pero yo ya estaba loco.

—No me conoces en lo absoluto, quizá disfrutaré de todo este espectaculo más que tú —le desafié a lo que él soltó una carcajada.

—Eso ya lo veremos —comenzó a toser de la nada y reí al notar una debilidad en él, aparentemente estaba enfermo de algo relacionado a la respiración, pues no pasó ni dos segundos riendo cuando ya se estaba ahogando.

Eso era un punto a nuestro favor, pues por su edad y lo que acababa de ver, era más frágil y débil de lo que aparentaba.

Necesitaba analizarlo mejor, solo así lograría dar con sus verdaderas debilidades y destruirlo de una vez por todas para así salir de ese mugroso lugar.

A los pocos segundos varios hombres aparecieron en el lugar con bolsas en las manos, no pude ver qué tenían las mismas, pues eran completamente negras.

—A partir de este momento comienza el juego, queridos míos, tendrán que ponerse la ropa que mis hombres les entregarán en unos segundos —los señaló y luego sonrío antes de continuar —: Solo por hoy todos podrán gozar de todas las comodidades que puedan imaginar, pero a partir de mañana, solo quienes ganen las peleas y satisfagan como debe ser a nuestros socios, podrán seguir disfrutando de dichas comodidades.

LA OBSESIÓN DEL DEMONIO RUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora