𝑆𝑒𝑖𝑠

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En el salón se ubicaban todos los presente.

las familias completas alrededor de la mesa charlando plácidamente entre ellos, era un ambiente grato al momento en el que Visenya tomó asiento junto a Jacaerys y Baela, saludando ya cuando estuvo perfectamente ubicada.

Los ojos de Aemond, quien yacía frente a ella, siguieron todo el transcurso de la puerta hasta su asiento, portaba el vestido más hermoso que pudo haber visto en sus casi dos décadas, tanto así que se le imposibilitaba poner su vista en otra cosa que no fuese ella.

Le parecía de lo más espléndido, la tela obscura se ceñía a su cuerpo perfectamente, los detalles en plateado eran pequeñas cosas que jamás pasaría por alto, mucho menos en una belleza como ella.

Sin embargo recalcaba que su misma belleza no era lo que más destacaba, si no que había mucho más, su inteligencia era de lo más llamativa y asombrosa, era políglota e inclusive conocía sobre algunas lenguas muertas aunque no pudiese hablarlas, si...

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Sin embargo recalcaba que su misma belleza no era lo que más destacaba, si no que había mucho más, su inteligencia era de lo más llamativa y asombrosa, era políglota e inclusive conocía sobre algunas lenguas muertas aunque no pudiese hablarlas, siempre fue amante de la lectura y algunas veces, solía escribir romances que tenían finales felices.

¿Como el lo sabía?, simple, obsesión.

Su combate cuerpo a cuerpo era muy bueno y aprendió a manejar los cuchillos o algo filoso debido a las cicatrices en sus manos, Aemond las notó cuando ella las puso sobre la mesa entrelazadas una a la otra.

Eran pequeñas pero en gran cantidad, divididas a lo largo de su piel y que sobretodo se ubicaban dentro y fuera de las palmas de sus manos, siendo las más prominentes las que estaban ubicadas allí.

Viserys alzó su copa en son de un brindis, la apuntó a Visenya sin ánimos de ponerse de pie debido a la debilidad de su cuerpo, Rhaenyra no dudó en alzarla también mientras sostenía el brazo de su padre.

Las copas fueron alzadas a la par, Jacaerys le hizo un pequeño gesto con la cabeza a la monarca que le devolvió enseguida el ánimo de continuar con las conversaciones.

—  ¿Dónde se encuentran Aenerya y Daelor?

Alicent preguntó, sosteniendo la mano de su marido por sobre la mesa, sin mirar a la matriarca de la familia Valensys.

— Divirtiéndose en sus aposentos.

Alysanne respondió mientras llevaba un trozo de la cena a su boca, en medio del silencio unos gritos comenzaron a resonar por el castillo. Daemon fue el primero en estallar en carcajadas mientras Rhaenyra le seguía intentando cubrir sus labios por la hilarante risa que amenazaba con salir de su boca.

Visenya le siguió, su risa contagió a los demás presentes exceptuando a los Hightower, incluyendo a Aegon y Aemond quienes, en conjunto los cuatro no formaron más que una muestra de disgusto y burla.

— Que la madre perdone tales acto. — Alicent susurró.

— Que admirable matrimonio, que los dioses protejan a Daelor de mi sobrina, pobre hombre.

Valensys | Aemond Targaryen. (EN REMODELACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora