Capítulo 22

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Aleksandra Vólkov

Sonreí al notar la cara que puso al oírme y esperé pacientemente por su respuesta.

Aunque no lo daba a demostrar, me estaba muriendo de los nervios y necesitaba saber qué era lo que pensaba Vladislav sobre mi propuesta.

Sí decía que no, estaría realmente jodida y debía organizar otro plan, algo que definitivamente no me podía dar el lujo de hacer.

Contaba con poco tiempo y la salud de Damién estaba en juego.

Debía apresurarme si quería que siguiera bien y con vida.

—Me estás pidiendo mucho para lo poco que estás ofreciendo, querida mía —le dió una calada a su cigarrillo y maldije en silencio al escucharlo.

Pero no me detendría, si se me cerraba una puerta, se me tenía que abrir una ventana o en tal caso, el universo entero.

—Sabes que no es mucho cuando haré el trabajo de dos, Vladislav —le recordé con falsa amabilidad y paciencia, algo que claramente en ese momento no tenía.

Mis piernas debajo del escritorio no dejaban de temblar, sin mencionar mis manos inquietas que no podían quedarse tranquilas a causa de los nervios.

Aún así, disimulé lo más que pude y le di a demostrar que me encontraba serena y completamente segura de lo que estaba haciendo, cuando en realidad era todo lo contrario.

—Vaya, veo que copiaste el ejemplo de tu amado —se burló y me controlé para no decirle lo primero que se me vino a la mente.

Necesitaba darle a demostrar que no lo consideraba una amenaza a pesar de que era quién me tenía secuestrada, sabía que era algo ilógico y muy difícil de lograr, pero era justo y necesario si quería que todo saliera bien.

Que Damién estuviera bien.

Él se sacrificó por mí durante mucho tiempo, ya era hora de hacer lo mismo por él.

No negaría que tenía mucho miedo al intentar todo aquello, pero aún así rendirme no estaba en la lista de opciones, jamás lo estaría.

—La lealtad para ambos es algo que no entra en discusión, por lo que si es por ayudar a otro, somos capaces de comer tierra si es posible —le repetí lo que papá siempre decía en las reuniones familiares y él sonrió al oírme.

—Vaya, me doy cuenta que llevas las agallas de tu padre en las venas, créeme que nadie en tu lugar haría algo así como lo que estás haciendo.

Lo sabía, nadie se atrevería a hacer negocios con ese tipo y menos de esa manera, pero era la única salida que tenía.

Ya saldría de ese problema en el que me estaba metiendo solo por salvarle la vida a Damién.

—Lo sé, pero recuerda que soy la primogénita Vólkov, por lo que debo dejar el nombre de mi familia bien en alto —respondí con orgullo a lo que él sonrió con malicia.

Algún día estaría yo de aquel lado de la silla, preparándome para volverlo añicos y no de este lado, ofreciéndole mi alma como garantía por lo que le pedía a cambio.

—Me alegra oírlo, pues creo que me serás de mucha ayuda si comenzamos a trabajar juntos.

—Tú también lo serás para mí, Vladislav.

—Una última cosa antes de mencionar mi decisión, ¿Qué eres exactamente tú de ese muchacho? —preguntó refiriéndose a Damién y le sonreí.

—Él es un demonio y yo soy Lilith, su compañera y quién estará con él gobernando en el infierno —respondí con determinación.

LA OBSESIÓN DEL DEMONIO RUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora