Capítulo 29

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Aleksandra Vólkov

Dos meses despúes...

Limpié las lágrimas de mis mejillas y terminé de cerrar mi maleta con una inmensa tristeza. 

Finalmente había llegado el momento de mudarnos de hogar, las cosas se habían complicado desde que papá decidió que era buena idea dispararle a Damién. 

Por obvias razones, Dominic le había declarado la guerra, por lo que no nos quedaba más remedio que huír y dejar que papá resolviera sus asuntos con ese hombre. Por nuestro propio bien, nos iríamos Jasha, María, mamá y yo, mientras que papá y el tío Vlad se quedarían en el país a resolver aquel desastre. 

Al parecer, debían presentarse ante el consejo de la mafia y asumir las consecuencias de sus actos, por lo que nosotros debíamos salir del país para estar resguardados. La mansión la habían puesto en venta y ya teníamos país de destino. 

Luego de despedirme en el hospital de Damién, Dominic y mi papá habían tenido una fuerte discusión que había terminado en golpes, por lo que el consejo al enterarse, los citó y llegaron a un acuerdo para poder ponerle fin a sus problemas. 

—¿Ya tienes todo listo? —la voz de mamá a mis espaldas me hizo salir de mis pensamientos y voltear a mirarla. 

Las lágrimas en mis ojos me importaron muy poco en el momento, ella ya sabía todo lo que me estaba doliendo todo aquello, sin mencionar que hace poco me había enterado que tenía planes de divorciarse de papá, lo que me había terminado de herir en todos los sentidos. 

Crecí mirando la historia de amor de ellos, soñando con poder vivir lo mismo y mi corazón se había roto al escuchar una discusión entre ambos donde llegaban a un acuerdo para darle un fin a su matrimonio.

Papá obviamente no estaba de acuerdo, pues hasta el último momento estuvo renuente, pero aún así mamá le importó muy poco su opinión y mantuvo su postura. Lo último que escuché es que tomarían estos días separados para así poder pensar mejor las cosas, y si todo seguía igual, firmarían el acta de divorcio. 

Papá le prometió a mamá que no sería así, que lograrían vencer esa crisis por la que estaban pasando, pero para ser sincera, yo dudaba mucho que algo así pudiera suceder. 

Mamá tenía meses pidiendole que ya dejara los negocios de la mafia, que por favor no nos involucrara más en ellos, pero él la había ignorado y al parecer mi secuestro fue la última gota que rebasó el vaso y terminó por colmar la paciencia de mamá. 

—Solo me falta empacar mis libros, pero eso lo haré más tarde —le respondí con la voz rota y sin poder ocultar mi dolor por todo lo que estaba ocurriendo. 

De la noche a la mañana nuestra familia se había comenzado a desmoronar de la nada, como un castillo de arena bajo la lluvia. 

No lo quería admitir en voz alta, pero absolutamente todo lo que estaba pasando me dolía más que a nada en el mundo, dolía saber que no podíamos ser una familia normal, que por las estupidas reglas de la mafia se había creado una enemistad entre la familia de Damién y la mía. 

Aunque claro, dicha enemistad ya existía, pero a pesar de eso, yo sentía que si no fueran tan estrictos y orgullosos, nada de eso estaría ocurriendo. 

Damién y yo solo queríamos ser felices, sin saber todo lo que vendría después de nuestros actos. 

Lamentablemente, no nos quedaba más remedio que darle fin a nuestra pequeña historia, pues continuar con la misma solo lograría ocasionar más caos. 

La última vez que lo había visto fue en el hospital, donde fui a despdirme y salí de allí con unas inmensas ganas de morirme por el dolor que sentía al tener que decirle adiós.

LA OBSESIÓN DEL DEMONIO RUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora