Capítulo 20

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(Maratón 13/14)

Aleksandra Vólkov

—¿Por qué se supone que debes pelear nuevamente, Damién? —le pregunté confundida al notar como había acatado la orden sin decir absolutamente nada. 

Él debía pelear en el día varias veces, pero jamás lo habían venido a buscar luego de ello, al contario, lo dejaban descansar hasta el día siguiente. O bueno, eso era lo que yo tenía entendido, pues al parecer estaban sucediendo cosas de las que no estaba enterada. 

—Sabes el convenio que tengo con Vladislav, muñequita —tomó mi rostro entre sus manos, dejó un suave beso en mi frente y entró al baño a lavarse la cara. 

—Sí, por ello lo digo, se supone que son tres peleas diarias, no más —repliqué. 

No me respondió nada más y es solo logró confirmar mis sospechas. 

O tenía un convenio con Vladislav sobre las dichosas peleas, o algo querían de él como para hacerlo pelear tantas veces en un día. 

Me inclinaba más por la segunda opción, pero aún así debía descubrir qué era lo que estaba pasando en realidad. 

Damién era capaz de sacrificar muchas cosas importantes para él solo para verme bien, algo que le agradecpia bastante, pero que aún así me ponía un poco incomoda, pues sabía que su felicidad e integridad física estaban en juego. 

Me levanté de la cama y solo hasta ese momento me di cuenta de que en la habitación había un muchacho acostado en la litera que estaba al frente, estaba profundamente dormido, pero lo que más llamó mi atención fueron los multiples golpes que tenía en su rostro. 

Al parecer había sido uno de los primero en pelear, por lo que estaba descansando antes que todos. 

Lo miré más detalladamente y mi corazón se arrugó al notar que aún era un adolescente, según mis calculos, debía tener mi edad o menos, lo que me hizo odiar aún más a Vladislav por ser tan hijo de perra y hacernos pagar por cosas que no habíamos hecho. 

Yo entendía que el mundo al que nuestros padres se dedicaban no era el mejor, pero aún así me parecía muy injusto tener que pagar por errores y deudas que no eran nuestras. Eramos solo unos jóvenes que no merecíamos estar viviendo toda aquella situción. 

En mi caso yo no estaba haciendo nada más que ver como todos eran esclavizados por ese imbecil que no le importaba nada en lo absoluto, me sentía impotente al no poder hacer nada al respecto, ni por ellos ni por mí, pues aunque no lo pareciera, estaba sufriendo en silencio por todo aquello. 

Extrañaba a mamá con todo mi corazón, moría por dormir en sus brazos y escuchar su historia de amor con papá para así poder dormir plácidamente. 

Era por ello que aún con tan corta edad, me preguntaba si es que Dios existía. 

Cada vez que mamá nos contaba a mí a y Jasha su historia de amor con papá, hablaba muy poco del secuestro del que fue protagonista, nunca nombraba al autor material de los hechos, pero sé que fue algo que la traumó durante algunos meses y gracias a que papá era ágil, la había podido rescatar. 

Era por ello que a estas alturas y luego de lo que me había tocado vivir a mi corta edad, comenzaba a creer que si de verdad Dios existía, yo no era prescisamente su hija favorita. 

Salí de mis pensamientos cuando noté como Damién salía del baño secándose la cara con una pequella toalla y estaba totalmente decidido a irse a la dichosa pelea y, aunque sabía no tenía que darme explicaciones de absolutamente nada, me molestaba su actitud del carajo, me molestaba ver como me ignoraba con ese tema para, según él, protegerme. 

LA OBSESIÓN DEL DEMONIO RUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora