Capítulo 13

795 44 0
                                    

(Maratón 6/14)

Aleksandra Vólkov

Cerré los ojos y me aferré al cuerpo de Damién con fuerza, no quería soltarlo ni que él lo hiciera conmigo, no sabía cuándo lo volvería a ver y eso me dolía más que a nada.

Estábamos en el parque al que lo había citado, no había casi nadie por la hora, pero aún así habíamos decidido encontrarnos en la parte de atrás, pues no nos queríamos arriesgar a ser vistos por nadie cercano.

Con la suerte que teníamos, de seguro a papá o mamá le daban por venir a pasear justo en este momento, aunque  lo dudo mucho, ya que cuando salí de casa estaban discutiendo asuntos importantes con el tío Logan.

Tenía poco tiempo para poder despedirme de Damién antes de volver a casa sin ocasionar un caos, pues aunque sabía que Jasha me estaba cubriendo las espaldas, no me podía confiar del todo.

En la casa no eran idiotas, de seguro cuando notaran mi ausencia, comenzarían a atar cabos y darían con mi paradero en un instante.

En cierto modo era algo ventajoso para mí en caso de que me sucediera algo malo, pero en casos como estos no, justo ahora necesitaba ser completamente invisible para mis padres.

—¿Qué pasó, muñequita? ¿Por qué estás llorando? —comenzó a acariciar mi cabeza con delicadeza aún en medio del abrazo y sollocé más fuerte al oírlo porque él aún no sabía nada, desde que nos habíamos visto lo único que había hecho era abrazarlo fuerte y llorar como una magdalena.

Me quedé en silencio durante unos minutos y lo único que se podía oír era el latir de nuestros corazones y mis sollozos.

Pero al recordar que no tenía mucho tiempo y que debía volver a casa cuanto antes, me separé un poco de él y lo miré a los ojos.

—Mis papás planean mandarme a Inglaterra, Damién —dije por fin y noté como su cara de preocupación cambiaba completamente a una de furia.

Sabía que al decirle él perdería los estribos, lo sabía porque días atrás cuando habíamos hablado de su posible ida fuera del país por los negocios de su papá, él mencionó que no se iría y que era su última palabra, pues no deseaba separarse de mí.

Al parecer su respuesta no fue del total agrado de su padre, pero por lo que noté lo aceptó y de ahí no volvieron a mencionar nada más de ello.

—¿Qué? ¿Y por qué te mandarán tan lejos si aquí lo tienes todo? —tomó mis mejillas entre sus manos haciéndome mirarlo a los ojos y suspiré antes de responderle.

No quería decirlo, pero era necesario.

Aunque claro, no es como si él no supiera las razones de mi papá querer tenerme metida en una burbuja de cristal.

—Por tí.

—¿Por mí? —preguntó incrédulo y asentí.

—Sí, descubrieron que nos estábamos viendo a escondidas y pensaron que al mandarme a otro país solucionarían el problema, ya que dicen que tú podrías hacerme daño.

Eso último no lo quería decir, pero no podía seguir ocultándole las cosas a Damién, no cuando lo involucraban a él directamente. 

Soltó mi rostro y se separó un poco de mí.

Bien, desate a la bestia.

—¡Eso es una completa estupidez porque yo no soy ningún imbécil como para hacerte daño, Aleksandra! —gritó completamente fuera de sí y lo tomé por los hombros para que pudiera calmarse y me mirara a los ojos —. Además, en unos días cumplirás la mayoría de edad, ¡No eres una niña, carajo!

LA OBSESIÓN DEL DEMONIO RUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora